El Olympiacos volvió a reeditar el título con todo merecimiento. Su baloncesto de altos quilates se impuso al buen trabajo del Madrid. El EQUIPO griego con mayúsculas ha crecido como tal a lo largo de la temporada. Cuando le vimos en el Buesa, no dio tanto miedo como en esta Final Four. Parecía un conjunto más asequible, donde Spanoulis resaltaba por encima de los demás. Durante la fase regular se comportó como un buen bloque, con un Hines que desesperaba a toda la parroquia baskonista con su capacidad de lucha, pero sin demostrar esa contundencia que vimos el domingo. En la final, evidenciaron que son mucho más que Spanoulis. Cuando el Madrid cortocircuitó el juego del base griego en la primera parte, fue la segunda unidad quien sacó las castañas del fuego y metió a los griegos en la pelea cuando muchos les daban por muertos. Luego, el Olympiacos fue derrumbando a base de tesón la resistencia blanca. El primer cuarto fue un recital del Madrid. Rápida circulación del balón para buscar tiros abiertos; gran acierto más allá de la línea de 6,75; excelente labor defensiva de Llull sobre Spanoulis; defensa de intimidación de Begic sobre los pívots griegos. En el segundo cuarto, los helenos sacaron a su segunda batería y ajustaron mucho mejor los marcajes impidiendo que los exteriores blancos saliesen libres. En el tercero, el Olympiacos endureció el duelo jugando muy físico e impidiendo cualquier bandeja en su aro. Hasta tres hombres eran capaces de cerrar las penetraciones de un Rudy cada vez más desesperado. Y en el cuarto, el cuadro griego le devolvió el juego que le hizo el Madrid en el primer cuarto: 39 puntos con canastas de todos los colores. Pese a la derrota, el proyecto merengue es de los mejores en los últimos años. Es verdad que necesita algún retoque para redondear a la plantilla pero son jóvenes con proyección y más talento del que imaginan. El único pero que les pongo es que han fallado en la pasada liga, en la Copa de este año y en la final europea. Los verdaderos partidos, los que hay que ganar, no lo han resuelto. Y eso en una casa como la blanca puede que no les den tiempo para reivindicarse. Ahora tienen otra oportunidad en la ACB. Puede que esta sea la que marque el futuro de este grupo. Tras la derrota, ya se han empezado a oír las primeras críticas a la labor de Laso. ¡Como es la vida! Mientras a Mourinho le endiosan a pesar de no llegar a la final de la Champions, a Pablo no se le pasa ni una, aun disputando la final y haciendo por momentos un gran baloncesto. Como decía alguien: "nunca podrás medir el éxito si nunca has fallado".
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