Adam Hansel (Lotto)4h 35' 49''

Enrico Battaglin (Bardiani)a 1:07

Danilo Di Luca (Vini Fantini)m.t.

GENERAL

1º Beñat Intxausti (Movistar)28h 30' 04''

Vincenzo Nibali (Astana)a 5''

Ryder Hesjedal (Cannondale)a 8''

La etapa de hoy, 8ª: Gabicce Mare-Saltara, 55 km. Contrarreloj. ETB-1.

pescara La sonrisa apenas le cabía en la cara. En el podio de Pescara, Beñat Intxausti cambiaba de piel, mudaba del azul marino de su equipo al rosa que envuelve al líder del Giro. Radiante, con una huella de carmín en la mejilla izquierda, regaba Italia con vino espumoso. Era su primer minuto enfundado en la maglia rosa y ya estaba claro, para él y para todos los presentes, que la prenda le sentaba realmente bien. Está hecha para él. Para premiar su trabajo, para confirmar que la apuesta de llevarle a Italia como jefe de filas de Movistar merecía la pena y, sobre todo, para motivarle de cara a las catorce etapas que aún le restan en el país transalpino.

"Todavía estoy un poco sorprendido", confesaba exultante el propio Beñat en la trastienda del podio ante el periodista de la RAI. Pero su salto a lo alto de la clasificación no era una sorpresa. No después de una semana de competición. El Giro se está desarrollando con todos los ingredientes que le caracterizan. Ataques en ascensiones minúsculas, caídas por doquier, nervios y tensión en cada etapa... Y a pesar de todo ello, Beñat Intxausti ha sabido esquivar todas las adversidades para estar en el sitio adecuado en cada etapa y perfectamente situado en la general. Solo ha hecho que falta que los grandes favoritos flaqueen un día para retomar una maglia que no estaba al alcance de un ciclista vasco desde que Abraham Olano lo luciese en la edición de 1996.

Este Giro, con maillot rosa o sin él, era una prueba de fuego para el corredor de Amorebieta. Al vizcaino siempre se le han intuido cualidades de gran ciclista y, en consecuencia, las expectativas puestas en él siempre han sido importantes. Tras su fichaje por Movistar, los resultados cosechados tal vez no estaban a la altura de lo que se esperaba. Además, Intxausti sufrió un duro revés en mayo de 2011, cuando falleció en un trágico accidente su compañero Xavi Tondo. Pero en 2012 Intxausti volvió a dar signos de tener talento para ser un ciclista importante. Debutó en el Giro, donde estuvo cerca de ganar una etapa y un contratiempo de salud le hizo perder comba en la lucha entre los diez mejores. Las dudas las despejaría en la Vuelta a España, donde terminó décimo pese a trabajar para su compañero Alejandro Valverde. Tras demostrar que tiene motor para estar a buen nivel en una carrera de tres semanas, su equipo no lo ha dudado y lo ha enviado al Giro con vistas a estar entre los protagonistas.

Intxausti recogió el guante con ganas. "Es el momento de dar un paso adelante", confesaba en DNA la víspera de partir a Italia. El zornotzarra arrancaba el Giro con la intención de ganar una etapa y pelear entre los diez mejores, sin perder de vista el podio. Lo que no imaginaba, o al menos no declaraba en público, era que por el camino saborearía lo que es vestir de líder. En su segundo Giro ha conseguido el que fue, por ejemplo, el gran anhelo de una leyenda del ciclismo vizcaino como es Marino Lejarreta.

el miedo de Wiggins La maglia rosa le llega a Intxausti en una jornada marcada por los nervios. La lluvia complicó una etapa de media montaña y la convirtió en una pista de patinaje en la que muchos fueron los que dieron con sus huesos en el suelo.

Desde bien temprano se formó una fuga de seis hombres entre los que estaba Ioannis Tamouridis, pero el grupo se fue desintegrando a medida que iba acercándose la línea de meta. Adam Hansen, del Lotto, resistiría en solitario hasta ganar con merecimiento la séptima etapa.

Mientras Hansen escribía un renglón de oro en su palmarés, a sus espaldas la carrera era un caos. Los últimos 18 kilómetros, llenos de subidas y bajadas, fueron frenéticos. Vincenzo Nibali decidió probar la capacidad de reacción de Bradley Wiggins. El británico no iba fino, pero el italiano se iría al suelo en un descenso. A partir de ahí, tocar el freno en cualquier curva se convertiría en una ruleta rusa. En una de las múltiples caídas, Wiggins sufrió un fuerte golpe en la cadera derecha. El del Sky volvió a la bicicleta, pero sufrió una tortura hasta la meta: estaba congelado por el miedo.

Su vértigo le hizo quedar rezagado y ahora está a 1:32 de Intxausti en la general, un tiempo que tendrá que recuperar en la contrarreloj de 55 kilómetros que se disputa hoy. Sin duda, una desventaja con la que no contaba. Beñat, de rosa, tendrá el honor de pedalear el último.