Bilbao. "Con un poco de suerte, Pablo Berasaluze se corona como campeón vizcaíno", comenta Roberto García Ariño. Analiza el de Axpe, intendente de Asegarce, que desde entonces se le recuerda por eso, porque no ha vuelto a haber una txapela en Bizkaia. Ya es hora 32 años después.
¿Cómo recuerda aquella final del año 1981?
Pues muy lejos (risas). Alguno que me pregunta me lo hace recordar, pero ya hace muchos años de aquello. De eso no se vive, por lo que hay estar al pie del cañón.
Los vizcaínos le recuerdan porque la última txapela fue suya.
¡Parece que no hubiera más pelotaris! Y no entiendo porqué no ha habido más campeones del Parejas. Sí que es verdad que hay que hacer pareja, tener un poco de suerte, estar a gusto con el compañero que te ponen y son muchos factores. Ha habido pelotaris que podían haber llegado a finales. Para mí es un poco triste porque se acuerdan de mí para esto, porque yo prefería haber delegado ese honor de ser el último vizcaíno campeón. La gente se tiene que acordar más de los nuevos, no de la prehistoria.
En Parejas también es complicado, uno tiene que hacer pareja más que nada.
Muchas veces dos pelotaris de nombre suman menos que dos que tienen menos. El acoplamiento es lo más importante.
Y usted se acopló perfecto con Maiz.
Con Maiz se acoplaba todo el mundo, por algo ha sido cinco veces campeón y siete finalista. Lo que quiere decir que era un pelotari como la copa de un pino. Quizás es complicado explicar a los pelotaris de ahora cómo jugaba Maiz, veías a un tío tan grande y dices: ¿Cómo se va a mover? ¿Cómo va a llegar a las pelotas? Uno de los factores era que era un gran pelotari que antes de pegarle tú, él ya estaba colocado. Sabía muy bien lo que tenía que hacer, era muy seguro y podía estar tres días jugando. Entonces, por esos motivos, se acoplaba con todos: con rematadores, con menos rematadores... Con todo el que ha jugado ha hecho pareja.
De hecho, sus cinco txapelas fueron con cuatro delanteros diferentes. Regresando a aquella final, su partido acabó 22-13 pero tuvieron que sudar.
Antes el Manomanista era el plato fuerte de la pelota. El Parejas era un campeonato menor, porque era más corto que ahora. Eso sí, cuando llegas a una final lo que quieres es ganar. Nosotros planteamos el partido duro y ganamos. Llegamos a los 1.000 pelotazos.
Me cuenta que el campeonato era más corto, ¿cómo era?
No sé seguro, pero me parece que quedamos campeones el 6 de enero del 81 y empezó en diciembre. No había tantas jornadas. Después tuvo auge y es mucho más largo. Todo iba mucho más rápido, pero como siempre las semifinales y la final eran duras, había sorpresas y el que parecía que iba fuerte, luego no ganaba.
Maiz II además estaba genial, ¿no?
Técnicamente, aunque era grandullón, no parecía que fuera ese tipo de pelotari, pero estaba muy preparado. Tú le dabas y él estaba siempre encima sin verle correr apenas. Llegaba al txoko, al ancho. ¿Por qué? Pues como se dice, por ser pelotari. Con la postura, ya sabía a dónde iba la pelota.
¡Tenía un radar!
Era telepatía (risas). Adivinaba lo que estaba pensando el otro y era muy difícil meterle el tanto. Además, estaba preparado y podía estar todo el tiempo que quisiera jugando a pelota.
Posiblemente, al anticiparse tendría menos gasto físico.
Físicamente podía aguantar más porque el desgaste era menor, eso está claro. Había otros pelotaris que estaban todo el día corriendo y cuando iban a la pelota llegaban tarde. Parecía que tú le tirabas en la mano, pero es que se anticipaba siempre.
¿Residió ahí el partido, en la diferencia entre Maiz y Martinikorena?
Yo creo que sí. Martinikorena era más elegante, más estético, le daba con las dos manos más, parecía que jugaba el doble; pero por parejas Maiz era más. Y en el mano a mano, también.
En las crónicas de la época se cataloga el partido como una final de juego poco vistoso y en el que se buscaba el fallo, ¿fue así?
Sí. El juego pausado nos beneficiaba, plantear un partido largo nos beneficiaba. Antes, por el dinero, el partido siempre tenía que ser más serio. Pero cada uno cuando llega a una final, por muy agresivo que sea, siempre busca hacer buena. Tomas menos riesgos. La final contra Bergara y Martinikorena era difícil, ganamos claramente pero tuvimos que pelear.
¿Cuántas veces le han recordado aquella txapela?
¡Cada vez que llega un vizcaíno a una final! Ya sea Zearra o el que sea. Por lo demás, el mano a mano era el que más tirón tenía. El Parejas tenía su cosa, pero también había más torneos. La gente iba al frontón por partidos normales, sin ser de competición; pero ahora si no son de competición, el público no acude. Y eso que entonces había un montón de festivales: ahora parece que los pelotaris juegan mucho, pero se jugaba también un montón.
Le ganó la txapela a Salva Bergara, director técnico de Asegarce, ¿alguna vez han recordado aquel partido?
Yo creo que nunca. Bastante hay que pensar con lo que tenemos ahora como para ponernos a eso. Nuestro andar en la cancha pasó a la historia. Desafortunadamente para mí, nos toca recordarlo porque no hemos ganado otra txapela en Bizkaia. Ahora toca recordarlo porque la gente se pregunta el por qué de que no haya más campeones vizcaínos. Pero no se puede vivir de los recuerdos, hay que pensar en el presente.
¿En qué momento deportivo le llegó esa txapela?
Pues en una buena época. Estaba más asentado, más tranquilo. Quizás había perdido esa inquietud, esa juventud. Aun así, se queda en el balcón de los recuerdos.
Era otra forma de vivir la pelota.
Había medios, pero no la repercusión que hay ahora. Hoy en día, partido que se juega, partido que está en los medios. Antes, en las finales y en los campeonatos, que había dos; era ese el tiempo en el que venían los periodistas. La televisión solo estaba en las finales y los pelotaris no teníamos que dar la cara ante los medios.
Al año siguiente compartió pareja con Maiz de nuevo pero no hubo suerte contra Beristain-Tolosa.
Jugamos la final y perdimos por un tanto. Se mojó un poquito el frontón y ellos se acoplaron mejor. Eran una pareja que al principio no contaba, pero ganaron.
Lo que comentaba antes, que parejas que no contaban acababan peleando, ¿no?
Sí, eso es. Al llegar con Maiz partíamos con algo de favoritismo y era una pareja que iba a llegar fuerte, pero nos ganaron por un tanto.