para ganar en el santuario de Arrate hay que ser buen escalador, claro, pero también listo y hábil. Lo fue ayer Nairo Quintana, un chaval de 23 años, colombiano, que viene muy bueno y ya ha logrado una cuantas victorias importantes. Si a eso le sumamos que el miércoles ganó en La Lejana otro colombiano, Sergio Henao, que en la llegada al santuario había tres colombianos entre los cuatro primeros y que el líder de la carrera es un colombiano que se llama Sergio Henao, podemos hablar sin miedo a equivocarnos que estamos asistiendo al resurgir del ciclismo colombiano.
Pasaron varias cosas ayer en la subida a Arrate, como que Contador no atacó, no sacó tiempo a sus rivales y eso me hace pensar que va a tener complicado ganar su tercera Vuelta al País Vasco. Principalmente, porque ayer vi a un Richie Porte impresionante. Hizo una exhibición tirando solo en los últimos kilómetros. Para mí, el del Sky es ahora el principal favorito para ganar la carrera.
No opta a luchar por ella Euskaltel. Samuel está bien, pero no como para ganar la Vuelta, y creo que ayer le faltó muy poco para estar con los de arriba y disputar la victoria en Arrate, donde había ganado las tres últimas ediciones. Ahora al equipo naranja le quedan pocas opciones de victoria. Hoy es su última oportunidad y tienen que cambiar de táctica. No sé, quizás lo correcto sea probarlo desde lejos. Tienen gente para hacerlo. Por ejemplo, los hermanos Izagirre, que está bien de forma, son valientes y conocen de sobra la zona, el Goierri, porque prácticamente la etapa pasa por el portal de su casa. Una victoria de etapa hoy es la última opción que tiene el equipo para arreglar esta Vuelta. La etapa tiene más alicientes. Está en juego la general y no todos pueden esperar a la crono de mañana. Marcará mucho lo que pueda ocurrir con el tiempo. Me refiero a que si llueve como lo hizo ayer en Arrate, y es lo que anuncian, la jornada será durísima. No solo por los ascensos, que tienen unos cuantos -diez: uno de primera, cuatro de segunda y cinco de tercera-, sino por los descensos, que los hay peligrosos como el de Barbaris o decisivos como el del Olaberria, un muro durísimo cuya cima estará situada a cinco kilómetros de la meta.