River Plate es el sexto club con más hinchas den todo el mundo y al que más argentinos siguen. Es la factura de su estatus social. Jonathan Bottinelli es integrante de la zaga de Millonarios, apodo del club, y el último caso de secuestro en el fútbol. Bottinelli ha vivido esta semana el peor episodio de sus 28 años; el mejor, sin embargo, al menos en Italia con la Sampdoria, fue cuando anotó el 1-0 que apeó de la UEFA de 2008 al campeón de las dos ediciones anteriores, el Sevilla. Una etapa transalpina que duró seis meses antes de retornar a San Lorenzo y en julio de 2012 fichar por River.

En Argentina se cuenta que no hay mes o dos meses sin un secuestro. A medida que el fútbol ha crecido económicamente, no ha quedado al margen de la contaminación por desalmados. En el caso de Bottinelli, cuatro tipos abordaron su furgoneta encañonándole y le mantuvieron secuestrado conduciendo a lo largo de cuarenta manzanas, antes de que la Policía, merced a una anónima llamada, logró liberarle después de un tiroteo. "Los ladrones quisieron llevarlo a su casa y recorrer cajeros, pero él se negó. Fue ahí cuando recibió algunos golpes", relató el padre del futbolista, quien finalmente fue liberado y desposeído de 300 euros, el reloj, una cadena y el móvil. Un final feliz, pese a la tunda, que pudo ser trágico. No obstante, será difícil pasar página y no vivir con la amenaza. A esa misma hora, el exjugador y entrenador Sebastián Méndez, que fue jugador del Celta, también sufrió un robo a punta de pistola.

Lo de Bottinelli ni es nuevo, ni será el último secuestro del mundo del balompié. Ya el pasado abril, los también jugadores de River Villalva y Cazares permanecieron secuestrados durante media hora tras. Al igual que a Bottinelli, les robaron los objetos de valor y también el vehículo. Si bien, fueron liberados ilesos.

quini conmovió La nómina de prestigiosos jugadores afectados por el secuestro es sorprendente. En España el más sonado es el caso de Quini, quien en 1981, tras disputar con el Barcelona un encuentro ante el Hércules, fue raptado y permaneció 24 días alimentado una vez por jornada y sin ver la luz. Eso sí, el asturiano era despertado en el zulo de un taller mecánico con Julio Iglesias, su autor favorito. Tras la liberación Quini tuvo buenas palabras para sus captores, a quienes les retiró la acusación, aunque sí les exigió 35 millones de pesetas de indemnización por haber perjudicado al club catalán y no haber podido obtener la Liga.

El de Alfredo di Stéfano, retenido en 1963 durante 57 horas por un grupo terrorista venezolano que reclamaba notoriedad, fue otro caso popular. La historia está plagada de ejemplos y nombres reconocibles. En 2001, el hermano de Riquelme fue secuestrado y liberado un día más tarde tras abonar 160.000 dólares; en 2002, el padre de los hermanos Diego y Gabriel Milito estuvo tres días con sus captores antes del pago de 30.000 dólares; la hija del Toro Acuña fue secuestrada; en Brasil, entre 2004 y 2005, Robinho, Luis Fabiano, Grafite, Marinho y Rogerio padecieron los secuestros de sus madres; lo mismo el también brasileño Hulk con su hermana, y Romario o Jorge Campos con sus padres; lo intentaron con el progenitor de Deco; otros, como Cicinho o Roberto Carlos fueron asaltados aunque no llegaron a retenerles; la Policía también ha frustrado planes, como cuando desarbolaron la posibilidad de rapto de la mujer de Beckham o el de la hija y la mujer de Mathias Sammer; el propio Iván de la Peña dijo haber huído con su coche de un intento de secuestro, y Johan Cruyff ha reconocido que en 1977 sufrió la voluntad de un rapto que no llegó a consumarse...

Luego está la otra cara de la moneda, futbolistas que han formado parte de la actividad delictiva, secuestradores con información privilegiada dentro de los vestuarios. El portero mexicano Gato Ortiz vive en la cárcel, acusado de secuestro y asociación delictuosa; el guardameta brasileño Bruno, excapitán del Flamengo, está condenado por secuestrar y asesinar a su amante; el uruguayo Rubén Fernández simuló su propio secuestro tras gastarse en apuestas el dinero de la comunidad de viviendas de la cual era tesorero; el peruano Reimond Manco hizo algo parecido para evitar que le descubrieran ebrio. Otros no pudieron decidir su suerte, como el guatemalteco Carlos Mercedes Vásquez, jugador del Malacateco y asesinado en 2010 donde lo fueron en 2007 el presidente del club y su cuñado.

El padre de Romario estuvo secuestrado; a la derecha, Sebastián Méndez, el del Celta de Vigo, asaltado esta semana.

Entre 2004 y 2005, las madres de los brasileños Robinho, Luis Fabiano, Grafite, Marinho y Rogelio estuvieron secuestradas.

Alfredo di Stéfano fue secuestrado por un grupo terrorista venezolano que buscaba notoriedad.

Afectados por secuestros