Beasain. Es la hora y no está. Dicen con una sonrisa cuca que ya viene, que baja por Zumarraga tras dejar atrás la nieve amontonada en las laderas de Deskarga, la bisagra que abre la puerta del Goierri. "Allí había obras", se excusa luego Samuel, que también está en obras. Está construyendo su forma que tiene pensado explotar en mayo, en el Giro donde busca el podio. Antes, de todas maneras, se cita como cada primavera con la Vuelta al País Vasco (del 1 al 6 de abril), donde defiende su corona de flores. Por eso conduce -en realidad lo hace Vanesa, su mujer- en esta mañana invernal de sábado hasta Beasain. Para reconocer las dos últimas etapas de la ronda vasca que son una orgía de repechos. Le esperan Jon Izagirre e Igor González de Galdeano. Llega tarde.

Y la Vuelta al País Vasco, demasiado pronto. "No será el Samuel del año pasado", advierte Galdeano, que no elude, de todas formas, que la ronda vasca es uno de los objetivos prioritarios del equipo. De ahí la alineación: Samuel, Izagirre y Antón. "Pero Samuel será el líder", recalca el alavés. "Está preparado, como siempre, y sabe que no puede venir a pasearse a una carrera como esta, que tiene que estar bien, en condiciones, para afrontarla. Pero pese al esfuerzo para llegar a un buen nivel, tiene la cabeza en el Giro", abunda Galdeano, que, metáfora de la espera en Beasain, aguarda la llegada del estado de gracia de su líder por eso de la victorias. Euskaltel, de momento, no tiene ninguna.

El Goierri, sus entrañas, es un laberinto de carreteras estrechas que se abrazan a las montañas. Terreno incómodo. Pestoso. Duro. De ahí es Jon Izagirre, el futuro de Euskaltel. "El relevo de Samuel", dice Galdeano. Con 23 años ganó una etapa agónica en el pasado Giro, la mejor victoria vasca de la temporada. "Y este", le adula el alavés, "es el que está sosteniendo al equipo junto a Gorka, su hermano". Galdeano no habla de victorias, claro -"eso es lo de todos los años"-, sino de puntos. "Vamos octavos en el World Tour". Así se mide ahora el éxito en el ciclismo. "Ha cambiado todo: los mejores corredores corren para ganar desde febrero y en la preparación ahora está de moda esa que llaman inversa". La exportó Tim Kerrison de la natación para el Sky y propone la intensidad y la potencia como método de trabajo desde la pretemporada. "Samuel prefiere la clásica". La de siempre. Suele repetir el asturiano que lo que funciona no hay por qué cambiarlo, aunque no desprecie los avances. Desde que abandonara el pasado Tour tras una caída, cambió los platos tradicionales por los ovalados que lleva ahora. "Dice que se nota. Que se gana en potencia". También tiene incidencia en el estilo. "Ahora va más tiempo sentado".

Así, sentado, pasa por Gabiria, Liernia y Barbari -el descenso tiene un tramo totalmente descarnado que hace dudar de que se pueda transitar en carrera-, el tramo final de la quinta etapa de la Vuelta al País Vasco, con el joven Izagirre a su lado bailando alegre sobre los pedales. Hasta que llega Olaberria, que está a seis kilómetros de la meta de Beasain y se sube por una vertiente inexplorada de 1,2 kilómetros y 12% de media y una rampa final demoledora. Es una de las novedades de la carrera que se presenta la próxima semana, aunque ya se conoce que la crono final sube también por ese muro, que vuelve Azurki y que hay dos metas en alto: Arrate y La Lejana.

En Olaberria se despega Samuel del sillín. "Pero no es tan duro", matiza luego, recordando la etapa dantesca de la Tirreno-Adriático y los muros del 30% en la que fue quinto. "Es indicativo de que la dirección es la correcta, pero es cierto que no vengo tan fuerte como otros años", reconoce al fin Samuel; "aunque estoy bien, el objetivo es el Giro y la Vuelta al País Vasco, una parada en el camino. ¿Puedo pensar en ganar una etapa? ¿En el podio? A ver dónde me coloca la carretera". Y los rivales. Se espera a Valverde, Intxausti, Horner o Contador. "Es gente que vendrá apurando el pico de forma para las clásicas". Samuel, en cambio, va de camino al Giro. La Vuelta al País Vasco le llega pronto.