VITORIA. El Escor-Auto Abendaño arrancó ayer las finales del play off de la mejor forma que cabía imaginar. Es sólo el primer paso de una eliminatoria que, a tenor de lo visto, se antoja larga, sinuosa y extremadamente tensa, pero cuando arrancó la temporada pocos soñaban con estar así aquí y ahora. El triunfo por 5-2 cosechado por los alaveses en un choque duro y correoso frente al Puigcerdá les permite seguir soñando con su primer título liguero. Porque los sueños, además de ser gratis, han sido desde el inicio la base de este club consolidado ya por derecho propio en la élite del hockey sobre hielo nacional. Ayer, el duelo contra la escuadra catalana estuvo plagado de vicisitudes. Además de la tensión que se vivía a cada minuto en la pista -ambos equipos llegaban con muchas cuentas pendientes de enfrentamientos previos- el partido celebrado en el BAKH tuvo un gran protagonista, el portero Ander Alcaine.

El enfrentamiento fluyó desde el principio como sólo un partido de unas finales puede fluir, plagado de encontronazos y alto voltaje. El Escor-Auto Abendaño tardó poco en perforar la portería del Puigcerdá. El vitoriano Andoni Gavilanes, uno de los más coreados por la hinchada del Bipolo, abría el marcador en el minuto 6 tras culminar una excelsa jugada de Zigor Martínez. Apenas cinco minutos después, en el 11 del primer periodo, era el defensa Juan Bravo el que emulaba a su compañero sumando el 2-0 en el electrónico del BAKH. Mientras los colegiados se afanaban sin éxito en calmar a los jugadores de ambos equipos, el conjunto dirigido por Ibon Portularrambe incrementó los gritos de los espectadores anotando el 3-0 de la mano del delantero Adrián Beltrá. Los hombres del Puigcerdá bajaban la cabeza enrabietados por el resultado. No tardarían mucho en volverla a elevar. Pero no fue para recuperar aliento, sino para mirar al techo. Corría el minuto 28 cuando, con el 3-0 en el marcador, una pequeña parte de las luces de la pista fundió a negro. Aunque algunos focos continuaron funcionando sin problemas, la visibilidad era insuficiente para continuar con la contienda.

El partido se detuvo durante 25 minutos hasta que el problema fue subsanado con la mayor celeridad posible por los operarios de la pista de la ciudad deportiva del Baskonia. Durante la casi media hora que el minutero estuvo congelado el duelo corrió incluso peligro de suspensión, pero para tranquilidad de una grada que ayer llenó la pista y gritó como nunca, todo continuó con normalidad. Y la normalidad tenía nombre de portero. Ander Alcaine, el cancerbero del Escor-Auto Abendaño, se erigió ayer en la gran figura de la noche. Contuvo las acometidas visitantes una tras otra, en ocasiones sacando manos milagrosas con las que ya nadie contaba mientras observaba cómo el disco se dirigía a la portería. El juego brusco, de desgaste, correoso y en ocasiones extremadamente violento del Puigcerdá acabó por desquiciar durante varios minutos a los alaveses, que tras el parón provocado por la falta de luz volvieron a la pista más gélidos de lo que debían.

Así las cosas, no se dilató mucho el primer gol de la escuadra catalana, anotado por Ortega en el minuto 35 tras plantarse solo ante Alcaine, que en esta ocasión no pudo obrar el milagro y detener a su rival. A partir de ese instante el Puigcerdá sometió a los vitorianos a una pléyade de ataques constantes a la portería local que encontraron de nuevo el éxito al anotar Jan Simko el 3-2 en el minuto 47. Sin embargo, cuando más se atisbaba la posibilidad de que los de Girona empataran, el letón Vladims Adonjevs cortó de raíz la reacción visitante con un gol en el minuto 49 tras asistencia de Andoni Gavilanes. Seis minutos después, en el 54, Juan Bravo -omnipresente en la pista durante todo el duelo- sentenciaba logrando el 5-2 definitivo. A partir de ahí el partido se perpetuó entre parones, exclusiones y más de una bronca que finalmente no pasó a mayores. El segundo asaltó de este play off se traslada ahora al próximo sábado en Puigcerdá.