VITORIA. Con muchas dudas en el equipaje y un cansancio evidente tras el madrugón de ayer para, vía Florencia, aterrizar en Bilbao y coger a renglón seguido el mosquito que le dejó al filo del mediodía en Santiago de Compostela, el Baskonia retoma dos semanas después el pulso a la Liga ACB tras el pertinente paréntesis para la celebración de la Copa del Rey. Y lo hace visitando a un rival de infausto recuerdo que fue el encargado de precipitar, el pasado 18 de noviembre de 2012, la traumática destitución de Dusko Ivanovic.

El preparador montenegrino puso aquella aciaga jornada fin a prácticamente una década llevando los designios del combinado vitoriano tras una hiriente derrota que acabó con la paciencia de Josean Querejeta. Durante los tres meses posteriores, la reacción no se ha hecho esperar a nivel doméstico. De hecho, los gallegos han sido los últimos en destapar la vulnerabilidad de un Caja Laboral que, bajo la batuta de Zan Tabak, encadena doce victorias consecutivas que le han asentado con firmeza en la segunda posición de la tabla y convertido en la única alternativa posible al Real Madrid para la pelea por el liderato de la fase regular.

Únicamente dos victorias separan a los alaveses de una aspiración que figura en un segundo plano ante los problemas atisbados en los últimos tiempos. Fuera de estos sobresalientes números, el baskonismo no posee demasiados motivos para sacar pecho. Incluso se encuentra con la mosca detrás de la oreja tras unas actuaciones confusas, especialmente en la Copa y la Euroliga, que han hecho mella en el entorno.

Con apenas nueve jugadores útiles debido a la inoportuna lesión de Jelinek y el ostracismo al que se ve sometido Cabezas, la escuadra alavesa anda justa de gasolina, ha perdido esa fe que le permitió derribar varios muros a cabezazos y necesita prender cuanto antes la chispa defensiva ante los problemas para anotar en el juego posicional.

La visita al Blusens, inmerso en la pelea por un puesto entre los ocho mejores que le conduzcan por primera vez hacia las series finales por el título, supondrá el preludio de un calendario muy exigente. Porque, tras el duelo ante los gallegos, el Caja Laboral se medirá sucesivamente al Gran Canaria, al Barcelona, al Real Madrid y al Joventut. Esto es, cinco encuentros decisivos para saber si el primer puesto puede ser un objetivo factible o, en su defecto, una quimera. En las filas locales, nutridas básicamente de la calidad de Kendall, el instinto asesino de Corbacho desde más allá de los 6,75 metros y la intimidación de Mejri, causará baja el base Andrés Rodríguez.