Niks Apsitis sería un gran candidato para participar en el programa de televisión Letones por el mundo. O lo sería si en su país natal existiera un programa titulado Letones por el mundo. Con apenas 20 años, este defensa del Escor-Auto Abendaño abandonó Riga el pasado verano para vivir su primera aventura profesional lejos de casa. Tenía otras ofertas, pero se decidió por Vitoria.

Seis meses después, el tiempo le ha dado la razón. Sustentado en sus casi dos metros, Apsitis levanta un muro de contención a su alrededor que los rivales aspiran a derrumbar cada partido. Hasta ahora han sido pocos los afortunados. A partir de las 20.00 horas, serán los jugadores del Puigcerdá los encargados de chocar contra él para avanzar hacia la portería e intentar arrebatar el triunfo a los alaveses. De la capacidad de Apsitis para detenerlos dependerán en gran medida las opciones de éxito del conjunto vitoriano, que hoy en el Bakh se adentra en la historia con la disputa del duelo inaugural de la final de la Liga Nacional de Hockey Hielo. Un play off al mejor de cinco partidos frente a un contrario con el que saltaron chispas en los cara a cara de la fase regular. Pese al frío de la pista, las finales se anticipan bastante calientes. Será allí, en el hielo, donde este letón se elevará por encima del resto de jugadores para comandar desde la zaga al plantel de Ibon Portularrume.

Los años de entrenamiento en las congeladas pistas de Letonia empezarán entonces a dar sus frutos. Y es que él, como el resto de niños de su país, forjó su futuro en este deporte a base de sueños bajo cero. "Fue una noche de 1997. Tenía cinco años y mi padre me puso un stick en la mano por primera vez en mi vida", rememora Apsitis en un inglés con acento del Este digno del mejor villano de James Bond. Su imponente presencia física contrasta sin embargo con un rostro y una sonrisa casi adolescente, aunque no es ni su acento ni su sonrisa lo que los rivales del Escor-Auto Abendaño se topan de bruces cuando patinan a la caza del disco. Hijo de un jugador aficionado, hermano de un jugador profesional, esta joven promesa frunció el ceño cuando le plantearon la posibilidad de jugar en una ciudad llamada Vitoria. Google se convirtió de pronto en su mejor amigo. "Busqué algo en Internet sobre la ciudad y sobre el equipo. No había mucha información en inglés", lamenta.

Dispuestos a cincelar un club capaz de aspirar al título, los gestores del Bipolo buscaban en Apsitis el salto de calidad indispensable para soñar con un puesto en la final. Lo encontraron en Letonia, cuna histórica de grandes defensas de un deporte que vivió su primer apogeo durante los años de ocupación soviética tras la Segunda Guerra Mundial.

Lejos de Riga, el jugador báltico ha encontrado en Vitoria un escenario ideal para seguir creciendo. Gélido como él solo, no muestra atisbo de morriña cuando se le pregunta por la familia y los amigos que dejó para fichar por el cuadro alavés. "No es duro estar lejos de ellos. A veces hablamos por Skype y les veo en la cámara. Eso me vale para no echarles mucho de menos", zanja mientras cruza la mirada con un curioso que le observa desde la distancia. "Seguro que está pensando que soy un jugador del Baskonia. Me preguntan mucho", informa entre risas a su interlocutor, que poco después se sorprenderá al escuchar cómo Apsitis, cuya imagen vestido de guerra haría temblar al común de los mortales, asegura morirse de vergüenza cuando comete un fallo en la pista: "No soporto cometer errores. Me avergüenzo cada vez que ocurre, aunque luego escucho a los aficionados y eso me reanima".

Esta tarde, los seguidores que se acerquen al BAKH tendrán ocasión de contribuir con sus gritos al éxito del Escor-Auto Abendaño. Frente a ellos, un potente Puigcerdá que por si fuera poco se ha reforzado -a destacar el fichaje del delantero eslovaco Jan Simko- de cara a estas finales. "Tenemos que salir a jugar como sabemos, a jugar nuestro hockey y no el suyo. Si jugamos a su estilo, nos ganarán", advierte sobre este reencuentro con el conjunto catalán. ¿Volverá a cortarse la tensión con un cuchillo como en los partidos previos? "No lo sé. El hockey es un deporte duro y en los partidos pasan muchas cosas. Yo no hablo con los rivales, no tengo amigos en los otros equipos. Sólo en el mío", concluye. Afortunados hoy los que estén de su lado.