Bilbao. Siempre insaciable, sin que la edad calme ese hambre de triunfos que le ha convertido en el mejor ciclocrosista de la historia, Sven Nys ha podido degustar por segunda vez el triunfo más sabroso. Once veces campeón del Superprestigio, seis veces ganador de la Copa del Mundo, donde ha levantado los brazos en 46 carreras, y ocho veces campeón de Bélgica, donde es adorado como una deidad. Pero al palmarés del especialista más grande siempre le perseguía una coletilla incómoda: en su extensa carrera solo había ganado un Mundial. Ayer, sobre la nieve de Louisville, en Estados Unidos, cuando asoma el ocaso de su carrera a sus 36 años, el belga conquistó su segundo arcoíris. Lo hizo domesticando su rabia, controlando con cabeza una carrera en la que muchos intentaron marcar el ritmo. Esperó su oportunidad y no perdonó. Para cuando sus rivales se quisieron dar cuenta, el Caníbal se relamía en el podio.
La carrera, adelantada un día por las temidas inundaciones del río Ohio, siguió un caótico guión en el que todos los favoritos entraron en escena en algún momento sobre el helado circuito americano. Los primeros en probar suerte fueron Martin Bina y Francis Mourey quienes atacaron con ritmos exigentes desde la primera vuelta. Su fogosidad les pasaría factura después hasta el punto de que Mourey ni siquiera terminó entre los diez primeros.
El potencial de los corredores belgas empezó a quedar claro cuando Kevin Pauwels dio caza al hiperactivo Mourey. Poco después, Nys y Vantornout se incorporarían a la cabeza. Desde el inicio, uno de los favoritos se quedó fuera de las quinielas. Niels Albert no estuvo a gusto en ningún momento de la carrera por culpa de una mala salida y un pinchazo.
Problemas para pauwels Otro problema con la cadena hizo que Pauwels perdiese contacto con la cabeza y un segundo contratiempo mecánico también le dejaría sin opciones a pelear por el triunfo. Fue entonces cuando la dupla Nys-Vantornout comenzó a endurecer la carrera.
A falta de una vuelta y media fue Vantornout quien atacó a su compañero de aventura. Tras un arreón inicial, el ocho veces campeón de Bélgica sacó a relucir sus galones y se puso a su altura. Le enseñó los dientes y, como si Vantornout no pudiese aguantar el terror de verse marcado por la dentadura de Nys, perdió el ritmo por un fallo de un pedal. Nys empezó a abrir una brecha que a la postre sería definitivo.
A la estela de Nys, donde ya no intimidan los bocados del Caníbal, Vantornout se sintió otra vez fuerte y se exprimió para darle caza. Pero la recta final se le quedó corta y tan solo pudo quedarse a dos segundos del éxtasis de Sven Nys.
En un plano más terrenal, los dos representantes vascos cuajaron una buena actuación. Aitor Hernández, gran dominador de la temporada estatal, terminó en vigésimo tercera posición, a menos de cuatro minutos del ganador. El alavés Javier Ruiz de Larrinaga fue vigésimo octavo, a cinco minutos y quince segundos de la cabeza.
Lastra, décimo quinto La jornada de ayer también sirvió para que el corredor bilbaino Jonathan Lastra se estrenase en el Mundial sub'23. El ciclista de Hirumet se había marcado quedar por debajo del puesto 25, "todo lo que no sea eso, sería un fracaso". Pues dicho y hecho. El vizcaino consiguió terminar la carrera en 15ª posición.
Tras una salida discreta en la que se vio condenado al 27º puesto, Lastra fue remontando hasta verse peleando por un puesto entre los diez primeros, algo que ni se le hubiese ocurrido en sus sueños más optimistas. "He empezado nervioso y he patinado en un par de curvas que me han dejado lejos del grupo de cabeza", repasaba Lastra tras la carrera, "mi momento de forma era bueno y lo he podido ir demostrando con el paso de las vueltas. El resultado ha podido ser incluso un poquito mejor, pero en el sprint se me ha metido un francés y he terminado el quince. Es una inmejorable manera de terminar la temporada".