Vitoria. Tras el último desafío de Jose Mourinho, dejar en la suplencia nada menos que al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia Iker Casillas, han comenzado a proliferar las encuestas en los medios de comunicación sobre el técnico portugués y su situación en el Real Madrid, y de todas ellas se desprende que Mou ha perdido el fervor de la inmensa mayoría de los aficionados del club blanco. Los mismos que hasta hace poco pasaban por alto sus fanfarronadas y gestos chulescos, no en vano la conquista de la última Liga, batiendo el récord de goles y puntos del campeonato y a costa del sideral Barcelona, se considera suficientemente amortizado en una entidad acostumbrada al éxito cotidiano.

Es más. La hinchada se hace eco de una opinión común entre los analistas futbolísticos. Que Jose Mourinho está forzando su salida del Real Madrid, toda vez que la Liga ya la tiene perdida, y así lo reconoce públicamente, por más que su presidente, Florentino Pérez, siga propalando a modo de consigna irrenunciable que el Madrid nunca se rinde, y sobre todo se siente acosado por los medios de comunicación, que no le perdonan sus desplantes, y con evidentes problemas en el seno de la plantilla.

Con el Barça a 16 puntos de distancia, el Real Madrid tiene sin embargo aún intacto un objetivo mayúsculo, convertido en obsesión. La Décima. Esa Copa de Europa que se le resisten desde 2002. Pero la competición continental no se reanudará hasta finales febrero, y será entonces cuando se enfrente con el Manchester United, un rival de abolengo, actual líder de la Premier y que contará con el factor campo a su favor. Pero, ¿y hasta entonces?

la sorpresa Gestionar los tiempos después de la lluvia que está cayendo sobre los tejados del Santiago Bernabéu se ha convertido en un grave problema para Florentino Pérez, quien el pasado sábado se enteró pocas horas antes del partido y por una periodista de Canal + de la suplencia de Iker Casillas frente al Málaga. Su asombro y posterior cara de resignación fue recogido por las cámaras de televisión. La derrota en La Rosaleda transformó en chatarra la apuesta de Mou y puso en un brete al presidente madridista, quien en los últimos días había reforzado los gestos de apoyo hacia el entrenador.

José Mourinho tiene contrato en vigor hasta junio de 2016 y su rescisión le costaría al club blanco 20 millones de euros. El técnico dejó bien claro el pasado sábado, tras la derrota en Málaga, que para nada entra en sus pensamientos la hipótesis de la dimisión. Sin embargo Florentino Pérez sí se ha planteado la opción de la destitución. Opción que ha sido descartada, al menos de momento, porque no ha encontrado un recambio apropiado.

Al respecto y por sugerencia de Zidane, su consejero personal, contempló la posibilidad de contratar al italiano Marcelo Lippi, un técnico de prestigio y experiencia contrastada.

Florentino Pérez indagó por esa vía y se encontró con que Lippi está ligado al Guanghzou chino por un suculento contrato de dos años que no está dispuesto a romper para embarcarse en una breve y peligrosa travesía en el Real Madrid.

Pero el paréntesis abierto por las vacaciones navideñas más que a la reflexión ha provocado el efecto contrario al esperado. Que sólo se hable del Real Madrid y de su profunda crisis.