Bilbao. La temporada pasada y cumplida la décimo sexta jornada de Liga, el Real Madrid reinaba en el campeonato. Con 40 puntos tenía tres más que el Barça, segundo en la tabla, y distaba en 7 al Valencia, tercero. El Real Madrid terminó la campaña batiendo récords. Llegó a los 100 puntos, anotó 121 goles en 38 jornadas y, sobre todo, acabó con la hegemonía del equipo azulgrana. José Mourinho, The special one, había triunfado, y Florentino Pérez, el presidente de la Casa Blanca, sacaba pecho. Se salió con la suya. Mou podía ser un antipático y prepotente. Le obligó a sacrificar a su mano derecha, Jorge Valdano. Se enfrentó a la UEFA, a la prensa. Al sentido común. ¿Importa? Mou le había dado, al fin, la Liga.

Un año más tarde, cumplida la décimo sexta jornada, el Real Madrid es tercero, a trece puntos de distancia del Barça y por debajo de su rival local, el Atlético de Madrid. Y se ha dejado por el camino quince puntos, uno más que en toda la temporada pasada.

El panorama es tan sombrío como clarificador. Tanto que Mourinho admitió el pasado domingo lo evidente tras empatar (2-2) con el Espanyol en el Santiago Bernabéu. "Nunca me he visto en una situación como ésta de perder tantos puntos. Hay que seguir porque es el Madrid, pero la Liga está casi imposible", argumentó evidenciando que tira la toalla cuando aún faltan 22 partidos por disputarse.

Instantes después volvió a señalar a un jugador a modo de culpable, deshonor que en esta ocasión recayó en Luka Modric, el gran fichaje que pidió el pasado verano y que apenas ha entrado en sus planes. Cuatro días antes, cuando el Madrid perdió en la Copa contra el Celta (2-1), señaló a Di María, e incluso a Benzema. Porque siempre hay un jugador culpable. Y porque nunca es el entrenador.

con la plantilla, con la prensa Con esta política, Mourinho ha inoculado el malestar en el seno de la plantilla. Tiene también en su contra a los medios de comunicación madrileños, incluso a quienes hasta hace poco le reían sus gracetas. El episodio que protagonizó con un periodista de Marca, a quien intentó sonsacare el nombre de las tres ovejas negras que tiene en el vestuario a la manera mafiosa, ha sido la gota que desborda el vaso.

El diagnóstico parece coincidente: Mourinho está abriendo la puerta de salida, y solo le queda la baza europea; ganar la Décima para no salir del club más laureado de la historia protagonizando su mayor fracaso personal.

Y a todo esto, Mourinho en su huida hacia adelante en plena crisis de resultados y mal juego también ha dejado en mal lugar al presidente, Florentino Pérez, que el pasado sábado durante un acto institucional de entrega de insignias, volvió a salir en defensa del Mourinho. "Tenemos el mejor entrenador del mundo". "Ha tenido que soportar ataques y descalificaciones injustas y desproporcionadas. Quiero expresarte mi reconocimiento, mi confianza en tu trabajo y todo mi cariño", enfatizó.

Dicho lo cual y preguntado al respecto, Mourinho ni tuvo el detalle de valorar, ni tan siquiera para agradecer el diáfano respaldo del presidente, quien ayer, durante la tradicional comida navideña, sí le lanzó un dardo: el Madrid "no se rinde nunca", dijo, en un claro mensaje al técnico campeón convertido en derrotista.

Hay que remontarse hasta la campaña 2008-09 para encontrar registros peores que los que presenta actualmente el Real Madrid. Entonces sumaba 29 puntos y era quinto.

Todo lo que vino después de aquel año, con Juande Ramos de entrenador, mejoró lo hasta ahora hecho por Mourinho, empeñado en triunfar, al menos, como el más antipático.