si había un equipo que estaba pasando por un periodo de buenos resultados que le había impulsado al tercer puesto (cinco partidos ganados y tres empatados, con solo tres goles encajados), ese era el rival de ayer que, por desgracia, no se parece en nada a su hermano mayor. Mientras que, en el otro lado, el Deportivo Alavés comparecía en Mendizorroza ante su afición con la tercera derrota liguera en su haber después de ofrecer la peor versión de la temporada en tierras aragonesas. Así que la tarea designada, doblegar al enrachado conjunto bilbaíno, no se presentaba nada fácil.

Si ya de por sí el rival era fuerte, el Alavés, por si acaso, le facilitó la labor en los primeros instantes del encuentro. Desgraciadamente, como acostumbra últimamente. Tras unos inicios de tanteo donde nadie tomaba riesgos, es el filial el que se hace dueño del balón y del ritmo del choque. En los siguientes minutos se ve a un Alavés sin ideas, con el centro del campo desaparecido, sin ritmo, lento en sus acciones y sin acercarse al área contraria. Como consecuencia de esta lentitud llega el 1-0. En la jugada quedan en entredicho los centrales (el uno por el otro la casa sin barrer) y el delantero rojiblanco marca con total facilidad. Incapaces de dar tres pases seguidos al compañero, los albiazules deambulan por el campo viendo cómo el rival le gana en todas sus acciones. Pero lo que son las cosas, cuando peor lo estaban pasando llega la única jugada con visión ofensiva que termina con el gol del empate en una jugada bien trenzada aunque finalizada con un golpe de fortuna.

En la fresca y ventosa tarde alavesa, el partido prometía emoción y no defraudó. Decían las previsiones que el encuentro iba a ser complicado y por eso fui preparado para sufrir, si bien con la esperanza de sacar adelante al menos el resultado. Al final tampoco fue para tanto, aunque a los quince minutos el Athletic se pusiera por delante en el marcador con lo que se las prometían muy felices. A pesar de la ligera mejoría en la reanudación no pudo lograr la victoria que les habría supuesto una fuerte inyección de moral de cara a finalizar líderes destacados en la primera vuelta. Un partido más el equipo albiazul vuelve a demostrar un claro retroceso y está pidiendo a gritos que llegue el descanso navideño para poner las ideas en claro.

Así, cuando falta únicamente una jornada para que se celebre el último partido del año, y con él lleguen las anheladas vacaciones, el Deportivo Alavés ha entrado en una fase de inusitada intranquilidad. Los resultados obtenidos en los últimos encuentros, unido al bajón en su juego, dibujan un panorama poco halagüeño para los albiazules. Con el empate de ayer motiva aún más a su inmediato perseguidor, el sorprendente octavofinalista copero Eibar, que ganando a su rival de hoy, el sólido Lleida, logre reducir la ventaja a la mínima expresión? a no ser que el esfuerzo copero le pase también factura. Estaré expectante para saber qué nos depara este enfrentamiento.