Durango. La familia del ciclismo vasco exhibió ayer su mailot de luto tras el fallecimiento de Juan Mari Balier, una de sus figuras más representativas en Euskadi. El vizcaíno fue, primero, ciclista profesional entre 1961 y 1964 y, asimismo, el "alma máter" -como le definen sus compañeros- de la histórica Sociedad Ciclista Duranguesa, entidad con la que llegó a meta de grandes retos como fueron su querida Subida a Urkiola, el Café Baqué o el equipo femenino Bizkaia-Durango. La misa funeral se oficiará hoy en la basílica Santa María Uribarri de Durango a las 19.00 horas.
La Sociedad Ciclista Duranguesa fue la primera en lamentar la pérdida humana: "Juan Mari ha sido un hombre entregado en cuerpo y alma al ciclismo. A parte de ser figura destacada como ciclista, su mérito está tanto en la dirección de equipos y como organizador". El director del club, Juanjo Bilbao, adelantó que le rendirán un homenaje póstumo "como merece" porque fue "el típico presidente de ciclismo conciliador entre personas de diferentes ideas, era de aunar para con optimismo luchar por la Duranguesa. Ha sido, sin duda, el mejor captador que hemos podido tener", dijo Bilbao.
Juan Mari Balier Elorriaga era hijo del ciclista José Martín Balier Astigarraga, un hombre que tras salir de trabajar en la fundición sacaba fuerzas y tiempo para entrenar. De él heredó la pasión y la capacidad de sacrificio. Militó en un club de Barakaldo con el que llegó a competir con profesionales de la época.
Más adelante, él junto a otras personas, como Jon Elorriaga, constituyeron una de las sociedades con más solera y respetadas del pelotón vasco como sigue siendo la Duranguesa. De este embrión, Balier gestó el equipo de Café Baqué, un equipo hecho a la medida de Julián Gorospe, la perla del club. Pedaleaba el año 1979. Café Baqué sigue siendo un emblema del ciclismo vasco que ha empujado a profesionales a los hermanos Gorospe, Angoitia, Etxebarria, Horrillo, Leanizbarrutia, los Otxoa, Mayo, Camaño, Landaluze, López... "¡Quitando a Marino Lejarreta, a todos!", resume Julián Gorospe ensalzando la labor de Balier y Sabino Angoitia.
Para el mayor de los hermanos de Mañaria, Balier fue su descubridor. "Él llevaba la Autoescuela Gresa y con su patrocinio corrimos carreras en juveniles, como director", explica Julián, quien además de lamentar la pérdida de Juan Mari le reconoce que "le debo mucho, le estoy muy agradecido a un hombre que siempre ha estado vinculado al ciclismo".
El histórico Antón Barrutia recibió la noticia con "una pena terrible". "Llegamos a correr alguna carrera juntos y Juan Mari andaba muy bien. Ganó algunas, pero decidió de joven dejar la bici". El de Iurreta, quien consiguió 52 victorias en su época, define a Balier, con quien compartía la sociedad gastronómica Lagun Onak de Arriandi, como un hombre "con mucha personalidad, serio, de mucho carácter y fuerte, terriblemente fuerte".
Pedro Horrillo conoció la noticia camino a Madrid y acertó a destacar "su pasión" por el ciclismo, y cómo estaba encantado de dedicar su vida a este deporte. "Se volcaba", resume Horrillo.
Fuentes familiares subrayaron su labor de apoyo constante al deporte de las dos ruedas. También su carácter. "Fue un encanto, muy buena persona y mejor padre, estupendo". Ensalzaron, asimismo, el papel que cumplió para promover el papel de la mujer en el ciclismo. Desde el año 2000, se centró junto a otros compañeros en el conjunto femenino, Bizkaia-Durango, que tuvo en Joane Somarriba su líder, y en las categorías inferiores. "Su mérito ha sido, tras ser ciclista, en la dirección de equipos y como organizador", valoran desde la Duranguesa. Así, fue director del equipo aficionado: Cafés Baqué-Sociedad Ciclista Duranguesa Élite-Sub/23, y organizador de pruebas ciclistas. Desempeñó las funciones de presidente de esta sociedad desde el año 1986 hasta la fecha, cuando el club deberá nombrar a su sucesor. Fue director deportivo con el equipo de aficionados desde su fundación (1979) hasta principios de los noventa. Dirigió también la Urkiola Igoera-Subida a Urkiola (1984-2009) y coordinó la organización de la prueba internacional de féminas Durango-Durango Emakumeen Saria (2001-2012). Balier, además, fue el máximo responsable del equipo femenino UCI Bizkaia-Durango. "La huella que ha dejado Juan Mari no solo dentro de su sociedad sino en el ciclismo vasco será imborrable", concluyen desde la Duranguesa, entidad que recibió el Astarloa Saria, galardón anual del PNV de Durango.
Ayer, muchos amigos coincidieron en que todo el corazón que Balier puso en el ciclismo y más concretamente en su reto de la Subida a Urkiola, le llevó hasta la última rampa de su vida. Al final de la jornada de la última edición, en 2009, de esta histórica cita, Juan Mari Balier se desplomó por un infarto. El presidente de la Duranguesa trató por todos los medios de mantener la prueba, pero la falta de patrocinador obligó a dejar de organizarla.