Joaquim Rodríguez (Katusha)4h10:28''

Alberto Contador (Saxo Bank)a 5''

Alejandro Valverde (Movistar) a 13''

GENERAL

Joaquim Rodríguez (Katusha)53h06:33''

Alberto Contador (Saxo Bank)a 22''

Christopher Froome (Sky)a 1:41

ancares. "Quedan días bonitos", dice Valverde tras una etapa preciosa bajo el sol y por Os Ancares, un lugar salvaje de valles y montañas, de bosques cerrados y carreteras que no conducen a ninguna parte. Por ahí, el GPS se vuelve loco. Es mejor preguntar. A las aldeanas, la buena gente de la montaña, o en las cantinas donde recuerdan que no hace mucho, los años 70 o por ahí, la mayoría de los caminos estaban sin asfaltar y donde acababa el suelo empezaba la tierra de los burros y los carros, la de los osos, los gatos monteses y los lobos. O fin do mundo, le decían. Por allí, pero sobre el asfalto, corrió ayer la Vuelta. Fue un día de velocidad bestial. Precioso a la vista pero agónico para las piernas. Ciclismo salvaje. De hachazos sin piedad, de alternativas, de incertidumbre y un final de infarto. Así lo quiso Contador, que preparó el terreno para su asalto al liderato, corrió encendido y desafiante, espectacular, y acabó cediendo ante el líder Purito, que los es aún más tras ganar la etapa y mostrarse tan fuerte como calculador, dos valores que le convierten en una roca durísima de mover. Entre el catalán y el madrileño hay ahora una herida de 22'', suturable, pero la brecha con Froome y Valverde se abre ya hasta 1:41.

"Ahora es más una cosa entre Purito y yo", opina con cuidado de no menospreciar a los otros dos magníficos de la Vuelta Contador, que llegaba a su terreno, la montaña de los puertos largos y duros y antes de que nadie le preguntara respondió a unas cuantas cuestiones. ¿Empieza su Vuelta? ¿Atacará ya? ¿Esperará? ¿Está bien? El madrileño puso a su equipo a tirar casi de salida para atar en corto la fuga populosa en la que estaban, entre muchos, Txurruka y Garate, y borró cualquier atisbo de duda. Por si la había. Empezaba su vuelta, atacaría, no esperaría y sí, está bien.

El ritmo del SaxoBank fue una tortura. A Antón, las piernas duras desde salida, resacosas de la paliza por Galicia, le pareció un día bestial. Se le quitaron pronto las ganas de atacar, y supo enseguida que tocaba sufrir para resistir. Cuando no hay piernas, dijo, pedalea la casta. De eso trataba el viaje o fin do mundo, a Ancares. De sobrevivir como fuera. A Contador y sus ataques endiablados.

Antes del asalto final a la montaña, la carrera lanzada en Folgueiras de Aigas, la antesala dura de Ancares, un momento para llenar los pulmones del aire puro del paraíso. Pinchó Alberto Contador su rueda delantera, se la cambió con Jesús Hernández y el rato que tardó en volver a agitar el rimo del pelotón, o lo que quedaba de él, fue el último instante de paz antes de que la carrera saltara por los aires en un espectáculo colosal.

las sangre fría de 'purito' Gran parte de la culpa la tuvo Majka, el gregario polaco de Contador, que revolucionó el ritmo desde abajo, a machete, e hizo temblar el grupo. Tanta velocidad mandó a Gesink al abismo. Y puso a Antón en el borde del precipicio. Ahí se quedó un buen rato el escalador vizcaino. Sufriendo. "Tirando de casta y aguantando". Así, cinco kilómetros. En el alambre. Hasta que entró Contador en ebullición.

Un último acelerón de Majka catapultó al madrileño a 3,5 kilómetros de meta y el grupo se deshizo en mil pedazos. A la sombra de Alberto se colocó Valverde y nadie más. Ni siquiera Purito, el líder que corre con las piernas y la cabeza y se deja cada mañana el corazón en el autobús. Así, no comete errores.

Fue un acierto de Joaquím no subirse a ese tren que le llevaba a la muerte. "Iban demasiado deprisa", contó luego; "y pensé que a esa velocidad no se podía llegar arriba". Se aplicó otro cuento Purito. "Si siguen así no voy con ellos". Se sugirió prudencia, calma, se echó un chorro de agua fría en la cabeza y levantó un poco el pie. Sabía el terreno que pisaba.

Valverde, no. "No conocía Ancares ni nada de lo que queda", reconoció. Así que se fio de sus piernas, las sensaciones buenas, y le puso ritmo al ataque de Contador, que buscó refugió a la rueda del murciano. Ese tren acabó por detenerse. O eso, o no llegaba hasta arriba. Ya lo había vaticinado Purito, que llegó a su altura montado en su sangre fría y escoltado por Dani Moreno.

El último km. de Purito A Contador, le hervía. Miraba para atrás y veía pequeña y retorcida la figura de Froome, el inglés que le echó coraje, no se desenganchó de la Vuelta pese a estar pasándolas canutas y pedalada a pedalada fue acercándose a la sombra de sus rivales. Antes de que lo hiciese, volvió Contador a la carga con un ataque demoledor a dos kilómetros de la cima. Esté sí, irrespondible para Valverde y Purito, que se miraron y no movieron ni una pestaña. El murciano, porque estaba aún digiriendo el derroche; el catalán, porque se lo decía la cabeza. Sangre fría. "Alberto tiene un cambio de ritmo demasiado brusco y espectacular para mí. Si salgo a por él me paso de tuerca".

Con su vuelo, Contador ganó altura y desapareció entre la muchedumbre. Mientras, Purito y Valverde se reencontraban con Froome, que les alcanzó y les pasó por la izquierda a toda velocidad. La resurrección del inglés sorprendió tanto al líder que pensó que había subido remolcado por una moto. Iban por una rampa más amable de Ancares, la de la aldea de Balouta. En el siguiente muro, Froome se volvió a estrellar. Le quedaba una agonía de un kilómetro de longitud.

Esa es la distancia de Purito, que había subido envuelto en hielo, frío, y obedeciendo a la cabeza, que le decía que regulara, que esperara, que quedaba tiempo y terreno para alcanzar a Contador. Bajo la pancarta del último kilómetro abrió las alas el líder, se despegó de Valverde y Froome y en cuatro pedaladas se puso a la estela del madrileño, que iba ciego, se le complicaron un par de curvas duras repletas de público y asumió con resignación la llegada de Purito. Aún así, atacó una vez más antes de que su rival catalán le asestase la última cornada cuando apenas quedaban cien metros.

"Al final, es lo de siempre", dijo luego Valverde. "Nos sacamos unos segundos entre nosotros". Así va tejiendo Purito su jersey rojo. Segundo a segundo. Ayer le metió cinco a Contador en la etapa y otros cuatro de bonificación. A Valverde, trece más ocho. Y a Froome, 35 más doce. En la general, Purito tiene 22'' de ventaja sobre el madrileño y 1:41 sobre los otros dos. "Es una cosa más entre Purito y yo", valoró, positivo, Contador. "Pero no hay que descartar a Alejandro y Froome, aunque es cierto que ahora no me tengo que volver loco con sus ataques", advirtió Joaquim, que bajó de Ancares, o fin do mundo, como sube los puertos de la Vuelta. En su helicóptero privado, volando.

Con él se fue Dani Moreno. Mientras que Contador, Froome, Valverde y Roche lo hicieron en el aparato de la Vuelta. Había sitio para uno más, para Gesink, pero el holandés prefirió bajar en el autobús del equipo. Dicen que por miedo a volar. Ayer, fue uno de los que se quedó anclado a la tierra antes de que Contador se encendiera. Y de que, después, lo apagara Purito.