alcañiz. El teléfono de Joseba Beloki no paró de sonar toda la mañana. Querían saber cómo veía eso de ganar el Tour diez años después de subirse al podio un escalón por debajo de Armstrong. Pero el gasteiztarra no descolgó ni una llamada. No quería saber, ni opinar, ni hablar del asunto. Estaba triste porque, seguramente, más que cualquier cuestión personal, le duele el hecho de que el ciclismo, el deporte que ama, vuelva a quedar ridiculizado, salpicado por un escándalo monumental. Solo hizo declaraciones en Radio Euskadi, donde ejerce de comentarista, y sus frases están recogidas en el entramado adjunto.

Ningún otro caso vinculado con el dopaje llega a la altura del que puede borrar el palmarés de Armstrong y reescribir así la historia del ciclismo y del Tour. Despojado Armstrong de sus siete títulos, todos los rivales a los que dominó en la carretera subirían un peldaño en el podio de París. Así, Ullrich sumaría tres triunfos más en el Tour (2000, 2001 y 2003) al que ya ganara en 1997; y Zulle (1999), Beloki (2002), Klöden (2004) y Basso (2005) tendrían uno cada uno, el primero. Laurent Dufaux, escalaría hasta el tercer cajón de 1999; Christophe Moreau, al de 2000; el difunto Andrei Kivilev, al de 2001; Santiago Botero, al de 2002; Tyler Hamilton, al de 2003; Ullrich, al de 2004; y Mancebo, al de 2005. Al del Tour de 2009 en el que Armstrong fue tercero se sube Bradley Wiggins, cuarto aquel año. "Sé quién ganó esos siete Tours, mis compañeros saben quién lo hizo y todos los que compitieron conmigo saben quién ganó", dijo Armstrong.

Indurain, de nuevo único De la misma manera, Miguel Indurain pasaría, de nuevo, a ser el único corredor en la historia del Tour que ha ganado cinco Tours consecutivos. Junto a él, en el mausoleo ciclista, volverían a quedarse en petit comité y como pentacampeones del Tour Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault.

De todas maneras, la reescritura del palmarés del Tour en el caso de que la UCI acepte la sanción que propone la USADA da lugar a una situación esperpéntica. Borrado Armstrong por una cuestión de dopaje que debe probar la agencia estadounidense en un proceso en el que el americano se niega a defenderse, sus títulos quedarían en manos de ciclistas manchados por cuestiones de dopaje, pues se encuentran involucrados en casos como la operación Puerto, el de Festina en el Tour de 1998 o dieron posteriormente positivo.

Un vistazo rápido a los podios de las dos últimas décadas revela un paisaje desolador de ciclistas perseguidos por la sombra del dopaje como Virenque o Pantani, que estuvieron en algún podio escoltando a Indurain en la primera mitad de los 90. Riis, que reconoció haber recurrido a la EPO para acabar con el campeón navarro en 1996, estuvo acompañado ese año por Ullrich y Virenque. El alemán ganó el siguiente Tour con el francés a rueda. Y Pantani el de 1998 antes de los siete seguidos de Armstrong. Tras el texano llegó Landis, despojado de su triunfo en 2006 por un positivo que dejó el Tour en el palmarés de Pereiro. En 2007 y 2009 ganó Contador, que también se llevó la carrera francesa en 2010 aunque luego se lo quitaron, también el Giro de 2011, por el asunto del clembuterol y el solomillo de Irun.

El nuevo escándalo vuelve a tirar por los suelos la imagen del ciclismo, que queda pisoteada. No hay en la historia del deporte un caso similar. Ni la medalla que Ben Johnson tuvo que devolver a Carl Lewis tras ganar los 100 metros en Seúl'88, ni la mentira de EPO de Juanito Muehlegg en los Juegos de Invierno, ni siquiera el asunto de los laboratorios Balco que hundió a la atleta Marion Jones o a Tim Montgomery y que llevó hasta sus últimas consecuencias la USADA, que ahora está a punto de borrar a Lance Armstrong de la historia.