Jaca (Huesca). Ayer por la mañana el destino, tan caprichoso como siniestro, le metió un palo entre los radios al nuevo proyecto de Euskaltel-Euskadi. En el kilómetro 1,2 de la etapa del Tour de Poitou-Charentes, en Francia, Samuel Sánchez hizo el afilador con la rueda trasera de Yaroslav Popovych, perdió el equilibrio y se precipitó al suelo. En el aire, los reflejos le hicieron esconder la mano derecha para protegerla y así, lo primero que golpeó el asfalto fue su clavícula, la parte más delicada, por huesuda, del cuerpo de un ciclista, su parachoques. No se la partió el andamiaje, pero sí se hizo un esguince de articulación acromio-clavicular de grado dos, lo que, de momento, quiere decir que deberá esperar a los resultados de las radiografías que se le realizarán hoy en Oviedo para conocer el verdadero alcance de la lesión, una dolencia que llega en un momento delicado. Aunque la cosa no pinta bien y los cálculos sobre su recuperación sitúan los plazos en unas dos semanas.

Ese tiempo es el que, en principio, permanecerá parado Samuel, lo que complica mucho su final de temporada y hace meditar al corredor sobre una posible renuncia a lo que queda de año para pensar ya en el siguiente curso. El ciclista ovetense, que tenía en mente disputar el Mundial de Valkenbourg para alcanzar su sueño arcoíris, prolonga con esta caída su racha de infortunios en una temporada de altos altísimos y bajos bajísimos. Picos y valles. Cielo e infierno. Todo mezclado en el mismo recipiente. Ganó, al fin, tras tanto perseguirlo, la Vuelta al País Vasco, pero antes se había dado un buen batacazo en la Volta que no tuvo consecuencias. Después, Samuel Sánchez, el mascarón de proa de Euskaltel-Euskadi fue saltando de desgracia en desgracia. Como si vistiera de amarillo en una obra de teatro.

Las averías le anularon en su asalto a las clásicas. Y cuando pensaba ya en hacer algo gordo en el Tour, se cayó en la Dauphiné, se dañó la espalda y eso lastró enormemente su preparación para la carrera francesa, que no hace prisioneros por despiadada y exigente. Nadie salvo él mismo y su entorno conoce, de todas formas, el verdadero estado físico en el que se encontraba en el Tour porque antes de acabar la primera semana, a las puertas de los Alpes, volvió a irse al suelo, se golpeó la clavícula y se rompió la escápula. Entonces llevaba el dorsal 31, como ayer cuando se cayó apenas iniciada la etapa y puso en el alambre su final de temporada. Gafe. Una pesadilla.

La noticia la recibió Igor González de Galdeano, mánager del nuevo proyecto de Euskaltel-Euskadi para las próximas tres temporadas, como una maldición. La baja de Samuel, de momento indefinida, complica aún más el futuro del equipo naranja en el World Tour porque se contaba con que el asturiano recolectara en el tramo final de la campaña algunos de los más de 600 puntos que quedan por repartir en el calendario y se cotizan como el oro entre los equipos, obligados por los nuevos tiempos.

Ese es uno de los frentes en los que lucha el mánager alavés, que ha asumido la necesidad de fichar corredores extranjeros que vengan cargados de puntos -el equipo confirma, por ejemplo, los contactos con el esloveno Jure Kocjan, aunque asegura que aún no hay nada hecho-, pero escruta también el mercado vasco. Lo hace en busca de un perfil concreto de corredor, más bien joven, sin pulir, con futuro, lo que casi descarta algunos de los nombres que se venían barajando, como el de David López o Iker Camaño, que todavía no tienen nada firmado para la próxima temporada ciclista. Galdeano busca otra cosa y a su esquema se ajusta como un guante Jon Aberasturi, alavés del Orbea, 23 años, rápido y prometedor y que acabó 13º en el pasado Mundial de Copenhague. Otros como Omar Fraile, el escalador del futuro, deberán esperar un poco más y seguirán creciendo en el equipo continental.

Gerrikagoitia y Álvaro Galdeano también espera una respuesta de Gorka Gerrikagoitia, a quien ha ofrecido la dirección deportiva del equipo, la misma función que el director vizcaíno desempeña este año en Euskaltel-Euskadi. El alavés cree que es la pieza fundamental en torno a la que debe girar el engranaje deportivo del conjunto vasco mientras él asume las funciones de mánager general. Y entiende que su perfil se ajusta más que ningún otro al puesto porque comparte su misma visión del ciclismo y la manera en la que hay que llevar un equipo, fundamental, cree, para evitar conflictos y navegar en la misma dirección.

Gorka Gerrikagoitia conoce de palabra el interés de Galdeano que le situaría al frente del equipo y medita la oferta y valora el proyecto antes de sentarse a hablar con el alavés, que también cuenta con su hermano Álvaro y estudia la posibilidad de contratar un director extranjero empujado por la necesidad de cubrir un calendario más amplio e internacional. Mientras tanto, Samuel aguarda a las radiografías.