londres. El fuego olímpico fue trasladado ayer, tres días después de la inauguración de los Juegos Olímpicos, al controvertido emplazamiento definitivo que ocupará durante todo el evento. El pebetero de 8,5 metros de altura, fue movido la noche del domingo del centro del Estadio Olímpico a un lugar ubicado por encima de la línea de meta de las pruebas de velocidad en el extremo sur del estadio. La mañana de ayer, la llama, que fue apagada para su traslado, fue encendida nuevamente. El fuego olímpico, que no puede apagarse nunca, fue guardado mientras tanto en un farol durante la noche.

La ubicación del fuego, inspirada en la que tuvo en el estadio de Wembley en los Juegos de 1948, es controvertida. El fuego no se ve desde fuera del Estadio Olímpico. Sólo los atletas que disputan sus competiciones allí están cerca de él. Los deportistas de las otras 25 disciplinas y los espectadores y habitantes de Londres sólo lo pueden ver a través de una pantalla de video. "Nunca lo diseñamos como atracción turística", explicó el jefe de la organización, Sebastian Coe. "No es verdad que el pebetero no se pueda ver, todo el mundo tiene acceso a él gracias a la tecnología moderna. Con la televisión, internet o las pantallas gigantes, todos pueden verlo durante 24 horas al día", explicó Jackie Brock-Doyle, responsable de comunicación y relaciones públicas del Comité Organizador. "Ya desde antes de la inauguración conocíamos la ubicación de la llama, queríamos que estuviera en un lugar similar al que tuvo en los Juegos de 1948 y por eso se diseñó así. Es una zona más íntima", añadió.

El artista Thomas Heatherwick trabajó dos años en el pebetero. Se conforma de 204 brazos extendidos, a los cuales hay adherido un platillo de cobre. Los brazos -que representan a los países participantes- unen los platillos ardientes en un único fuego de la unidad. Tras la ceremonia de clausura, cada país se llevará su platillo a casa.

Además, ayer se dio a conocer que las más de 300 camas de hospital utilizadas en la ceremonia de inauguración serán donadas a Túnez. Quince voluntarios se están ocupando actualmente de retirarles todas las luces LED y cables.

La imagen del día

Por primera vez en la historia reciente de los Juegos Olímpicos, el pebetero no se ve desde fuera del estadio