El waterpolo figura en el programa olímpico desde la segunda edición de los Juegos en París 1900. Curiosamente, los británicos fueron los dominadores con cuatro oros en las cinco primeras ediciones de un deporte que con el paso de los años fue desplazando su área de influencia hacia los países del centro de Europa y el Mediterráneo y se asentó en los Estados Unidos por influencia europea.
Los anfitriones vuelven a los Juegos después de 60 años de ausencia y lo harán en el flamante Waterpolo Arena, una instalación provisional, como lo es el waterpolo ahora mismo en Gran Bretaña. En un torneo con nueve selecciones europeas, diez si se cuenta a la asiática Kazajistán, y que se suele decidir por resultados apretados, las medallas tienen otros destinatarios: Hungría, campeón en Sydney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008, los países balcánicos o Estados Unidos parten como favoritos.
España presentará por primera vez equipos en los dos torneos y buscará volver a superar la barrera de los cuartos de final con la selección masculina, que ha emprendido una renovación y de la que se despedirá Iván Pérez, que a sus 41 años es el único superviviente de la medalla de oro de 1996.
La competición femenina debutó en el programa olímpico en 2000 y ha tenido tres campeones distintos: Australia, Italia y Países Bajos. Las chicas que dirige Miki Molina buscarán un resultado que premie su esforzado trabajo de los últimos años.
El Aquatics Centre también acogerá la natación sincronizada con la gran ausencia de Gemma Mengual, retirada de la competición tras su maternidad, y los saltos de trampolín, en los que los chinos son los dominadores. Once medallas lograron en Pekín.