LIEJA-LIEJA
1º. Fabian Cancellara (RadioShack)7:13
2º. Bradley Wiggins (Sky)a 7"
3º. Sylvain Chavanel (Omega Pharma)m.t.
4º. Tejay Van Garderen (BMC)a 10"
5º. Edvald Boasson Hagen (Sky)a 11"
6º. Brett Lancaster (GreenEdge)m.t.
7º. Patrick Gretsch (Argos)a 12"
Etapa de hoy:. 1ª etapa (Lieja-Seraing 198 kms; ETB-1, 14:15).
Cayéndose a la salida de la primera rotonda del Tour, Gorka Verdugo, que llegó a meta con un mordisco importante en la cadera y tuvo que esperar a las radiografías para saber que no tiene nada roto y sigue adelante, recordó lo voluble de la existencia, las vueltas que da la vida y el delicado equilibrio que la sostiene, un mensaje que llegó a oídos de Samuel Sánchez, que corre con el recuerdo del infortunio clavado en la espalda tras la cuchillada en la Dauphiné, sugiriéndole prudencia para no estropear en un segundo todo lo bueno que espera del Tour. En el mismo escenario en el que Samuel eligió perder algo de tiempo para acabar siendo el peor de los favoritos para sobrevivir -33 segundos se dejó con Wiggins, el mejor de los aspirantes al trono del Tour-, Cancellara, una mancha negra y veloz por las viejas calles de Lieja, un deja vú de su primera victoria en un prólogo del Tour hace ocho años, corrió, arriesgó y ganó para zurcir un maillot amarillo que es como una enorme tirita que cubre varias heridas. La suya propia tras la caída en el Tour de Flandes en la que se rompió la clavícula y borró su dorsal de las clásicas; y la de su equipo, el RadioShack, un imperio ciclista en equilibrio.
Cancellara ganó el prólogo de Lieja, un "velódromo de seis kilómetros", y antes de que le preguntaran lo que ya esperaba proclamó: "Estoy orgulloso". Bajo ese paraguas que puede servir para cualquier situación de éxito refugió el suizo el tormento personal por recuperar su clavícula, hecha añicos tras estrellarse contra las duras piedras de Flandes hace apenas tres meses. "Creí que se había acabado el año. Olvidé lo que soy. Un ganador, un líder, y que para ello tenía que trabajar. Luego, recordé que los líderes no pueden caer, que son líderes precisamente porque saben levantarse". Sobre la tormenta que asola a su equipo apenas quiso profundizar, aunque le insistieron. Dijo que él siempre da el máximo sin pensar en lo que le rodea, y que hay momentos en los que todo va bien y otros en los que todo va mal. En el RadioShack pasa más de lo segundo.
Un polvorín En un equipo creado para gobernar el ciclismo en todos los escenarios posibles tras la fusión del RadioShack y el Leopard, o, lo que es lo mismo, Bruyneel al mando de la mejor cuadriga del pelotón -Cancellara, los Schleck, Klöden, Horner o Fulgsang-, los incendios y los tropiezos son el pan de cada día.
A la caída de Cancellara en Flandes, una catástrofe, siguieron los desencuentros de Bruyneel con los Schleck, dos hermanos talentosos pero indomables y anárquicos. Mientras Andy, castigado por las lesiones, no acababa de entrar en forma, a Frank le sentó a cuerno quemado que el mánager belga le ordenase correr el Giro. Así que aprovechó las secuelas de una caída en las primeras etapas para hacer prematuramente la maleta y volver a Luxemburgo, junto a su hermano. Bruyneel enfureció. Clamó en los medios que aquello no era motivo suficiente para la retirada. Y palideció cuando a tres semanas del inicio del Tour Andy se bajó en la Dauphiné y pocos días después anunció su renuncia al Tour por una lesión en la rodilla.
La fricción entre ambos se ha plasmado durante la temporada en un fuego cruzado de declaraciones en el que los hermanos bramaban contra las imposiciones del belga, un mánager convencido de los parabienes de la disciplina. Algunas han sido tan simbólicas como el aislamiento de Kim Andersen, el director de confianza de los dos corredores, o la salida del equipo del Tour de Fulgsang, gregario y sombra de los Schleck, pese a que su estado de forma le prometía un hueco.
Con Cancellara, Bruyneel también tuvo su encontronazo. Y hasta con Horner, uno de sus chicos. El americano se negó a correr el Tour de Suiza y el belga le castigó con borrarle del Tour. Luego, se arreglaron, sellaron la paz y Horner volvió al equipo de la carrera francesa. El que no está ni se le espera es Bruyneel, que anunció a última hora su ausencia después de que estallase de nuevo el caso Armstrong, una acusación formal de la USADA contra el tejano por dopaje que puede quitarle sus siete Tours. Cuando ayer le preguntaron a Cancellara lo que opinaba del asunto, el líder dijo que él siempre miraba al futuro "no al pasado". "Esas son cosas que hay dejar aparte, a un lado, fuera de una carrera como el Tour".
En ese escenario bélico, el triunfo de ayer en el prólogo y el maillot amarillo, uno más, "no sé ni cuántos llevo ya", es una aspirina. Calma al RadioShack, el equipo del leopardo.
Wiggins, segundo Cancellara corrió por las calles de Lieja a más de 53 por hora y dejó a su espalda el duelo entre los aspirantes al trono del Tour, que son multitud. Bradley Wiggins fue el que mejor lo hizo, segundo a 7'' del suizo, y sacó un puñado de segundos simbólicos a rivales como Menchov (6''), su compañero Froome (9''), Evans (10''), Nibali o Hesjedal (11''), pero alguno más significativo a Gesink (19'') o Leipheimer (21'') y, aún más relevante, 28'' a Valverde y 33 a Samuel Sánchez, dos que no dejan de mandar mensajes de calma y relajación cuando por todos es sabido que en el Tour exige tensión, nervio y atención para no acabar devorado.
A Samuel, el peor de los favoritos, el tiempo perdido no le dijo nada, recordó que hace dos años en Rotterdam se dejó más con Cancellara y luego acabó en el podio, y que se quedaba más con las sensaciones. "Quería escuchar a mi cuerpo y lo que me ha dicho me deja satisfecho. Me he encontrado a gusto y eso me transmite confianza. Me quedo con eso más que con el tiempo perdido", dijo el líder de Euskaltel. Mejor tiempo que el propio Samuel marcaron Astarloza, 40º a 23 segundos de Cancellara, Gorka Izagirre, a 33'', y Urtasun, a 35. 23 segundos se dejó Zubeldia, vasco del RadioShack, el equipo en erupción al que ayer Cancellara inyectó calma.