Vitoria. "Mi mejor momento fue cuando besé a mi mamá tras el partido", confesó a la televisión italiana Rai Sport, imagen que no tardó en colarse en la red social Twitter y donde puede apreciarse a un cariñoso Mario Balotelli (12-VIII-1990, Palermo) abrazando a su madre adoptiva, Silvia, a la que dedicó sus dos goles ante Alemania, rodeado de su entorno familiar más cercano. "Dos no, a España espero marcarle cuatro", se destapó ayer el díscolo futbolista, que en los últimos veinte días ha experimentado una inesperada metamorfosis que puede encumbrarle como la estrella del torneo. De hecho, en el debut de la Azzurra ni siquiera consiguió poner en un solo aprieto a Casillas, a quien no chutó una mísera vez, mismo cancerbero ante el que pretende buscar mañana la gloria. "Se trata de un talento que hay que proteger", advirtió Marchisio tras los dos primeros compromisos del campeonato, donde SuperMario se paseó sin pena ni gloria. La prensa le hostigó tras aquella acción en que, con Cassano a su lado, ni disparó ni pasó, arrebatándole Ramos el balón y siendo relevado de inmediato por Di Natale, algo que se repitió ante Croacia. Frente a Irlanda, fue a la inversa: saltó en el minuto 74, selló el triunfo y soltó la rabia contenida profiriendo improperios a diestro y siniestro mientras Bonucci, su compañero, le tapaba literalmente la boca. "Después me dio las gracias", confesó Leonardo. "Es impulsivo y a veces hace tonterías", añadió. A su vez, su míster Cesare Prandelli abogó por mantener "una paciencia infinita". Apuesta certera.
Sumergido siempre en el escándalo, Balotelli tiene ya un partido para la eternidad y por el que será siempre recordado. Con 21 años, ha dirimido 13 encuentros con la camiseta de la Nazionale y solo ha anotado cuatro tantos. "Solo Messi es más fuerte que yo", llegó a comentar, seguro más que nadie de su tremendo talento. "Solo deseo ganar a España. No importa si se juega mal pero no nos da miedo", advierte. El seleccionador ha ejercido más de padre que de técnico con él en esta Eurocopa, hasta el punto de que al día siguiente de su ataque de furia, sellado el pase a cuartos, conversó con el futbolista del Manchester City durante 50 minutos en un costado del estadio de Cracovia durante el entrenamiento. "Debe aprender a aceptar la crítica, el banquillo y la expectativas que el equipo tiene si quiere ser campeón", aireó Prandelli, "debe entender que nadie quiere algo malo para él". Al parecer, el mensaje caló en el lugar donde a menudo se le origina un cortocircuito. Así pues, ayer el más feliz era el propio técnico.
"Es italiano, punto" "Balotelli tiene un potencial enorme y un entrenador muy bueno en su club -en referencia a Mancini- que lo ayudará a crecer", dijo el míster, que zanjó cualquier puntualización acerca de la pureza italiana: "¿Los nuevos italianos? Mario es italiano, punto. La camiseta Azzurra debe unir. Él, en ciertos momentos, ha dividido, pero a la larga unirá". No en vano, la gran promesa del Calcio, que dio el salto a la Premier tras no cuajar en el Inter de Mourinho, es hijo de una pareja de inmigrantes de Ghana, Thomas y Rose Barwuah, pero fue entregado en adopción en 1993 a Francesco y Silvia Balotelli porque sus padres no podían costear los gastos de sus graves problemas intestinales, que dieron lugar a una serie de operaciones quirúrgicas. Y Prandelli añadió: "He entrenado a Adriano, Adrian Mutu, Cassano... Son difíciles de gestionar, pero más fascinantes, y luego son los más fieles. Son jugadores de calidad, de los que te hacen vencer".
"Ha sido la noche más bonita de mi vida", se felicitó Balotelli, que copó las portadas de los diarios que buscaba. Lo afirma el periodista Gianni Mura: "Ha demostrado de qué pasta está hecho cuando piensa solamente en jugar y no en pelearse con el mundo". "La noche del italianísimo chico negro", reseñó La Repubblicca, aludiendo a que "ha atravesado una selva de miradas oblicuas y escépticas" a lo largo de su carrera. "Este chico se llama Italia, porque Italia es ahora también un negro con acento bresciano, nacido en Palermo y de padres ghaneses", incidió el rotativo. Para La Gazzetta dello Sport fue "Straordimario!!!" y calificó al atacante como "el chico de los sueños". "Ha nacido una estrella", plasmó en grandes caracteres bajo una instantánea en la que se ve a Mario con el torso desnudo: "He ahí, plantado en medio del campo, arrogante, como un Bronce de Riace (dos estatuas griegas halladas en el sur de Italia), símbolo de la nueva Italia". Una vez terminado el partido se quedó de pie, clavado en el banquillo, casi inmóvil, como robotizado. Sin soltar una mueca aunque al menos el pasado jueves, dada su trascendencia, sí celebró los goles, algo inusual en su manera de proceder. Alguna vez le habían preguntado por qué no festejaba sus tantos y él respondió: "¿Me pagan por eso? ¿Por qué habría de hacerlo?". Lo cierto es que, junto a Cassano, antigua promesa a la que un ictus estuvo a punto de retirarle esta última campaña, el crédito de Balotelli ha pegado un giro brutal. Es justamente el delantero que le falta a España.
probó en la masía Su vida, sobre todo en su infancia, nunca fue un camino de rosas. A los citados problemas de salud se unieron las condiciones de hacinamiento de la familia, que tuvo que solicitar ayuda los servicios sociales, quienes recomendaron trasladarle a un ambiente estable cuando solo contaba con tres años. Pero cuando Mario empezó a hacerse famoso como jugador, sus padres biológicos reclamaron su custodia, acusado de ser unos oportunistas en busca del dinero de su hijo. Como su proceso de adopción no cumplió todos los requisitos legales, tuvo que aguardar a la mayoría de edad para pedir la ciudadanía italiana, formalidad que obtuvo el 13 de agosto de 2008. En todas las categorías inferiores sobresalió y con 15 años ascendió a la primera plantilla del Lumezzane, debutando profesionalmente en la Serie C1 ante el Pádova. Probó en la cantera de La Masía, en un torneo en el que rubrico ocho goles en tres partidos, y forjó amistad con Thiago, pero no fichó al no haber acuerdo sobre las condiciones económicas entre el club y sus representantes. En 2006 firmó con el Inter el mayor contrato permitido para un jugador juvenil, pero él ya se sentía como para competir en la Serie A, algo que hizo un año después. Después llegarían sus broncas y sucesivos conflictos con Mourinho, su pase al City y las mil y un anécdotas extradeportivas que dan para más de un libro. Tan excéntrico, que lo mismo se le ve conduciendo coches de lujo y coleccionando multas que impartiendo lecciones contra el acoso escolar y el racismo, posando con la camiseta del eterno rival (lo hizo con la del Milan), pagando la gasolina a los conductores que cargan el deposito junto a él, donando libras en una iglesia, regalando dinero a un vagabundo, colándose en la cárcel, rompiendo su relación sentimental con una gran hermana a través de Twitter...
un doblete que le relanza Y mientras, evoca su duelo ante Alemania: "El primer gol fue un extraordinario pase de Cassano, y cuando Antonio te lo da...; el segundo fue otro gran centro de Montolivo; normalmente tiro a la otra escuadra, pero esta vez me decidí por el primer palo". "Ahora, a la final acudirá mi padre Franco, y si en la semifinal hice dos goles por mi mamma Silvia, ante España tendré que marcar cuatro". Y Mario nunca avisa en vano.