Vitoria. El tenis girará la vista hacia Wimbledon durante el próximo mes. Por estas fechas, el torneo más antiguo y prestigioso del mundo supone cada año un reto porque cambia hábitos y obliga a esfuerzos distintos a los de la tierra y las superficies sintéticas. Ocurre que en 2012 el tercer Grand Slam tendrá un apéndice veinte días después en los Juegos Olímpicos cuyo torneo tenístico también se jugará, por primera vez en la historia, en las instalaciones del All England Lawn Tennis and Croquet Club del sur de la capital inglesa. La hierba marca la frontera del curso, redobla la exigencia, pero la tradición manda y la jarra de Wimbledon se convierte en objeto de deseo y de culto para los dueños del circuito.
Los cuatro mejores del mundo tienen sobradas razones para querer llevarse el torneo verde y malva y de las fresas con nata que empezará mañana. Quien más, quien menos, ya divisa un nuevo duelo entre Novak Djokovic y Rafa Nadal, que no se producirá antes de la final. El serbio defiende el título, su primero, logrado el año pasado y, de paso, su condición de número 1 del mundo, que puede perder en Wimbledon. Nole tiene muchos puntos que proteger a partir de ahora y el balear está de nuevo al acecho, con la presión atenuada después de imponerse en Roland Garros. Roger Federer, tapado por la nueva rivalidad, espera acontecimientos, pero no se rinde, en contra del vaticinio de muchos.
Djokovic, que no ha jugado desde que perdió en París más que un encuentro de exhibición y debutará en Londres ante el admirable Juan Carlos Ferrero, puede entrar en el grupo de quienes han ganado en Wimbledon más de una vez y alcanzar su sexto Grand Slam. "En hierba todo va más rápido, pero creo que estaré preparado. Me siento bien", afirma el de Belgrado que no piensa en las consecuencias de la derrota ni en la necesidad de defender sus puntos ya que "tengo muchos años por delante y muchas cosas por lograr. El tenis es mi vida y en ello concentro toda mi energía. Hay muchos grandes jugadores y tendrá que jugar muy bien para volver a ganar".
nadal, a por el tercero Nadal, por su parte, cayó en cuartos de final de Halle, una cita que se tomó como de entrenamiento. "Siempre me ha venido muy bien jugar en hierba, incluso si pierdo, porque juego dos encuentros y así practico, lo que me ayuda mucho a coger confianza", explicó sin un ápice de preocupación. El de Manacor tiene un peligroso enemigo en el estreno, el brasileño Thomaz Belucci, y busca su tercer título en Wimbledon, su quinta final en seis años y su duodécimo Grand Slam con lo que empataría en el tercer lugar histórico con Roy Emerson, por detrás solo de Roger Federer y Pete Sampras.
Precisamente, el tenista helvético persigue su séptimo Wimbledon para igualar con el estadounidense en el palmarés de la hierba de Londres. Federer, que viene de perder sorprendentemente la final de Halle ante Tommy Haas, se volvería a cruzar con Djokovic en unas hipotéticas semifinales que no visita desde 2009. Ese enfrentamiento tendría un aliciente añadido: si el de Basilea apeara al serbio y después ganara el torneo, regresaría al número 1 del mundo que abandonó en mayo de 2010. "Estoy en un momento dulce. Este año las cosas han ido muy bien. No me he sentido cansado en ningún momento", asegura un Federer con "el hambre y la motivación de siempre" antes de su torneo favorito.
Las semifinales son la barrera en la que se ha quedado los tres últimos años Andy Murray. El escocés sigue siendo la gran esperanza de los británicos que quieren ver a uno de los suyos levantar la copa. Fred Perry, en 1936, queda ya muy, muy lejos y Murray parece estancado por detrás de los dos gigantes ya que su última final de Grand Slam fue Australia 2011.
Es difícil ver a un jugador que no sea uno de estos cuatro levantando el trofeo el próximo 8 de julio. David Ferrer, de nuevo 5 del mundo tras ganar ayer en Hertogenbosch, Jo-Wilfried Tsonga, Tomas Berdych, Juan Martín Del Potro o Andy Roddick, vencedor en Eastbourne tras un año de sequía, deben demostrar que pueden franquear el muro que les separa de los grandes.
el jaleo de las chicas El torneo femenino vuelve a ser una incógnita. No en vano, los últimos ocho Grand Slams han sido ganados por ocho mujeres distintas. Maria Sharapova llega con el último Roland Garros y el recuperado número 1 del mundo en su bolsa. Por más que su único triunfo en Wimbledon fuera hace ocho años, la final que perdió el año pasado ante Petra Kvitova debe convertirla en favorita. Con permiso de Serena Williams, que el año pasado dejó el trofeo en préstamo y ahora puede empatar a cinco triunfos con su hermana Venus.