Vitoria. EL hercúleo Cristiano, tan malcriado en las victorias como responsabilizado en las derrotas, está feliz de la vida, y no por la clasificación de Portugal, que también, sino porque vuelve a enamorar a la cámara y en cuartos, ante la República Checa, dispone de otra ocasión para entregarse en cuerpo y alma a quien le espere, que son, para bien o para mal, todos. Su cambio de look parece tener que ver con haber pasado de demonio a ángel en pocos días. Y es que el detalle puede pasar imperceptible para el espectador, pero él ha cumplido el reto saltando en las primeras partes de cada partido con la raya del pelo hacia la derecha y en las segundas, cambiada a la izquierda. Salió de su autoexilio en el momento señalado, ante Holanda, con un doblete en el que sobresalió su segundo gol, una obra de arte impregnada de virtuosismo y con dedicatoria especial a un chiquitín que todavía no está en edad de dimensionar lo que su padre significa para el fútbol. El peque Ronaldo cumplió el domingo dos años y su progenitor le obsequió una diana por cada doce meses de vida en una velada en que llegó a 34 tantos con la selección lusa, rompiendo el empate que mantenía con Luis Figo en el tercer escalafón, por detrás de Eusebio (41) y Pedro Pauleta (47).
Cristiano había sellado dos goles en la Eurocopa 2004 (contra Grecia y Holanda) y uno más en 2008 (frente a los checos), integrando ahora el grupo de jugadores que han marcado en tres Campeonatos de Europa, que incluye igualmente a sus compatriotas Nuno Gomes y Hélder Postiga, el sueco Zlatan Ibrahimovic, el checo Vladimir Smicer, el alemán Jurgen Klinsmann y el francés Thierry Henry. Pero su obsesión, al margen de su comparación perenne con el barcelonista Lionel Messi, reside en sumar los puntos necesarios en su carrera al Balón de Oro, más incluso que el objetivo de secar las lágrimas de la final continental perdida en 2004, cuando Portugal cayó ante Grecia en Lisboa.
Con su recital ante los oranje no solo sofocó su mala actuación contra Dinamarca, sino que apagó por un día las preocupaciones económicas de sus paisanos, muy parecidas a las de los españoles. Las callejuelas lusas se poblaron de cánticos, bocinazos y bailes autóctonos al ritmo del fado moderno, abrazada la gente al verde y rojo. "¡Ronaldo fue un huracán!", escribió Bruno Prata, el columnista del diario Público que tras el duelo con los daneses afirmó que el ídolo nacional necesitaba un psicólogo. "Estuvo suelto y desinhibido, como en sus mejores días". "Este es el (Ronaldo) real", esbozó en letras enormes el diario deportivo O Jogo, agregando que el astro madridista "metió las críticas en el arco de Holanda". A Bola tituló en letras no más diminutas: "Ronaldo Enorme!". La exhibición entusiasmó incluso al mismísimo presidente portugués, Anibal Cavaco Silva, quien felicitó a los jugadores como si estos hubiesen ganado el título para el país más pobre de Europa occidental.
pese a todo, 'muditos' Llegaba Portugal de recibir gran cantidad de palos y, a modo de contrapartida, Ronaldo, que sí habló a pie de campo, y todos sus compañeros optaron por quedarse muditos ante los periodistas pese al triunfo. En la zona mixta, donde esperan los medios de comunicación para transmitir sus opiniones y sensaciones a los aficionados, callaron en solidaridad con algunas críticas que consideraron injustas, mientras la Federación lusa afirma que el equipo siente "el apoyo de los portugueses pero también percibe que hay quienes no les dan cariño". La medida se parece mucho a la que se adoptó por parte de Mourinho en el vestuario del Madrid. Falta saber la respuesta de la ciclotímica Portugal en cuartos, y si el héroe seguirá volando.