Gdansk. Cesc Fábregas, la inesperada novedad en el once con el que ayer Vicente del Bosque dispuso a la selección española en su debut, marcó el gol del empate del duelo contra Italia e irrumpió en el debate del 9 en el estreno de la Roja en la Eurocopa 2012, en el que el preparador salmantino prescindió de un delantero nato contra todo pronóstico en la previa.

Ni Fernando Torres ni Álvaro Negredo ni Fernando Llorente. Ninguno de los arietes de la selección, con sus características diferentes, fue elegido para el once, repleto de jugadores con movilidad, talento y toque. Del Bosque dio la sorpresa y concedió la batuta a los bajitos. A los de siempre. A falta de un referente, ahí estaban Andrés Iniesta, Cesc Fábregas y David Silva como línea más adelantada ante la defensa italiana. Pero también estaba Cesc, que a la postre asumió el papel de salvador con el gol.

"Nosotros buscamos esa seguridad con el balón ante un rival que nos iba a presionar y debíamos de tener jugadores que combinaran bien y que no sólo nos quedáramos en una posesión buena y sí tuviéramos profundidad", explicó Vicente del Bosque, minutos después del encuentro, cerrado con empate a uno en el marcador.

"Cesc es un centrocampista muy especial, porque no es un delantero centro al uso, pero sí tiene mucha y buena llegada. Además, nos daba superioridad en el centro del campo y no dábamos referencia al contrario. Tiene sus cosas positivas y negativas y hemos tratado de utilizar aquello que creíamos que era lo mejor", continuó el técnico en su análisis de la decisión de jugar sin un 9, que no para todos salió bien.

Ese fue el plan del técnico para el partido de ayer. Su sorpresa en la alineación estuvo arriba. Ni Fernando Torres ni Álvaro Negredo. El debate sobre quién sería el punta, que había marcado entre la prensa, un día y otro, los últimos entrenamientos de España, se resolvió a favor de Cesc.

Un falso nueve y movilidad en un centro del campo de exquisitas cualidades técnicas, con Xavi Hernández, Sergio Busquets y Xabi Alonso más atrás y con David Silva, Andrés Iniesta y Cesc. Un ataque sin zonas fijas, con libertad de acción para estos tres últimos, dispuestos a generar todos los espacios y dilemas posibles a la novedosa defensa italiana de tres centrales de Cesare Prandelli.

La creatividad, la llegada y la inteligencia ofensiva del medio campo de la Roja contra la competitividad y la fortaleza atrás de la zaga azzurra, que sólo había recibido dos goles en sus diez duelos en la clasificación para Polonia y Ucrania y que respondió con experiencia, colocación y convicción a la fórmula de España.

Le faltó velocidad a la selección y lanzar más a portería en el primer tiempo. Las asociaciones Silva-Cesc-Iniesta transitaron bien la pelota hasta las cercanías del área, pero ahí, en el momento decisivo, faltó contundencia. Sólo Iniesta, con un disparo lejano, descubrió los reflejos de todo un veterano en la portería rival, Gianluigi Buffon, que llegó tranquilo el inicio del segundo tiempo.

Y ahí sí fue más incisiva España, sobre todo con el 0-1 en contra, marcado por Antonio Di Natale en el minuto 61, y respondió en una conexión entre los tres elegidos para el ataque: Iniesta combinó con Silva, que se inventó un pase perfecto, con el exterior de la izquierda a la entrada de Cesc, que firmó la igualada.

Recuperado de una elongación muscular, sufrida el pasado 25 de mayo en la final de la Copa del Rey frente al Athletic de Bilbao, el centrocampista ofensivo disputó hoy su encuentro número 64 y marcó su noveno gol con la selección española, el del empate ante Italia, en pleno debate del 9.