Duración: 53:53 minutos de juego; 14:12 de juego real.
Saques: 3 de Olaizola II y 2 de Retegi Bi.
Faltas de saque: 1 de Olaizola.
Pelotazos: 275 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 15 de Olaizola II y 7 de Retegi Bi.
Errores: 5 de Olaizola II y 3 de Retegi Bi.
Marcador: 1-4, 3-5, 4-7, 4-8, 5-11, 6-12, 7-12, 9-13, 10-13, 18-14, 19-15 y 22-15.
Incidencias: Media entrada pasada en el Labrit de Iruñea.
Vitoria. Fue como una dentellada. Rapidísima. Veloz. En una reacción descarnada de Aimar Olaizola, quien sufría un correctivo kilométrico ante un Julen Retegi perfecto, dio un vuelco al duelo de cuartos de final, abandonando las dudas generadas por su brazo derecho, que le había impedido jugar la pasada semana y entrenarse con normalidad, y ya está meciéndose en las semifinales del Manomanista, donde se cruzará con Oinatz Bengoetxea. El de Goizueta, en un encuentro de doble filo, de tensión, de nervios, de su debut en la competición capoteando las molestias y la falta de ritmo, tumbó al delantero de Eratsun, que inició la contienda a un nivel impresionante. Porque Julen fue un muro muy difícil de sortear para Olaizola II, amparando su juego en una versión tradicional, de juego a bote, en un pelotazo seguro en busca de la última losa y batallando en las labores defensivas. Pero, en cuanto despertó Aimar y se calentó su motor, cayó Retegi, desde muy arriba, como más duele.
Y es que Julen dominó sin problemas el encuentro hasta el 6-12, con un golpe arrollador, exhibiendo sotamano y chispa en sus manos. Retegi Bi, amarrándose a su estilo añejo, buscando altura en el frontis para mantener a Aimar alejado de los cuadros alegres, donde de zurda es letal, iluminó el Labrit. Lo consiguió ante un Olaizola sin brillo, que vio como se alargaban los marcadores y él apenas sumaba. Sin embargo, aletargado Aimar, a Retegi Bi le entró una pelota en la zurda y dio razones para resucitar a su contrincante y, eso, ante un adversario como Olaizola II, es firmar un epitafio. Así fue y comenzó la pasión de Julen. Dando velocidad a la pelota y buscando el saque remate, Olaizola comenzó a sellar las diferencias entre ambos, muy amplias a esas alturas de la película. El de Goizueta volteó el guión con jirones de rabia, clase y corazón, porque ya el brazo derecho le respondía y la cabeza había dejado de nublarse por los problemas físicos. En dos tacadas superó Aimar a Julen, que daba guerra pero no concretaba su combativo juego. El de Goizueta, entonces, cogió juego y confianza y en cada pelotazo colocaba un clavo en el ataúd de un deshilachado Retegi Bi. Aimar encontró el camino con el saque y el sotamano y buscó la excelencia con su zurda genial.