Bilbao. Entre los huecos de sus dedos mágicos nacen los sueños, porque Augusto Ibáñez Sacristán, Titín III (Tricio, 13-I-1969), sigue sintiendo cada momento, cada trámite, como si del cemento de los anhelos se tratara. Y esos sueños, esas alegrías, esas penas de Augusto, de Titín, su alter ego, orbitan alrededor de una pelota de cuero, cosida a mano, dura, como una piedra. Minúscula. Pero enorme. De ahí salta Titín hasta Augusto. De ahí se despliega. "No creo que haya mucha diferencia entre mi personalidad dentro y fuera del frontón: Augusto y Titín somos la misma persona. Está claro que tengo genio y ese genio hay que tenerlo para todo en esta vida, pero hay que saber diferenciar en qué sitio estás", manifiesta el manista riojano, quien espeta que "intento ser el mismo dentro y fuera del frontón, aunque no te puedes comportar igual fuera que dentro. Pero tampoco puedes cambiar. Tú eres como eres y lo plasmas igual en la calle que en la cancha". En esa dicotomía cosida al esparadrapo de las manos, pegada al verde de los frontones, el de Tricio desvela que "de cara al que no te conozca mucho sí que puede cambiar la percepción que tiene de ti, que no eres el mismo. La gente puede decir: 'Parece que tiene más mala leche'. Aun así, creo que no cambias. Lo que haces en tus entrenamientos, en los partidos, en la vida, se plasma y te tienes que comportar acorde con la situación en la que estás".

Porque Titín, caminante de la cuerda floja del frontón, artista, preciosista y gestor del alambique en el que se mezclan defensa y ataque, siempre ha sido el adalid del genio, de la sangre caliente. Tal y como muestra en su juego: tan efervescente y volcánico como honesto; tan frugal como violento. "Me lo ha dado todo", reseña, pero admite que "el pelotari tiene que tener un poco de sangre y que esa sangre se le altere. Tiene que tener más sangre que horchata. También hay que saber cómo emplearla. El pelotari tiene que tener esa sangre para todos los momentos. Si eres frío o no muestras tu carácter en el frontón, tampoco... Es decir, yo no lo concibo así. Me alegro cuando hago un tanto, me cabreo cuando hago mal las cosas y me emociono cuando me apoya la gente". Ciudadano Augusto, porque en el carrusel de emociones, esa diferencia, ese alter ego, no existe. "Hay veces que sales del frontón y recapacitas que cierta cosa no la deberías haber hecho, pero son cosas que pasan y cosas que nos seguirán pasando. Estás en un momento de tensión en el que te puede ocurrir cualquier cosa", dice el de Tricio, genial como calmo en el discurso. Mientras, cada segundo de su mirada está centrada en sus instrumentos de trabajo, en las garras del terremoto Titín, el huracán. Y cada palabra es una pasada por la caja de herramientas: por cada taco, cada tira de esparadrapo, un golpe de infiernillo o un toque al horizonte. Prosigue Augusto que "el comportamiento es el mismo, no cambia apenas. Tienes la misma forma de ser, dentro y fuera. Bien es cierto que partes de la base de que, dentro del frontón, cuando te salen las cosas mal, estás más cabreado y puedes expresar más o puede parecer más". Al final, todo depende del altavoz. Ocurre que esa sangre a la que se refiere es materia de campeón, son sus cromosomas, alimentados con tres txapelas del Parejas, una del Cuatro y Medio e incontables torneos veraniegos. "Donde seguro que no hay diferencia es en el amor a este deporte. Como persona, como Augusto, a mí la pelota me lo ha dado todo; y como pelotari le estaré eternamente agradecido, por lo que me ha hecho disfrutar y lo que me ha hecho sentir. Es mi vida, es pasión, me encanta jugar a pelota y eso marca todo lo que hago. Saltar al frontón vestido de blanco y ver el ambiente te compensa todo. A mí la pelota me lo ha dado todo", remacha el de Tricio.

El futuro Para el delantero riojano, el futuro pasa por renovar antes de fin de año, puesto que su contrato expira entonces; posiblemente negocie antes de verano. Hasta tal punto que le han preguntado ya un montón de veces si seguirá en activo con 44 años, los que cumple el próximo enero. "No me importan las veces que me han preguntado si voy a continuar. Mientras me lo sigan planteando es una buena señal, significa que estoy ahí. Está más cerca que lejos la retirada, sí, porque es difícil mantener el nivel competitivo. La verdad es que no lo pienso, pero cada año es más complicado y tendremos que ir paso a paso. Por ahora hago lo que más me gusta y ya me decidiré", admite con entereza el delantero, que prosigue: "Además, para mí no se trata de una cuestión incómoda, está claro que hay que preguntar. A mí no me incomoda, eso llegará algún día y es lo que hay. Lo entiendo". "Hay una relación fluida con la empresa y con Fernando Vidarte. Hemos comentado algo, pero hay que sentarse a hablar y ahora lo primordial es la final. Sí que me gustaría antes de verano ver cómo están las cosas y hablar con la empresa", manifiesta Titín III.

"La pelota está viviendo en La Rioja una eclosión merecida. Siempre ha habido pasión y ha apostado por los pelotaris. Y los jóvenes han mostrado que se cuenta con ellos. David, con 22 años, ha llegado a su primera final y el año pasado en su primer campeonato alcanzó las semifinales. Está David, pero también Miguel, Gorka, Untoria, Cecilio, que está en otra final... Al final, la pelota en La Rioja está a un buen nivel profesional. Se están trabajando las cosas bien y está teniendo muy buenos frutos", analiza el delantero de Tricio, quien agrega que "tenemos una buena hornada de zagueros y delanteros. Hay gente joven que para el futuro va a seguir saliendo". Lo esgrimen Augusto y Titín. Titín y Augusto. Dos caras de la misma moneda. El volcánico delantero y su alter ego.