arantzazu. El día en Arantzazu tiene luz de despedida. Es gris bajo un cielo de ceniza. Miguel Madariaga conduce hasta el santuario la mañana en la que Samuel Sánchez se juegue la Vuelta al País Vasco en la crono de Oñati. Se arrodilla ante la virgen y reza por él como dice que hizo hace 18 años en el mismo lugar en la presentación del primer Equipo Euskadi. Durante la conversación en el bar del hotel Sindika, donde se alojó entonces, mezcla recuerdos, niega cualquier arrepentimiento, intuye y supone movimientos y da tímidas pistas sobre su futuro. También guarda algún silencio revelador. Esto es lo que siente horas antes de despedirse de la Vuelta al País Vasco que acaba ganando Samuel.
1994, ya ha llovido.
Mucho. Y han pasado muchas cosas, algunas de ellas duras.
¿Era más feliz entonces que ahora?
Por supuesto, no hay comparación.
A usted le cambió la vida el verano de 1993.
No exactamente. A mí me cambia la vida en 1994 porque al principio yo no era el elegido para ser el capitán de este barco. Eran otros los que se reunían con Alberto Pradera para liderar el proyecto.
Pero fue usted el que estaba al frente cuando el Equipo Euskadi se presentó en Arantzazu.
Y hoy es el día que no puedo olvidar una reunión privada en una sala de aquí al lado con el difunto y querido Juan Carlos Urrutxurtu. El equipo no había nacido aún y ya nos habían dado los primeros palos. Juan Carlos me dijo: Miguel tienes mucho que dar a este proyecto, pero también mucho que aprender. Me pidió que le hiciera caso y que no confiara tanto en la gente. Ahora sé que tenía razón.
¿Dice que le dieron palos desde el principio?
Muchos. Yo era joven y me sobraba ilusión, pero tenía que escuchar a la gente decir que este proyecto no iba a ningún lado, que era una locura. Me paraban en la calle para llamarme chulo. Me decían que quién me creía que era o que dónde creía que me había metido.
¿Por qué le eligieron a usted?
Porque las cosas empezaron a no funcionar como en un principio se pensó. Como en un sprint, había muchos codazos para ocupar la misma silla. Pradera lo vio y creo que se dio cuenta de que la mayoría quería ese puesto para llenarse el bolsillo. Pero en mí tenían confianza. Creo que por eso me pusieron al frente.
Pese a que no tenía experiencia.
Venía del ciclismo amateur y fue un salto muy grande. Llegué pensando que conocía el ciclismo y resulta que me dieron puñetazos hasta en el carné de identidad. Entonces empecé a entender lo que era esto. Y juro que quise dar media vuelta y abandonar, pero era ya demasiado tarde.
¿Volvería a aceptar el encargo?
No, aunque estoy orgulloso de lo que este equipo ha supuesto para el ciclismo vasco.
¿Qué ha supuesto?
Todo. Basta con comparar la época anterior al equipo con esta. ¿Cuántos profesionales había entonces? ¿Cuántos corredores han sido ciclistas gracias a la Fundación?
Pues el ciclismo vasco hoy no tiene buena pinta: las carreras profesionales están en el alero, el propio equipo en el aire, la base se ahoga...
Eso es debido a que hay algunos que no se quieren dar cuenta de lo que hay que hacer para arreglar esto. ¿Pagar por ver carreras? Vamos hombre (se refiere a la propuesta de Patxi Mutiloa para financiar el ciclismo).
¿Lleva la cuenta de las enemistades que ha hecho en todo este tiempo?
Son muchas, no lo niego.
¿Se las merece?
Igual por mi manera de ser. Soy transparente y no tolero que se me acerque nadie cuyo único interés sea el de salir en la foto.
De todos modos, algunos de sus muchos enemigos, no todos, le conceden el mérito de haber sido capaz de sostener este proyecto.
Si lo hacen, que no lo sé, es porque no tienen otro remedio, no porque quieran hacerlo. Tengo enemigos muy malos, pero nunca me han preocupado. Yo cuido de los amigos que dan la sangre por mí. Dicen que tengo pocos amigos y será verdad, pero lo que no tengo es gente mediana revoloteando a mi alrededor.
¿Tiene capacidad autocrítica para arrepentirse de algo que haya hecho durante todo este tiempo?
Pues no. No me arrepiento de nada porque si me he equivocado habrá sido en algo sin importancia. Lo único de lo que podría arrepentirme es de haber dado tanto a cambio de nada. He hecho millonarios a muchos que ahora que les necesito me dan la espalda.
¿Usted no se ha enriquecido con el equipo?
Siempre he sido el manager que menos ha cobrado. Y por la presidencia de la Fundación no he recibido nada. Hasta 1996 pagaba los viajes de mi bolsillo. A partir de que entró Euskaltel, empecé a cobrar el mismo sueldo que tenía en la Diputación. Ahora llevo dos años que sólo cobro la jubilación, tengo un coche a mi disposición y me pagan los gastos.
Ha entregado 18 años de su vida a este equipo. ¿Ha merecido la pena?
Personalmente, no. He dejado muchas cosas de mi vida en el camino. Entre ellas la salud. Los médicos me dicen que a consecuencia de los nervios estoy bastante deteriorado.
Si en 1994 le hubiese dicho que no a Pradera, ¿a qué se habría dedicado?
A mi trabajo de la Diputación en un parque móvil. No tendría menos dinero que el que tengo, mi vida sería más rica y mi salud, mejor.
¿Se aparta del ciclismo por salud?
¿Apartarme? Quien crea que dejo el ciclismo está muy equivocado.
Pero esta es su última Vuelta al País Vasco al frente del equipo.
Y así lo siento. Por eso he subido a Arantzazu. A despedirme. Al pie de la virgen empezamos y al pie de la virgen me quiero marchar.
¿Qué hará fuera de Euskaltel?
Me voy a dedicar al ciclismo de base. Trabajaré desde la Fundación, que seguirá en pie, aunque no sé todavía de qué manera. Con el Orbea y el Naturgas; u Orbea fortalecido como continental profesional; u Orbea, Naturgas y algo más... Ya veremos, pero siempre con chavales.
¿Se va de Euskaltel o le apartan?
No cuentan conmigo.
¿Se siente traicionado? ¿Le duele?
No. Reconozco que hace un mes sentía miedo, pero ya lo he superado. Tendrán sus razones para no contar conmigo. Una de ellas es que el nuevo proyecto tiene que estar por encima de los nueve millones de presupuesto y la Fundación no puede salir a la calle a buscarlos. Pidiendo de puerta en puerta empezamos Urrutxurtu y yo. Íbamos con una tarjeta de visita de Pradera y ni siquiera así nos recibían. Ahora es igual. Nadie nos escucha. Y tampoco ha llamado nadie para ofrecerse. Por eso el equipo tiene que cambiar de manos. Yo me retiro y callo.
¿Sabe algo del nuevo proyecto?
Sé que existe porque lo vi en la pantalla del ordenador de un despacho de abogados. Es un proyecto ambicioso.
¿Quién lo gestionará?
Una empresa profesional, que es lo que no es la Fundación Euskadi. Puede que el equipo pierda alguno de los valores que lo fundaron y que muchos corredores de ahora no encajen. Pero eso lo dirán otros. Yo ya hablaré de cuáles han sido los problemas y de dónde vienen.
¿Puede anticipar algo?
Que en Euskadi no se está apreciando lo que hay en casa y se apoya lo de fuera. No digo más.
¿Con otro Gobierno en Euskadi la situación no hubiese llegado hasta este extremo?
No puedo calcular el porcentaje de culpa que tiene este Gobierno, pero sin duda ha sido grandísima.
¿El nuevo proyecto cuenta con el visto bueno del Gobierno?
No entro en eso. Sólo sé que está en marcha, pero que tiene que andar vivo porque el tiempo corre en su contra. Hay un proyecto seguro, pero puede que sean más de uno.
Antes de marcharse le queda cerrar el presente ejercicio en el que hay 570.000 euros en el aire.
Todavía no ha llegado, pero el acuerdo con el Gobierno está en camino.
¿Y si los números no cuadran?
Echaré mano del patrimonio de la Fundación, que no es mucho, y atenderé a los equipos que vengan con buena intención a interesarse por algún corredor.
¿Este mismo año?
Después del Tour. Se podría mover un traspaso en las tres semanas antes de que empiece la Vuelta. Por Sicard ya me han preguntado dos equipos franceses.
"Quien crea que dejo el ciclismo está muy equivocado; seguiré con la base en la Fundación"
"Sé que existe un nuevo proyecto para Euskaltel porque lo he visto en un despacho de abogados"
"Si las cifras no cuadran este año, escucharé a los equipos que se interesen por algún corredor"
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