VITORIA. ¿Se imaginan jugar una pachanga en San Mamés? ¿Y un uno contra uno en el Bilbao Arena? ¿Y echar un set en la pista central de Wimbledom? Una de las cosas gratificantes que tiene el ciclismo es que el escenario en el que los profesionales escriben las páginas de la historia no son lugares inaccesibles para sus aficionados. Se puede correr en bicicleta sobre la huella de los tubulares de los profesionales. Por eso, David López, Iñaki Isasi, Aitor Galdos, Patxi Vila, Juanma Garate y Markel Irizar analizan para DNA las seis etapas de la Vuelta al País Vasco que arranca hoy desde un prisma cicloturista. Cada uno de ellos descubre los tesoros de su zona habitual de entrenamiento.

De esa manera, David López hace de guía por las carreteras de Enkarterri. El vizcaino del Movistar habla de Ubal y La Escrita, que conoce como la palma de su mano, pero descubre la cima inédita de El Suceso y sus impresionantes vistas. También se imagina un final distinto al de la etapa de hoy, con La Granja, Las Muñecas y Humaran antes de aterrizar en Güeñes.

Este año, Iñaki Isasi ha cambiado la bicicleta por el volante del coche de Euskaltel-Euskadi. Ha dejado atrás una vida de ciclista cuya mayor parte la pasó entrenando al abrigo de la Sierra de Gorobel y el valle de Aiara.

Aitor Galdos no borra de su memoria la imagen de Bugno, Chiapucci o Chioccioli en Elgeta o Arrate a principios de los años 90. La llegada al santuario es la más legendaria de la ronda vasca, que recupera otra cima mitológica. A Ibardin no se llegaba en la Vuelta al País Vasco desde 1994. Lo recuerda bien Patxi Vila, beratarra que se hizo ciclista gracias a esas tardes de ciclismo en vivo. Por la infancia y la juventud de Juanma Garate corre la quinta etapa. Puertos como Gurutzeta, Meagas o Elosua (Gorla) tienen un lugar preferente en la memoria del irundarra. Esa jornada acaba en Oñati, territorio Markel Irizar, que descubre el repecho endiablado que hay a apenas tres kilómetros de la meta y alerta de la complejidad de la crono que decide la carrera. El guipuzcoano del RadioShack invita también a conocer la subida que muere a las puertas del santuario de Arantzazu.