MELBOURNE. Feliciano no tuvo en ningún momento opciones de victoria, aunque Nadal tampoco desplegó un tenis fluido, en un partido por momentos trabado. Y es que ambos se conocen demasiado bien, han entrenado infinidad de veces juntos y además éste suponía su undécimo enfrentamiento en el circuio.
La agresividad era la principal baza de Feliciano para poner las cosas difíciles a Nadal pero no encontró un patrón de juego continuado que le diera alguna oportunidad.
El balear cometió muy pocos errores, impuso el ritmo con su derecha, y aprovechó los 52 fallos no forzados de su rival para resolver de nuevo su compromiso en tres sets, tras 2 horas y 25 minutos de juego.
En la primera manga, el jugador toledano no contó con una de sus principales armas, el servicio, ya que a excepción del quinto juego, Nadal disfrutó de bolas de rotura en todos sus saques, exhibiendo un gran resto.
Sin embargo, el balear se mostró muy poco efectivo en esta estadística, ya que sólo aprovechó uno de los nueve puntos de rotura que dispuso, aunque le bastó el quiebre del tercer juego para tomar ventaja en el partido.
El número dos mundial inauguró el segundo set con una nueva rotura y cobró una ventaja inicial de 2-0, pero Feliciano reaccionó con un tenis más agresivo y acertado que le permitió voltear el marcador y ponerse 3-2. Pero le faltó consistencia para aguantar a su rival, que en los puntos largos tenía todas las de ganar.
Nadal jugó con paciencia y pese a que en este segundo set no estuvo tan agresivo como en el primero, la mayor solidez de su tenis decantó la manga a su favor tras lograr un nuevo quiebre en el séptimo juego.
De nuevo empezó Nadal rompiendo el servicio a Feliciano en el tercero y terminó de minar la moral del toledano, que se vio en frente una montaña imposible de escalar, cuando no aprovechó el punto de rotura que tuvo en el segundo juego. Ahí se escaparon sus escasas opciones de pelear el parcial y entregó el partido tras firmar su mejor actuación en este torneo.