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EL golpe de mano propiciado en el feudo del Inter ha terminado de ratificar el cambio de ciclo en el Calcio con la vuelta a la cúspide de la Juventus gracias a su técnico Antonio Conte, que quiere forjar la leyenda que ya escribió como futbolista del club. El palmarés de la Vecchia Signora (27 títulos ligueros, nueve más que los dos equipos de Milán) obligaría a que este hecho no fuera singular de no ser porque el Moggigate, el escándalo de corrupción y amaño de partidos destapado en el verano de 2006, mandó a las mazmorras del descenso a la entidad, además de serle revocadas dos coronas y quedando para siempre mancillada por Moggi, artífice del estropicio.

De jugadores estelares se ha pasado a una línea de austeridad que se refleja en las alineaciones, con una mayoría de italianos, verdadero espíritu juventino. Sobresale Marchisio, que ha sabido adquirir el protagonismo que se le exigía, con Bonnucci y Barzagli como líderes defensivos y Lichtsteiner justificando su condición de mejor lateral derecho. Apuesta Conte por una línea de medios de técnica, fortaleza y versatilidad. Pirlo manda, Vidal protege y los extremos se encargan de profundizar. En la cal diestra, Pepe; en la izquierda, Vucinic o Estigarribia; mientras que la mordiente la pone arriba Matri.

Con Conte se ha extinguido el juego a base de pelotazos, apostando por el toque con sentido y hasta la saciedad, arrancando las acciones desde las manoplas de Buffon. Un dato lo dice todo: la media de posesión del balón de la Juventus es del 60%, próximo al estilo del actual campeón de Europa. Después de entrenadores del calibre de Lippi y Capello, el club fue a la caza de un nuevo perfil. Primero se sentó Deschamps para conseguir el retorno a la Serie A y luego desfilaron los rocosos Ranieri, Ferrara, Zaccheroni y Del Neri, hasta dar con Conte, aquel centrocampista bregador, generoso y ganador.

Conte subió al Atalanta y al Siena a la máxima categoría y, como señala el exjugador Moreno Torricelli, ha dotado al grupo de "la actitud de no tirar nunca la toalla". La victoria en territorio interista llega tras haberse impuesto también al Milan (2-0) en el Juventus Stadium, el típico estadio inglés, con capacidad para 41.000 almas, donde el contrario puede sentir en su nuca el aliento de la hinchada local. Nada que ver con la nevera que era Delle Alpi. Además, la ausencia del equipo en competición europea le permite ahorrarse energía y dedicarla por completo al campeonato doméstico.

La Juventus no levanta un título desde 2003, cuando ganara Scudetto y Supercopa. Para romper esta dinámica se gastó 86 millones de euros y repescó a varios talentos que tenía prestados, pero el artífice del éxito es Conte, quien con su pizarra ha logrado abandonar el juego especulativo y adoptar uno más incisivo. "Aunque la economía sea vital, nuestro objetivo más importante es sumar credibilidad, la que perdimos en los últimos años, y ser de nuevo la Juventus, en mayúsculas. Hemos conseguido que poco a poco se nos respete como antes", proclama feliz el míster, la batuta que ha embellecido un escudo corrompido.