El centrocampista del Barcelona, Cesc Fàbregas, insistió ayer en que no profirió ningún insulto racista al sevillista Frederic Kanouté en la tangana que acabó con la agresión del maliense y su consecuente expulsión. "Yo un santo no soy, al igual que no lo somos los 22 que estamos en el campo, pero no soy racista", subrayó Cesc, quien desveló que llamó por teléfono a Kanouté para pedirle que desmintiera este extremo "y él me prometió que desde su boca no había salido nada de eso".