SEPANG (MALASIA). Amigo íntimo de Valentino Rossi, este no pudo por menos que echarse la mano al casco cuando giró la cabeza sobre su Ducati Desmosedici para observar qué había sucedido, al ser testigo directo y casi involucrado en el accidente que le ha costado la vida a este joven piloto de Cattolica (Italia) de apenas 24 años.
Vecino del nueve veces campeón del mundo, puesto que la localidad de Cattolica se encuentra a apenas unos kilómetros de Urbino, "Súper Sic" llevaba las motos en las venas desde muy pequeño.
En una zona eminentemente motorista y con el circuito de Misano Adriático casi en la puerta de su casa, Simoncelli destacó muy pronto en la competición pues ya en 2002 se proclamó campeón de Europa de 125 c.c., con sus primeras incursiones en el campeonato del mundo.
Un año después ya disputó el mundial de 125 c.c. al completo, con un cuarto puesto en el Gran Premio de la Comunidad Valenciana como mejor resultado para ser vigésimo primero al final de la temporada y al año siguiente lograr en Jerez su primera victoria.
Siempre controvertido por su comportamiento en la pista, que le hizo protagonizar no pocas discusiones con otros pilotos, como las acaecidas este año desde Portugal con el español Jorge Lorenzo por su pilotaje harto agresivo, Marco Simoncelli nunca dio síntomas de debilidad en la competición.
En el año 2005 y nuevamente en el octavo de litro, Simoncelli ganó la carrera de Jerez y poco más, por lo que decidió que había que dar un paso adelante y subió a los 250 c.c. como representante del equipo Gilera, de cuya mano acabó siendo campeón del mundo dos años después.
Su mejor resultado esa campaña fue un sexto puesto en China para concluir la temporada décimo, clasificación que repitió un año después.
Con el mismo equipo logró su primera victoria en 2008, el 1 de junio con ocasión del Gran Premio de Italia en Mugello, aunque como siempre en su vida bajo circunstancias un tanto confusas por el percance que protagonizó a una vuelta del final con el español Héctor Barberá, quien acabó por los suelos.
Una semana después volvió a ganar en el Gran Premio de Catalunya, tras adelantar a Álvaro Bautista en la última vuelta, pero la trayectoria que protagonizó ese año le encumbró a lo más alto de la categoría, en la que se proclamó campeón del mundo.
Desde entonces y hasta nuestro días, Marco Simoncelli había crecido como piloto con dos conceptos antagónicos, su carisma fuera de la pista y su agresividad dentro de ella, lo que le hizo tener tantos amigos como algunos enemigos, pero sólo dentro de la pista, en donde hoy se ha dejado la vida.