Nueva York, 13 sep (EFE).- Novak Djokovic prolongó en Nueva York la dictadura tenística que ha impuesto esta temporada, al ganar el Abierto de Estados Unidos, su tercer Grand Slam de la temporada, y aumentar su espectacular bagaje de este año a 64 victorias por tan solo 2 derrotas.
Tras las cinco finales que Rafael Nadal había perdido este año ante el serbio, se esperaba con expectación una posible reacción del español. Mejoró, pero no lo suficiente. Djokovic supo imponer su ritmo al partido y fue él que marcó la pauta, incluso en el set que perdió.
El tenista de Belgrado señaló tras el torneo que "nadie es invencible" pero su récord quedará para la historia y en Nueva York dejó en la cuneta a los dos mejores. Contra Federer salvó dos bolas de partido. Cuando un jugador está en estado de gracia, poco se puede hacer.
Nadal, pese a la derrota en la final, hizo un buen torneo. Nunca es fácil llegar a la final de un Grand Slam. Recuperó las sensaciones y la confianza perdidas en Montreal y Cincinnati y llenó la botella de optimismo de cara a futuras empresas.
"Tengo claro cual es mi objetivo: ser mejor". Así de contundente se mostró el español, quien sabe que es prácticamente imposible que Djokovic repita una temporada como la actual, pero también es consciente de que debe mejorar aún más en ciertos aspectos de su juego.
El resto de la 'Armada Española' tuvo una actuación irregular. Muy discreto estuvo el murciano Nicolás Almagro, que llegó al torneo como 'top ten' y fue eliminado a las primeras de cambio por el francés Julien Benneteau, invitado por la organización.
David Ferrer, que partía como quinto cabeza de serie del torneo, firmó la mejor actuación española por detrás de Nadal, pero no pudo avanzar más allá de los octavos de final. Se topó con Andy Roddick y no tuvo su mejor día.
Junto a Ferrer, su amigo Juan Carlos Ferrero, que reverdeció laureles, también alcanzó la cuarta ronda, dejando partidos memorables como su triunfo en cinco sets ante el francés Gael Monfils. Unas molestias en los isquiotibiales le impidieron dar lo mejor de sí frente el serbio Janko Tipsarevic.
En el cuadro femenino, las representantes españolas firmaron un buen torneo. En especial Carla Suárez, que tras muchos meses lastrada por las lesiones reencontró su mejor juego y alcanzó por primera vez los octavos de final en Nueva York.
La otra grata sorpresa fue la ilicitana Silvia Soler, que desde la fase previa llegó hasta la tercera ronda, al igual que la valenciana Anabel Medina.
Al margen de la actuación de las españolas, el torneo supuso la sorpredente coronación de la australiana Samantha Stosur, que conquistó su primer título individual de Grand Slam al superar a la norteamericana Serena Williams, la gran favorita.
Stosur, que jugó una final perfecta y que se deshizo en semifinales de la otra gran revelación del torneo, la alemana Angelique Kerber, que empezó el torneo como la 97 del mundo, también consiguió hacer historia en Nueva York al batir dos récords.
En tercera ronda jugó el partido más largo en la historia del torneo, ante Nadia Petrova, tras 3 horas y 16 minutos, y en la cuarta ronda disputó la muerte súbita más larga en la historia de los Grand Slams femeninos al ganar por un parcial de 17-15 a Maria Kirilenko.
Esta edición supuso una nueva desilusión para la número uno mundial Caroline Wozniacki, quien acabará una nueva temporada sin poder inscribir su nombre como ganadora de un Grand Slam. EFE