1º Daniele Bennati (Leopard) 4h39:20
2º Enrico Gasparatto (Astana)m.t.
3º Damiano Caruso (Liquigas)m.t.
GENERAL
1º Juanjo Cobo (Geox)82h38:32
2º Christopher Froome (Sky)a 13''
3º Bradley Wiggins (Sky)a 1:39''
La etapa de hoy, 20ª: Circuito del Jarama-Madrid (95 Kilómetros). Teledeporte (15.45 horas); Eurosport (16.30 horas) y ETB-1 (15.45 horas).
vitoria. Para ganar la Vuelta que tiene tan cerca, Juanjo Cobo tuvo que partir del supuesto inverso, que no podía ganarla, lo que, más que una verdad, era un autoengaño con un poder de convicción tan inmenso y contradictorio, 'no puedo ganar la Vuelta, luego, puedo ganarla', que tres semanas después solo Froome, las bonificaciones de la última etapa de Madrid (32 segundos en juego en dos esprines especiales y la meta) y una ecuación imposible, casi-casi ciencia ficción, pueden evitar que la vida de Cobo de un vuelco espectacular tan impredecible cuando arrancó la Vuelta en Benidorm como la propia posibilidad de que no ocurra. Dicho de otra manera: salvo catástrofe, Cobo ganará hoy, contra pronóstico, la Vuelta.
Puede perderla, claro que puede. De alguna de estas maneras: si Froome gana la etapa, el sprint de Madrid, bonifica 20 segundos y Cobo no hace entre los tres primeros; o si el inglés gana los dos esprines intermedios, 12 segundos, y rasca algo, uno de los tres primeros puestos, en meta; o si bonifica seis segunditos por el camino y acaba tercero, ocho segundos, o mejor; o cuatro y hace en meta segundo o primero. Y así con todas las cuentas en las que sume más de 13 segundos, que es la distancia mínima pero insalvable que asegura a Cobo la victoria en la Vuelta.
Cobo respira "Está cerca, más cerca que nunca, pero matemáticamente no la tengo ganada", dijo Cobo en Gasteiz, diciendo sin decir que por la noche en la cena no correría el champagne ni habría fiesta y que, tampoco, habría paseo y homenaje al campeón desde el Circuito del Jarama hasta Madrid, como reza la norma no escrita de las últimas etapas de las grandes salvo cuando los organizadores colocan las fastidiosas cronos como cierre que tanto detestan los ciclistas. "No he hablado con Froome sobre lo que hará o no mañana, pero tiene todo el derecho del mundo a seguir luchando por ganar la Vuelta. A mí me gustaría que fuese una fiesta, ¿pero por qué no va a disputar la etapa?". Ya lo hizo ayer, aunque sin resultado para alivio de Cobo, que corre en el equipo de las zapatillas que respiran. Eso es Geox.
Cobo no respiró hasta que pasó Urkiola, la última montaña de la Vuelta. Por la mañana en Bilbao, alucinado aún el pelotón por ver tanto aficionado al ciclismo junto, el cántabro era puro nervio. "Estoy rayado", dijo. Y no quiso hablar. Se jugaba la Vuelta en la que ha sufrido más cuando se bajaba de la bicicleta, con las entrevistas, las preguntas incómodas, la presión, la gente, qué agobio, qué martirio para un chico tan introvertido, que cuando estaba montado sobre ella. Ayer, no pasó ningún apuro.
De la angustia de la salida se liberó en Urkiola, donde se esperaba el último ataque desesperado de Froome para intentar ganar la Vuelta y resulta que no se movió. Entre el gentío, otra vez un océano de ikurriñas, banderas del Athletic y camisetas naranjas, hizo de zapador Carlos Barredo. Coronó con medio minuto de ventaja sobre un grupo en el que iba incrustado el bravo Amets Txurruka, que no ha ganado una etapa en la Vuelta pero se merecía todas. El pelotón pasó a poco más de un minuto. Controlaba el Leopard. Para Bennati. Y el Sky. Para Froome. Menchov, Sastre, De la Fuente, David Blanco… arropaban a Cobo, que sobre la cima de la última montaña de la Vuelta más montañosa, respiró. Paradójicamente, solo los esprines le separaban de ganar la Vuelta.
Froome se equivoca El primero, el de Arroiabe, a 16 kilómetros de Gasteiz, un sprint itinerante. Al principio no estaba allí, sino en Elorrio, antes de Urkiola. Lo movieron para mantener la tensión de una etapa que tenía un final de 50 kilómetros llanos demasiado largos. Para incentivar a Froome, que, cazado el grupo que perseguía a Barredo, con el asturiano como único hombre en cabeza, vio una pancarta y ultramotivado, ciego, se lanzó a por ella. Fue un sprint durísimo. A muerte. El inglés se dejó el alma por cuatro segundos. Cobo, flipaba. "Creía que era un ataque lejano y me he pegado a su rueda". Froome pasó bajo la pancarta y dejó de pedalear satisfecho. Cuatro segundos, pensaba. Qué botín. Se frotaba las manos. Y calculaba. Se quedaba a nueve del jersey rojo de Cobo, que sorprendido, se acercó a su rival inglés para arrojarle un jarro de agua fría, helada. "Oyes, que esa era la pancarta de 20 kilómetros meta", le dijo. Froome tardó en reaccionar. Cuando miró bien la pancarta y vio que, efectivamente era la de 20 kilómetros, y cuando ojeó también un cartel que señalaba que quedaban tres para el sprint especial, su piel rosada en inglesa enrojeció de vergüenza. No es para tanto, hombre: hasta Merckx esprintó una vez, de hambriento que era, para ganar bajo una pancarta publicitaria.
Del desorden y la confusión sacó partido el Geox. Fue con un gesto ágil de Carlos Sastre, que no tiene las piernas de antes pero su mente sigue musculada. Contraatacó el abulense, corrió hasta la rueda de Barredo y ambos pasaron por el sprint. El pelotón luchó solo por los restos. Dos segundos. Los cogió Wiggins. No van a ningún lado. Cobo no se movió de la rueda de Froome. Así entró la Vuelta a Gasteiz 39 años después -en 1972 la etapa la ganó Agustín Tamames-. Por avenidas anchas y un mar de rotondas en el que se ahogó Sastre, que sobrevivió hasta que avistó la pancarta de dos kilómetros a meta. Tocaba sprint. Lo preparó el Leopard como en Haro pero esta vez no hubo despiste. Bennati se lanzó por la calle del medio y nadie le remontó. Ni Gasparatto ni Caruso… "Al fin he ganado", suspiró el italiano, que se perdió el Giro y el Tour por una caída en el Tour de Romandía y ahora que remonta el vuelo piensa en el Mundial de Dinamarca, el de los esprinters. Froome y Cobo entraron juntos. Uno el 26 y el otro el 28. "Mi misión es pegarme a él como una lapa", explicó Cobo, que cuando le preguntaron si pese a la escasa diferencia y a la posibilidad matemática de una voltereta insólita se sentía, aunque fuera un poco, ganador de la Vuelta, respondió tajantemente, todas las veces que se lo preguntaron, que fueron unas cuentas, que no. "Solo tengo trece segundos", dijo. Con la misma prudencia contestó Matxín, que con la tensión ha perdido dos kilos estos últimos días y hoy puede perder alguno más. "Aún hay 32 segundos en juego. Y pueden pasar más cosas. Un pinchazo, una caída… No, para nada está ganada. Aunque Juanjo es rápido, le basta con seguir a rueda…". Luego tiró de tópico. Contó lo de que 'hata que se pasa la última meta…' que tantas veces repetía Loroño. Más apretada aún que la general está la regularidad. La lidera Joaquim Rodríguez con 115 puntos, los mismos que Bauke Mollema. Ellos también esprintarán hoy cada vez que vean una pancarta.