LEóN
CUANDO vio la luz, y antes de que eso ocurriera según contaban los rumores, aquello estaba llamado a ser la repanocha. El del Geox, pilotado por Giannetti y Matxín, era un proyecto magno, con un presupuesto descomunal, 10 millones de euros por temporada, que le permitió rebuscar en la jungla del mercado ciclista y cobrarse dos buenas piezas: Denis Menchov y Carlos Sastre. El ruso acababa de ser, pocas semanas antes, podio del Tour de Francia por delante de Samuel, un peldaño por debajo de Andy Schleck y dos de Alberto Contador, El Rey Sol del ciclismo. Su trayectoria, una joya: dos Vueltas y un Giro, para empezar. El abulense, ya saben, aquel Tour fantástico de 2008 y los podios, muchos, en Giro, Vuelta y la Grande Bouclé. A ese Geox grandilocuente lo recibió el ciclismo con una bofetada. La UCI le dejó fuera del World Tour, la liga máxima, la que da acceso directo a las mejores carreras. Desde entonces, nada ha ido bien. Hasta esta Vuelta que tiene Cobo en el bolsillo.
Fue, cuentan, por culpa del nuevo baremo de puntos que a mitad de temporada y sin que nadie supiera cómo funcionaba, se sacó la UCI de la manga para clasificar a los equipos. El Geox se quedó fuera por 50 puntos, que no se sabe si es mucho o poco, pero que no hubiese tenido trascendencia alguna si se llega a materializar el fichaje de Stefan Van Dijk, holandés de 35 años, más bien desconocido, que tenía, cosas de este nuevo ciclismo, un carro de puntos. Es por eso que, fuera del World Tour, el equipo lleva toda la temporada penando más de lo que debería.
O, matiza, Matxín, es lo que parece. "Si no estamos en algunas de las mejores carreras del mundo, que son las que interesan al público, parece que no existimos. A pocos les importa, y ni siquiera lo saben, si has andado bien en alguna carrera desconocida. Es lógico, pero si no corremos no podemos demostrar que este equipo merece estar en el World Tour", dice el basauritarra.
Fuera del World Tour, se le cerraron, también, más vinagre a la herida, las puertas del Tour de Francia, pues opositaban a una de las cuatro invitaciones que acabaron copando los equipos franceses. "Nada que decir al respecto", se encoge de hombros Matxín. Menchov, podio en 2010, tampoco dijo nada, pero se sintió muy cercano al desprecio. Sastre, ganador en 2008, ni te cuento.
El Geox fue perdiendo pie. Corrían sin saber qué iban a correr después, a ciegas, sin capacidad de previsión. Se convirtió en un equipo anárquico. Y desafortunado. Enfermo, Sastre, penaba en abril, a pocas semanas del inicio del Giro. Y a Menchov un accidente que pudo ser gravísimo -le atropelló un coche cuando entrenaba y le partió en dos la bicicleta-, le trastocó su preparación. En la carrera rosa, naufragaron. "Es cierto que no nos salió nada bien", reconoce Matxín. Desde aquel Giro lleva el Geox desaparecido. Invisible. Claro, no corrió el Tour.
Geox respira "A la Vuelta, Geox viene a respirar", dijo el director vizcaino cuando le preguntaron en Benidorm si su equipo necesitaba, como el comer, enderezar la trayectoria en la ronda española. "Era", cuenta ahora menos encogido y más sonriente, "nuestra gran oportunidad, la última quizás, de demostrar a Geox que este proyecto merece la pena". En dos días, La Farrapona y el Angliru, le ha dado la vuelta a la tortilla. Quedan atrás un año nefasto y los rumores, ya en la Vuelta y desmentidos por el propio Matxín, de que el equipo era una caldera a punto de estallar, de que no había conexión ni ambiente entre los corredores. "No era así", niega el basauritarra, y pone como ejemplo la etapa de La Farrapona y el sacrificio de De la Fuente. O la del Angliru y el heroísmo de Carlos Sastre, que habló con Cobo para ponerse a su servicio y tirar del grupo en la subida y como este le dijo que no se inmoló para endurecer la carrera. ¿Y Menchov? "Ante Denis me descubro por su brillantez, su compañerismo y su capacidad". Cuenta Matxín que en la meta del Angliru, cuando entraba junto a Poels y Froome, le dijo al ruso que esprintara para ser segundo y ganar la bonificación. Menchov le dijo que no, que mejor luchar por ser tercero, que Poels, nada que hacer en la general, fuese segundo y Froome no tuviese posibilidad de bonificar. "Me dio una lección".