Cabeza de Manzaneda. Hay ciclistas que pesan más de lo que dice la báscula; ciclistas con plomo en la cabeza; ciclistas a los que la presión les hace gordos, torpes, lentos. David Moncoutie, 36 años, ganó ayer su cuarta etapa en la Vuelta, una de las que tenía marcadas con una equis, y agrandó así su leyenda de francotirador infalible. En su fabuloso currículo, entre otras, tiene también dos etapas del Tour, pero esa prueba, por faraónica, le supera. Demasiado estrés, dice. Por eso, ha pedido a su equipo, el Cofidis, que le renueve un año más con la única condición de no correr la Grande Boucle para preparar carreras como la Vuelta, donde, relajado y tranquilo, disfruta y rinde más. A Juanjo Cobo, que brilla en esta Vuelta como no lo hacía en mucho tiempo -es octavo a 1:27 del nuevo líder Wiggins, que desbancó a su compañero Froome-, hay que dejarle a su aire. La presión le paraliza, le vuelve loco. En mayo a Cobo le dio el puntazo y estuvo a punto de dejar la bicicleta. Solo Matxín, su gran valedor, su conciencia, le pudo rescatar. Le dijo que entrenara sin presión, que nadie le iba a exigir nada y que disfrutara de la bicicleta. La receta es milagrosa. Funciona.
No solo a Cobo. En la antesala de que la Vuelta arrancase en Benidorm, Eusebio Unzue reunió a su cuadrilla en el hotel de Altea donde se concentraba el equipo para fijar los objetivos y la manera en la que había que afrontar la carrera. A cada uno le dijo lo que debía. Cuando llegó a Beñat Intxausti se detuvo reflexivo y le encomendó una misión especial: "Tú disfruta de la bicicleta". Nada más. Fue una orden en la que iba impresa la convicción de Unzue en que el chico, cabizbajo, con una brecha de dimensiones bíblicas en algún lugar en las honduras del alma tras asistir incrédulo a la muerte de su amigo Tondo en Sierra Nevada, necesitaba ponerse en marcha, pedalear, y no la visión estanca de las cuatro paredes de casa, para dejar atrás ese dolor tan profundo y duradero que llevaba a cuestas como una mochila llena de piedras.
Para remontar el vuelo y emerger, salir del pozo, Beñat tuvo que pasar el trago de Sierra Nevada en la cuarta etapa; la meta situada a escasos diez metros del garaje donde se apagó la pasión ciclista de Tondo y el homenaje, junto a sus hermanos, la mañana siguiente. Fue un revolcón de sentimientos para el vizcaino. Volvió a sufrir. Lo indecible. Lo inimaginable. Quizás fuera también una catarsis. Allí dejó Beñat el último llanto. Y al tiempo que se alejaba de Sierra Nevada, hacia el frío y lluvioso norte, se distanciaba también de aquel dolor. "Cualquier día de estos volverá a estar a su nivel", repetía Unzue.
Buenas piernas por la mañana Fue ayer, en Galicia y su meta inédita en Cabeza de Manzaneda. Allí, una tarde fresca, ventosa y gris, levantó la cabeza Intxausti. Pero él lo supo por la mañana. "Desde el principio vi que tenía buenas piernas". Las movió ágiles como suele, la bella estampa, para meterse en una escapada voluminosa. Había muchos dorsales. Algunos tan notables como los de Luis León Sánchez, Moncoutie o Paulinho. También estaban Txurruka, Oroz y Aitor Pérez Arrieta.
La Manzaneda es largo pero suave. Lo conocía bien Beñat, que lo visitó en agosto con el resto del equipo aunque estuvo a punto de no hacerlo porque tras la caída en la Vuelta a Burgos se dolió de nuevo del codo astillado en el Tour y su participación en la Vuelta estaba en el alero. Era una cuestión física, el dolor en el codo, y mental. Estaba empezando a hartarse de tanta desgracia. Hasta su amama le dijo que se fuera con ella a rezar a Begoña el día de la amatxu, 15 de agosto, para que no se cayera más. Intxausti no fue. Amama rogó por él. Ayer, Beñat se levantó.
La misma fe que amama para rezar le puso Beñat para luchar por la etapa, un asunto complicadísimo. Cuando a quince kilómetros se agitó el grupo y comenzó a moverse Moncoutie, fue el vizcaino el que respondió. Una vez. Y dos veces. El francés no da puntada sin hilo y con esas dos arrancadas no consiguió despegar, pero sí reducir el nutrido grupo a una representación minúscula en la que resistía Beñat, pero también Luis León Sánchez, Mathias Frank y Paulinho. Un último arreón, enérgico y seco, de Moncoutie a 12 kilómetros acabó con todo. "Con él ahí, ganar era casi imposible", dijo luego Intxausti, que llegó segundo junto a Luis León tras trabajar impotente con sus compañeros para tratar de alcanzar al infalible francotirador francés.
El segundo puesto de Intxausti se vivió en el Movistar como un triunfo maravilloso. "No me sorprende en absoluto que haya estado ahí", dijo Pablo Lastras, que la tarde anterior, la del día de descanso, se sentó delante del ordenador para responder on-line a las cuestiones que le plantearon los lectores de un periódico madrileño y cuando le preguntaron por Beñat Intxausti escribió: "Va a resucitar seguro". "Es que Beñat", abundó ayer mientras se abrigaba para bajar de la cima de La Manzaneda, "es uno de los elegidos, de los que tienen el don. Esto nos sabe a gloria porque, además, se lo merece. Ha sufrido mucho". José Luis Arrieta, director del equipo telefónico, habló del final de un largo y duro camino y el inicio de otro. "A Beñat esto le va a venir fenomenal. Este es un punto de partida. Me alegro tanto por él, por el equipo que le ha arropado en todo momento… Lo disfruto como una victoria".
Wiggins, líder Como una victoria también valoró Joaquim Rodríguez los siete segundos que sacó al grupo de los favoritos entre los que volvió a estar sublime Bradley Wiggins, del que dicen le ha entrado complejo Indurain, y lidera ahora la Vuelta tras tomar el relevo de su compañero Froome. El inglés corre como corría el navarro. A ritmo. Nada parece alterarle. Ayer no hizo caso de los hachazos de Nieve, Daniel Martin, Mollema o Dani Moreno, este último con la misión de hacer de puente en un planeado ataque de Purito que no llegó hasta muy al final porque pegaba demasiado aire como para que el liviano catalán, 55 kilos, pudiese elevarse. A Wiggins le bastó con el trantrán al que le subió Froome, una extraña imagen del líder de la carrera entregando generoso hasta el último átomo de fuerza, para mantener a raya a los escaladores. Solo se atrevió Joaquim Rodríguez a arrancar sin temer pagarlo cuando vio la pancarta del último kilómetro. Para entonces, sufrían descolgados Janez Brajkovic, que perdió 23 segundos con el catalán, y Bruseghin, Menchov, Scarponi, Sastre y el propio Froome, que se dejaron algo más, hasta 34. Haimar Zubeldia, tremendo en lo que va de Vuelta, se mantuvo con los mejores, sigue siendo el mejor vasco en la general y avanzó una plaza, hasta la novena. Mikel Nieve, que atacó sin descanso, sube hasta la 24ª. Hoy la Vuelta se toma un respiro en Pontevedra, donde se espera sprint o escapada, antes de afrontar tres días decisivos en Ponferrada, La Farrapona y L'Angliru.
1º David Moncoutie (Cofidis)4h38:00
2º Beñat Intxausti (Movistar)a a 1:18
3º Luis León Sánchez (Rabobank)m.t.
GENERAL
1º Bradley Wiggins (Sky)42h50:41
2º Christopher Froome (Sky)a 7''
3º Vincenzo Nibali (Liquigas)a 11"
La etapa de hoy, 12ª: Ponteareas-Pontevedra (167,3 kms.). Teledeporte (15.45 horas). Eurosport (16.30 horas).