vitoria. Sensaciones anhelaba Efrén Vázquez y sensaciones se cobró. Era lo primero. Vestía con harapos después de las dos últimas carreras. Contadas por caídas. Un desparrame de impresiones. Un surgimiento para las dudas. Una revolución en el interior del bilbaino. Confusión, incluso. En el armario, encajonadas, quedaban las voluntades. Entonces, para ayer, quería vestir un traje nuevo el de Rekalde, uno que le cobijase, que le acorazase, que ciñese sus corazonadas, que le refortaleciese, que le asentase en su empresa de rodar con los mejores de la categoría de 125, la mayor de las galas. Quería estar guapo Efrén, cómodo para convencerse a uno mismo. El punto de partida para proyectar belleza de puertas a fuera. Indianápolis se presta a ello. Cada adelantamiento exige de riesgo y el bilbaino lo asumió. Es valiente. No hay duda. Pero su retrasada posición de salida y las tempranas reacciones en cabeza fragmentaron pronto el grupo, no contraatacó, o no fue suficiente, y quedó encomendado a una remontada imposible. Y la sexta plaza, aunque "necesitaba terminar esta carrera para coger confianza", no se corresponde con sus expectativas. En Indy, por ejemplo, fue cuarto el año pasado. Sus destellos de lucidez hicieron vibrar, pero las posiciones que rondó, entre el séptimo y el quinto, son pobres para sus expectativas.
Pronto, apenas un guiño, Nico Terol desapareció en el horizonte. En diez vueltas, diez segundos de margen. Un escándalo cómo rompía récords de pista que él mismo iba fijando desde la segunda vuelta. Zarco, Viñales y Faubel saltaron vagamente tras el alcoyano, vagamente para la vista, aunque seguro que se vaciaron en el intento. Efrén, mientras, se enzarzó con Cortese y, sin encontrar pacto de no agresión, ambos resultaron perjudicados, se frenaron repasándose y conectaron con ellos Gadea y Kent. "La suspensión ha quedado muy blanda para las gomas nuevas con las que hemos salido y hasta que no se han ido desgastando no he podido abrir gas con normalidad", justificaba. Rodaba en esos instantes mordiendo ruedas para sostenerse.
La empresa se complicó para el bilbaino, que cayó a la séptima plaza. Aunque para su bien, esta vez sí, hubo consenso y Gadea aupó a ese segundo colectivo hasta el primero: los Zarco, Viñales y Faubel. Una grupeta efectiva. Ocho pilotos juntos antes de que Kent se fuera a la grava. "Ha habido momentos puntuales en los que hemos vuelto a estar muy arriba". Uno de ellos fue este, cuando, de nuevo, se abrió ante él la posibilidad de podio.
Fue el típico oasis en el desierto. Pura fantasía fabricada por la necesidad. Nada más empalmar, Zarco protagonizó una sucesión de errores que cortaron la columna ya de siete. Y a partir de ahí, "era tarde para sorprender". Su mayor aspiración pasó a ser cruzar la meta en quinto lugar. El de Rekalde quedó descolgado con Zarco y Faubel. "Una pena". Sí. Más tener que verte inmerso en la pelea con tu compañero de equipo. "Nadie ha dicho nada (desde su equipo). Sobre todo, quería intentar terminar con buenas sensaciones, pero tenía que intentarlo", sirvió a la postre Efrén. Intentarlo era aspirar al quinto lugar, por supuesto. Y eso suponía una refriega bajo la fraternidad del Derbi-Ajo Motorsport. El de Rekalde no se reprimió y cubrió una magnífica última vuelta, con un adelantamiento de infarto en el último recodo de la carrera, poniendo en juego su integridad con el bordillo del trazado Brickyard. El hachazo, sin embargo, no hizo la suficiente mella en Zarco y este se llevó la quinta plaza por 14 milésimas, favorecido por la aspiración de la moto del de Rekalde. El francés ganó en el garaje. No obstante, Terol lo hizo en pista y dio un salto considerable en sus aspiraciones al título. "Hemos empezado a recuperar parte del terreno perdido y nos ha permitido sentirnos bastante a gusto", valoró el bilbaino. "Hemos dado un paso al frente", añadió. Se ha vestido de esmoquin. Traje nuevo. En el perchero, los de Alemania y la República Checa. Harapos.