la de ayer fue etapa de muchos intereses por cazar la fuga. De hecho, en los primeros 50 kilómetros de la jornada se voló. Al final, fue el Liquigas el que se llevó el gato al agua. Pero no sería justo omitir que el equipo de Nibali tuvo la fortuna de que se dio un corte favorecido por una moto, cuando se bajaba a tope. En ese momento, durante el fuerte descenso final, se rompió el grupo y quedaron cuatro corredores del Liquigas junto a Lastras, un equipo que seguramente se hubiera embolsado igual la etapa, pero influyó semejante circunstancia de carrera.
No obstante, a pesar de la buena suerte que tuvieron ayer los chicos del Liquigas, y también la loable actuación, por no desmerecer, tal vez no supieron gestionar bien el desenlace de la etapa. Creo que podría haber sido más dulce para ellos. Pero Nibali se precipitó lanzando el esprint final y Sagan, que no tenía previsto disputar la victoria, tuvo que apretar para que no venciera el Movistar Lastras. Hasta ahí todo correcto, pero viendo que el tercer Liquigas era Agnoli, este debiera haber dejado pasar a Nibali, lo que hubiera dado una interesante bonificación al segundo. En este sentido, la mala fortuna del resto del pelotón se vio recompensada por esta decisión. Tal vez Agnoli no sabía ni que se repartían bonificaciones. Por eso, no fue para tanto. Se podía haber hecho más mella. Eso sí, las etapas siguen siendo preciosas en la presente Vuelta.
Hoy toca una más tranquila, apta para aquellos sprinters que no quieren irse de manos vacías. En teoría, si no hay viento, será uno de los días más apacibles para los favoritos para la general antes de regresar a la montaña.