VITORIA. La Vuelta 2010 se le acabó a Antón en Solares, a los pies de Peña Cabarga, vestido de rojo, el color del líder, envuelto en sangre, el color del drama.
A la mañana siguiente, Euskaltel-Euskadi amaneció mustio en Hoznayo. Igor González de Galdeano abrió los ojos y fue como despertar del sueño para sumergirse en una pesadilla. Antes incluso que la luz, desfilaron por su retina todas aquellas imágenes tormentosas. Antón sentado en el suelo; Antón inmóvil; Antón perplejo y dolorido; Antón levantándose con dificultad; Antón incapaz de montarse en la bicicleta; Antón abandonando con el codo roto; Antón subiendo al coche, sacando el pulgar derecho mirando al cielo en señal de que todo estaba bien. No, nada estaba bien. No había consuelo para Galdeano, que sintió ganas de llorar. Se contuvo. El primer paso de la mañana siguiente le exigió un esfuerzo inhumano. Le costó horrores salir de la cama. "Y pa'qué", se decía. Tardó lo indecible en encontrar una razón para empezar el día, el siguiente a la caída de Antón. Lo hizo al volver a cerrar los ojos. Pensó en lo recorrido hasta la centésima antes de que su líder se arrastrara por el suelo: su superioridad, la frescura de sus piernas. Desde entonces lleva soñando que Antón gana la Vuelta. Esta, la que empieza el sábado.
"Tiene en sus piernas una Vuelta y sólo espero que no fuera la del año pasado", dice el mánager de Euskaltel-Euskadi.
No es sólo cosa suya. Muchos creen en Antón como ganador de la Vuelta. Es el pensamiento más directo. Cuenta ahora Galdeano, a un paso de iniciar el epílogo -la Vuelta arranca en Benidorm con una crono por equipos- a una temporada deslumbrante de Euskaltel-Euskadi -dos etapones en el Giro, otro en el Tour y el reinado de la montaña de Samuel en París, por ejemplo-, que lo que ha pasado es que Igor no llegó a Madrid de rojo, pero sí que ganó la Vuelta; que fue un vencedor moral; que en el imaginario popular, la Vuelta de 2010 acabó antes de Peña Cabarga y con el vizcaíno como patrón único; y que, por todo eso, también porque la ronda estatal regresa y se decide en Euskadi tantos años después, la presión y el foco recaen inevitablemente sobre Antón.
"Es la Vuelta de Euskaltel-Euskadi", proclama Igor González de Galdeano, que se imagina a Antón entrando de líder en Bilbao y califica la visión de apoteósica. "Sería", elucubra, "un hito histórico". Quizás, reflexiona, el techo de este equipo, que desde 2008, desde los Juegos de Samuel, lleva recolectando sueños a pedacitos. Aquel oro, los podios en la Vuelta, las etapas del Giro, la etapa del Tour, el reinado de la montaña...
"Este sería uno más, pero especial. Llegar a Bilbao de líder y salir de Gasteiz con la Vuelta ganada hacia Madrid, ante nuestra gente, sería el mejor premio posible a 18 años de historia de Euskaltel-Euskadi. Sería, también, un premio y un reconocimiento para Miguel -Madariaga- el verdadero artífice de este equipo".
la prudencia De la euforia se defiende también Galdeano. Como puede. Es la Vuelta de Euskaltel y ese papel hegemónico que debe desempeñar el equipo le genera sensaciones encontradas. Le enorgullece, pero ve en el exceso de confianza, en dar por hecho el triunfo en una grande al que aspira, quizás, por primera vez en su historia, el reverso de la decepción. Cuanto más arriba se sueña, más abajo se despierta. "Si no ganamos dejaremos un mal sabor de boca. Y es un contrasentido. No es real que no ganar la Vuelta suponga un fracaso". En esa dirección lleva aleccionando a su equipo durante todo el mes de agosto.
Les dice que el objetivo no es sólo ganar la Vuelta. Que esa es la aspiración máxima y que por ello la puesta en escena de Euskaltel, un equipo correoso, hábil al contragolpe pero que rara vez asume la responsabilidad de una carrera, el peso, el mando, será diferente. Todos protegerán a Antón. Sin excepciones. Ni siquiera la de Nieve. "A cualquiera le hubiera gustado tener a Mikel a su lado". Lo tendrá Igor. "Son los escaladores de moda. Una pareja sin igual. Pero Mikel sabe del potencial de Igor. Por eso lo dará todo por él". Como en 2010.
Todo será como entonces. Incluso ese planteamiento prudente que Galdeano le susurra repetidamente al oído a Igor -"piensa en el podio, en estar meterte ahí, no en ganar la Vuelta"- para protegerle de la angustiosa presión, un lastre histórico para el escalador vizcaino, que siempre huyó de favoritismo como de la peste. Recuerda también el gasteiztarra que Antón nunca ha estado en el podio de una grande y que no sabe, tampoco, lo que es ganar una vuelta pequeña. "Por eso tiene que pensar en dar pasos. El podio sería uno grande, aunque el sabor que nos dejó lo del año pasado nos haga a todos, incluso a mí, incluso a él, pensar en lo máximo".
Igor ya no tiene dudas Antón, esta vez, por primera vez, asume con naturalidad su posición jerárquica en la Vuelta. "Es la gran diferencia en el plano mental", traza Galdeano; "la Vuelta del año pasado le marcó. Yo lo comprobé en el Giro. Se vio capaz de ganar en el Zoncolan y luego ganó. Eso no es habitual en él, que siempre ha estado más cerca de la duda. Incluso a mitad de la pasada Vuelta, cuando ya había ganado dos etapas e iba líder, no confiaba del todo en sí mismo. Pero todo eso ya lo tiene superado". En el apartado físico a Antón se le supone una forma excepcional pese a que después del Giro sufrió unos pequeños problemas físicos que le retrasaron la puesta a punto, lo que explica su rendimiento en la pasada Vuelta a Burgos, bueno, pero más justo de lo esperado.
"En las dos semanas que quedan aún puedo hacer dos o tres entrenamientos buenos para llegar bien a la salida de la Vuelta", explicó el propio Antón tras la ronda burgalesa. "El año pasado llegó en una forma impresionante, la mejor que ha tenido siempre, pero las piernas no siempre corren lo mismo", sostiene Galdeano. "En la Vuelta lo más importante para un ciclista es la frescura. Llegar sin sentirse agotado. Es lo que hemos vuelto a hacer este año. La apuesta desde el principio era por la Vuelta.
Y hemos ido el cien por cien a por ello. Se ha hecho todo lo que se tenía que hacer para que Igor llegase descansado, sin que perdiera ni un gramo de fuerza en el camino de la temporada que le pudiera hacer falta ahora", abunda el mánager general de Euskaltel-Euskadi, que desde su debut en la Vuelta en 1994 ha ganado trece etapas (tres de Laiseka, la primera en Abantos en el año 1999; cinco de Samuel; una de Unai Etxebarria; tres de Antón y otra de Mikel Nieve) y ha subido dos veces al podio, ambas con Samuel Sánchez, tercero en 2007 y segundo en 2009.