Cuando está a punto de concluir la primera semana del Tour, hemos visto a un equipo que ha destacado por encima del resto, como ha sido el caso del Garmin, que lidera la clasificación general, ganó la contrarreloj por equipos y una etapa. Además, el belga Gilbert se está mostrando fortísimo, no solo por su victoria de etapa, sino porque ha estado en la pelea de otras dos. Pero lo que más claro ha quedado, por encima de todo, es que el Tour no es tan fácil como se pinta y que éste no entiende de favoritos. Todo el pelotón está sumamente preparado y tiene posibilidades de éxito. En este sentido, la competencia es máxima.

Pero el Tour es caprichoso y, como decía, no entiende de favoritismos. Los nombres no son nada. Los dorsales no son nada. Se ha visto con las caídas de Contador, Boonen, Popovych, Gesink o ayer con Leipheimer, o con el propio abandono de Brajkovic. Quién se lo diría antes de comenzar. Y es que, como siempre, en el Tour reina la tensión. Un nerviosismo que es prueba de que todos se juegan mucho y de que todos van a tope.

En cuanto a la clasificación general, creo que Contador puede ganar. Si bien, a mi juicio el gran favorito es Andy Schleck, quien está por ver si soporta la presión del aspirante, pero quien cuenta con la gran baza de su hermano Franck. Y no lo es por el tiempo que perdió el madrileño el primer día de la ronda gala, sino porque con la exhibición de Contador en el Giro e inmerso en el ciclismo contemporáneo, creo que es muy complicada la gesta. Aunque podría hacer como Armstrong en su quinto Tour, cuando todo se le puso en contra y él se sobrepuso a todo. Aunque ya se sabe, el Tour es muy caprichoso.