Vitoria. Las cifras son de escándalo. Abrumadoras. Una pena para el público y su añorado espectáculo, su tesoro. La emoción de la lucha por el título está en la UVI. Las trabas de la organización, capando el ingenio de Red Bull, sus logrados difusores soplados, no son suficientes para arañar en la hegemonía de la firma de bebidas energéticas. Quizás, hacen cosquillas, como las de Fernando Alonso ayer, que calificó segundo en el Gran Premio de Europa, por delante de Mark Webber, lo que allende Red Bull se considera toda una gesta. "Era una oportunidad de oro para estar en el ansiado podio en Valencia", diría el asturiano, lleno de pobres consuelos. Sebastian Vettel no encuentra competencia en la parrilla, además, la hemorragia de puntos a su favor es sangrante. Una brecha, un grifo abierto. Jenson Button, su más directa oposición hasta ayer, fue sexto. Combinaciones, bailes de posiciones dominicales, que van fijando fecha de caducidad al Campeonato. Se muere. Y su única salvación, su único lazo a la vida es la rivalidad. El patrón del Gran Circo, Bernie Ecclestone, ya puede poner un anuncio: Se busca rival para Vettel.

Con ocho carreras cumplidas y once por delante, el vigente campeón del mundo, 186 puntos en su maleta, empataría a puntos al final de temporada con Button y Webber, 109 cada uno, terminando segundo todas las carreras y ganando uno de estos dos cada una de ellas. No obstante, lo peor llegados a este punto, a este grado de desequilibrio, a este abismo que separa a Vettel y su máquina del resto, es la insaciable voracidad acompasada por el generoso talento del piloto alemán. "No miro la ventaja con los demás, mi objetivo es ganar carreras. Debemos mantenernos hambrientos". Partiendo de su garganta, es la mayor amenaza que deportivamente se puede largar actualmente en la parrilla. Una tiranía, porque su superioridad, su ventaja, está alcanzando unos límites que no le obligan a reprimirse. Al contrario, no tiene por qué economizar, por qué gestionar su renta. Puede permitirse excesos, puede emborracharse de ambición. Y en casa ajena, parece que solo la oración o el vudú pueden ser armas de batalla para poner en peligro a Vettel y su fortificado castillo de gloria, pues las constantes evoluciones mecánicas tampoco terminan de acercar el rebufo de Red Bull, que vive acorazado, enrocado en su condición de campeón.

Alonso fue ayer el único que amagó con quebrar el imperio alado. También es cierto que, de entre los siete primeros pilotos, fue el único que avanzó plazas con respecto a la posición de salida. El único de la cabeza que modificó el origen de la carrera, su nacimiento, su puesta en escena. En él, el asturiano adelantó por el exterior a Hamilton y Massa para colocarse tercero tras un amago de mala salida, presto a cañonear la moral de Red Bull, que se defendía con un Webber que sería tapón para las mayores ilusiones de Alonso, las de colocarse a rueda de Vettel y luchar consecuentemente por la victoria. ¡Cuánto tiempo de esto! Sobre todo, para ser Ferrari, que cuenta su último triunfo desde el Gran Premio de Korea celebrado el 24 de octubre de 2010. "Sabemos que nuestro objetivo es ganar, pero de momento no estamos en posición de hacerlo, porque sigue habiendo como medio segundo de diferencia", lamentaría a la postre.

Vettel se cobraba un margen a razón de medio segundo por vuelta en los compases iniciales. La rutina cuando es el germano y su monoplaza, Kinky Kylie (Pervertida Kylie) como le llama, quien corta el viento. Alonso, mientras, acechaba a Webber con ímpetu hasta que mediados nueve giros al circuito urbano de Valencia se fue un poco largo en una frenada y perdió la estela del australiano, que repartía coartada para su compañero de filas Vettel.

Tras el trío de cabeza, Massa, Hamilton, Rosberg, Button y Schumacher empezaban a perder tiempo en el empeño de podio.

Tampoco la primera pasada por el pasillo de garajes dio opción de adelantamiento a Alonso, que tuvo que realizar una precisa maniobra en pista para rebasar a Webber en la vuelta 21 de las 57 programadas. Esta sería la guerra del asturiano. Ciertamente, una cruz, pues lo que ganaba sobre el asfalto lo perdía en boxes.

Cuarta carrera sin abandonos Por instantes, breves, Alonso arrojó luz a la esperanza de triunfo. Pero cuando Vettel cedía décimas, reaccionaba con autoridad. El crono era una goma elástica. Su medida giraba en torno a los tres segundos. Vettel no pretendía enfrentamientos directos, porque no quería incidentes. Es más, apenas se pudo contar uno en la carrera y sucedió entre Petrov y Schumacher, saldándose con un alerón roto en el Mercedes. Y es que la de ayer fue la cuarta vez en la historia de la Fórmula 1 en que no se contabilizó abandono alguno, lo que solo ha ocurrido en Holanda'61, Italia'05 y EEUU'05 (en este caso participaron seis coches).

Con Vettel en la soledad del líder que es incontestable, Alonso trazaba planes para batirse con Webber, quien recuperó el segundo lugar en la segunda visita a los boxes, una vez que el asturiano tuviera problemas con los pilotos doblados. Corría entonces la vuelta 30.

Tras ellos, la vida seguía igual, con la especial mención para un Jaime Alguersuari impresionante con una estrategia de dos paradas en lugar de tres que le permitiría al disc-jockey catalán igualar su mejor resultado deportivo con su octava plaza; Sergio Pérez, que regresaba al volante tras su accidente, rizaba el rizo con un solo paseo por los garajes para concluir undécimo.

Cumplidos 46 giros al trazado y gracias al trabajo de equipo, Alonso pudo alzarse de nuevo en la segunda posición. Aunque en esta ocasión lo consiguió en boxes, con su tercer cambio de neumáticos. En esos compases, Vettel se destacaba rodando a diez segundos de diferencia del asturiano, que, como sucediera en el primer tercio de la prueba, no pudo ejercer presión sobre el germano. Hamilton, que era cuarto, perdía más de medio minuto. La cita era un sopor, chata, sin misterios. Así, el alemán sumó su sexto entorchado del curso. "Debemos mantenernos hambrientos", decía. Mientras esto suceda, Ecclestone puede mantener colgado el cartel: Se busca rival para Vettel.