Duración: 38:58 minutos. 17:58 de juego real.

Saques: 3 de Martínez de Irujo.

Pelotazos: 374 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 9 de Martínez de Irujo, 1 de Merino I, 3 de Idoate y 2 de Pascual.

Errores: 7 de Martínez de Irujo, 1 de Merino I, 5 de Idoate y 4 de Pascual.

Marcador: 0-1, 1-1, 8-2, 9-2, 10-3, 11-15, 11-6, 12-7, 17-8, 18-9, 19-10, 20-10, 20-11, 21-13.

Incidencias: Floja entrada en el Astelena de Eibar.

Eibar. Se acerca el verano, el calor canicular, las agobiantes brisas del sur y las ferias pelotazales y Juan Martínez de Irujo ya calienta motores para recuperar su tino. Ayer dio toda una lección, demostrando que tiene gasolina suficiente para tumbar a todo aquel que se le ponga por delante y, de nuevo, bajo la batuta de artificio que domina a la perfección. Si bien en su cuerda floja Juan es un temerario, el día que tiene todo a su favor es un artista, un martillo pilón, un cometa, un espectáculo. Y en Eibar tuvo uno de esos días, en los que el fallo no importa, porque el de Ibero posee la magia y el toque del arquitecto: construye con precisión innata jugadas imprevisibles, tocadas con una varita, sin despeinarse, y las levanta en terrenos insospechados, como el ingeniero de puentes, lo hace con el viento a favor, con la proa envuelta en ciclones o cuando todo está perdido. No ceja en ello. No abandona. Honestidad en estado puro. Nunca especula, nunca recula: pecho hacia adelante y el corazón en cada golpe. Síntesis de valiente. Andamios de héroe. Manos de fuego. Dedos de diamante. Y, junto a él, Miguel Merino, invitado al festín del cuatro veces campeón manomanista. El de Villar de Torre cumplió: sujetó y pegó. Tampoco se le pedía un despliegue de purasangre, aunque lo mostró, ni una seguridad brutal, y también la enseñó. El zaguero riojano, aun inexperto en estas lides a pesar de completar un curso impecable -finalista del Parejas de Segunda y del Manomanista de Segunda-, se fajó a la perfección con un experimentado Iñigo Pascual, que no pudo dar lustre al duelo en los cuadros largos. Tampoco lo logró Mikel Idoate, demasiado bisoño, frente a un tótem de la altura de Irujo.

Desde la atalaya pelotazale que gobierna, en el penúltimo escalón de la perfección, con el aire por bandera y la falta de presión como estandarte, Juan dirimió los primeros tantos como sabe. A toda velocidad. Si los azules comenzaron con el viento a favor. Martínez de Irujo se ocupó de darle la vuelta en apenas unos minutos. Y es que, lo que a todos les cuesta muchísimo, golpear y golpear, rematar y rematar, para el de Ibero es simplemente una cuestión de segundos. Así alimentó la primera brecha. Siete tantos de vellón y amparándose en una zurda brillante -por fin recuperada para la causa- y una prodigiosa capacidad de engaño. A Idoate, también rematador, le falta todavía tiempo para alcanzar tales cotas de genialidad. Fue un inicio arrollador sin ambages. Y ahí se quedó el duelo. No hubo mayor resistencia.

Quizás el delantero de la Txantrea pudo hacer más, pero con Juan a un nivel físico imponderable, tales gestas son dignas de una excepción, de una versión grandilocuente del pelotari rival. Y no fue el caso. Idoate rozó tantos excepcionales, se puso el mono de trabajo, percutió cuando pudo, pero el factor Irujo es demasiado influyente en una fórmula química explosiva, efervescente y altamente destructiva. Solo hubo polos de resistencia cuando el manista, siempre en el filo de la navaja, erraba en el remate. Por lo demás, un paseo, dominado en buena medida por la capacidad de reacción del de Ibero. El siguiente paso para Irujo: Sanjuanes de Eibar junto a José Javier Zabaleta el próximo viernes frente a Sébastien Gonzalez y Aritz Laskurain, dentro del cinco. Más gasolina.