PARA aproximarse al cálculo incalculable de lo alcanzado en el Giro, Igor González de Galdeano hace como Pep Guardiola y su clan -disculpen los detractores de las comparaciones- al inyectar a su éxito universal -el último el sábado, su cuarta Liga de Campeones que hizo preguntarse a La Gazzetta dell Sport si no es este Barcelona el mejor equipo de fútbol de la historia- el valor añadido de lo particular: la forma, un juego delicioso, y, sobre todo, el origen, que no es otro que el semillero, la casa de la paciencia de La Masía de Can Planas, o, como la denomina alguno, la academia de bellas artes. "Hemos ganado las dos etapas más importantes del Giro", dice el mánager de Euskaltel-Euskadi; "la primera, la de Igor, en un lugar legendario, ante los mejores, soltando de rueda al mejor, a Contador; la segunda, de otra manera, más sufridora, atacando de muy lejos y firmando una gesta antológica". Las propias victorias, la manera de lograrlas, el sello impreso en cada una de ellas, definen a los dos ciclistas. "Antón es el artista, lo del Zoncolan es eso, una obra maestra, puro arte; Nieve, el sufridor, el agonista, un chico centrado, noble y entregado que sabe muy bien quién es", traza. "Y los dos, en su diferencia, son inimitables y complementarios. No hay en el pelotón ciclistas como ellos y estoy seguro de que están en las agendas de todos los equipos", glosa después. Finalmente, le añade el valor de lo particular: "No son corredores de chequera, sino de cantera, de casa de toda la vida. Y eso quiere decir que tiene unos valores de fidelidad y compañerismo muy enraizados".
Habla Galdeano de los valores o de cómo Antón, agotado la última semana, se rehizo en el colle de la Finestre para llegar a la altura de Nieve, descolgado del grupo de favoritos, y arrastrarle así cuesta arriba como un sherpa tratando de oxigenar el día malo del navarro, agarrado con los dientes a un puesto entre los diez primeros perdido en la crono de ayer de Milán. O, también, de cómo a Mikel, al que el Giro de Italia ha dotado de una mayor jerarquía porque le ha confirmado como un hombre sólido de tres semanas, no le gobernará el sentimiento narcisista que afloró con el éxito en otros chicos humildes como él cuando tenga que tirar de Igor en agosto, en la próxima edición de la Vuelta.
"sufridor y fríO" El mejor biógrafo de Nieve es Álvaro González de Galdeano, que le dirigió en el Orbea continental y ha seguido toda su evolución hasta la cumbre, por ahora, de su carrera en Gardeccia, el día de la avalancha en los Dolomitas. "Nieve es sufridor y frío", comprime. "Desde el principio se vio que tenía algo diferente a los demás: la capacidad de sufrimiento. Cuando parece que va a acabar, que tiene que levantar el pie, sigue y sigue". Álvaro adora la inteligencia prudente de Nieve, que camina como dicen los montañeros que hay que subir a una montaña, asegurando siempre el pie de apoyo y avanzando así pasito a pasito, sin aventurarse. Sabe que para crecer deportivamente necesita el abrigo que le da vivir a la sombra de un líder como Antón. "Y, consciente de su papel, está preparado para cualquier imprevisto. Responde cuando se le necesita. Aprovecha su oportunidad". Lo hizo en Cotobello, en la pasada Vuelta, dos días después del batacazo de Antón. Lo repitió en los Dolomitas. Aquella tarde Igor sufrió lo que no está escrito; y él, se entronizó.
Aquello, Cotobello y, sobre todo, Gardeccia y la defensa titánica de un puesto de honor en la general, ha curtido a Nieve. "Le ha dado tranquilidad y confianza, que es lo que necesitan este tipo de corredores para seguir creciendo con calma", opina Igor Galdeano. "Yo no me considero más líder que Mikel", matiza Antón; "él se ha ganado ser líder del equipo en este Giro porque ha sido muy regular. Hay que quitarse el sombrero antes la etapa que ganó, la más dura de este Giro. Ha sabido sufrir en una carrera muy dura, la más exigente de las grandes".
El Giro ha elevado a Nieve. ¿Y a Igor? Si se le pregunta a Antón, responde sin dudar que sí. Lo explica con sencillez: "Me he visto que soy capaz de ganar al mejor corredor del mundo, a Contador. Eso me da muchísima confianza". Pero también se alecciona a sí mismo. "Me he dado cuenta de que hay cosas en las que puedo mejorar. Quizás estaba demasiado bien antes del Giro… Hay detalles que cuentan. Me hubiese gustado acabar algo mejor, pero el Giro te va minando poco a poco". Igor hizo crack el día que ganó Nieve", reflexiona Álvaro Galdeano. "Allí se vino abajo física y mentalmente. Fue el día del antes y el después. No se recuperó". "Pero todo eso le va a venir bien para crecer. De hecho, este Igor no tiene nada que ver con el de hace dos años. Es mejor, más veterano y maduro. Si hace un par de años le traigo al Giro se me pierde, no acaba. Ahora mira, ha ganado una etapa increíble", cuenta Igor Galdeano. La del Zoncolan, un etapón. "Me voy satisfecho. Supercontento. Y ahora, después de descansar, me toca la Vuelta. Y, ahí sí, estoy mentalizado para salir a ganar", dice el artista. "Y yo le ayudaré a conseguirlo", zanja Nieve, el agonista.
los dos peros del mánager Por la salud de la autocrítica, Igor González de Galdeano pone dos peros a la actuación de Euskaltel-Euskadi. Dos momentos culminantes donde temblaron sus dos líderes. Uno es el día en el que desfalleció Antón, agotado por el éxito de la víspera en el Zoncolan, aunque resulte paradójico, cuando defendía el tercer puesto de la general; el otro el de Sestriere, cuando fue Nieve el que sufrió y perdió el paso con los mejores cuando protegía a codazos su sexta plaza.
Por lo demás, tanto el mánager del equipo como su director, Álvaro, califican de excepcional la labor de Euskaltel-Euskadi en el Giro. "Ha sido el Giro de la historia. Algo excepcional", valora Igor. "El equipo ha estado casi de diez. Impecable. Todos en su sitio, cumpliendo con lo que se les ha pedido", traza Álvaro, sorprendido gratamente por la revelación de Mínguez, dos escapadas en su primera grande, con 22 años, importantísima la segunda de ellas, la de Sestriere, donde fue capital en el trabajo a favor de Nieve, pues le hizo diez kilómetros espléndidos para tratar de salvar los muebles en un día complicado. De Javier Aramendia, debutante en una grande también, queda el trabajo a destajo para Mikel el día de su victoria en Gardeccia.