LEMONA. No es capaz de levantarse el Deportivo Alavés. Ni aunque lo intente con todas sus fuerzas. Ni aunque destierre su habitual desconcierto defensivo. Ni aunque se destroce a correr y a trabajar durante noventa minutos. No encuentra el rumbo de la victoria un equipo que no hace tanto ejecutaba sin perdón y que ahora tiene que mendigar para sumar cada punto. El cosechado ayer en Lemona sabe a poco y a mucho a la vez. A escaso, porque es insuficiente para dejar prácticamente sentenciada la presencia en el play off de ascenso. A demasiado, porque permite conservar, aunque con mínimo margen, la tercera posición y se conquistó tras marchar por debajo en el marcador. Malo y bueno a la vez, pero insuficiente a todas luces porque no sirve para conseguir el rearme anímico que este equipo necesita para resucitar.

La puesta en escena de Álvarez Tomé, con Morcillo actuando como pivote, ya supuso un claro avance de intenciones por parte del preparador alavesista. Fijación en imponer el poderío físico e intentar ganar la batalla del juego aéreo, que se presentaba como fundamental en un duelo entre dos equipos que bien pronto dejaron claro que sus intenciones no pasaban por llevar el balón por el césped.

De esta manera, quiso el cuadro albiazul adaptarse al estilo de un Lemona que ya lleva años jugando de esta manera aprovechando las particularidades de Arlonagusia, un campo al que no le sobran metros. Se siente como pez en el agua el cuadro cementero en ese reducido espacio y quiso el Alavés ganarle la batalla con sus mismas armas, guerreando por cada balón y tocando el esférico más veces con la cabeza que con el pie.

El apoyo de Morcillo por delante de la defensa sirvió para que la zaga solventase sin excesivos apuros la primera parte al no permitirse sus habituales dudas. Eso sí, el único error colectivo que cometió el cuadro albiazul a punto estuvo de costar tan caro como de costumbre, pero Jon Moya fue capaz de desbaratar en el último momento el mano a mano que estaba a punto de jugarse Orbegozo ante Dituro.

Eso sí, si el guardameta argentino apenas pasó apuros, algo similar puede decirse de un Alcalde que estuve especialmente atento a cortar los balones largos mediante los que el Alavés trataba de buscar a un Óscar Martínez demasiado solo. No salió bien parado el conjunto vitoriano de la pelea por los balones rechazados y sus intentos fueron bastante tímidos hasta que Salcedo, ya en el minuto 43 y con Ibon Gutiérrez recién integrado en el terreno de juego dándole un poco de criterio al juego, cabeceó flojo tras una gran jugada de Calderón, apenas la única elaborada de una primera parte que se asemejó más al tenis que al fútbol.

FRENESÍ FINAL. En la segunda parte sí que disfrutó el Alavés de los espacios que no había hallado hasta el intermedio. La salida al campo de Geni dio validez a la propuesta futbolística albiazul, buscando balones en largo que ahora el capitán era capaz de poner sobre el césped. Las llegadas se multiplicaron, pero fue el Lemona el que acabó encontrando el premio del gol cuando más apuros estaba pasando.

En un saque de banda en el que Robles ganó la partida a Rico y Orbegozo a Moya, el batallador delantero fue capaz de sacar un remate de espaldas que sorprendió a Dituro. Corría el minuto 74 y el Alavés fue capaz de no hundirse ante la adversidad gracias, en gran parte, a la entrada en el campo de un Josete que le dio nuevos aires al equipo y que lo condujo hacia una ofensiva final en la que fue el gran protagonista. Óscar Martínez puso de chilena el empate en el minuto 80 y a partir de ahí las ocasiones alavesistas se fueron sucediendo y chocando contra el muro Alcalde. La fortuna de otras ocasiones, desaparecida de nuevo. Un punto escaso, pero que mantiene al equipo en play off y augura la continuidad del sufrimiento alavesista.