Vasili Kiryienka (Movistar)4h06:39''

Andreas Klöden (RadioShack)a 2''

Andy Schleck (Leopard)m.t.

GENERAL

Andreas Klöden (RadioShack)8h09:39''

Joaquim Rodríguez (Katusha)m.t.

3º Samuel Sánchez (Euskaltel)m.t.

La etapa de hoy, 3ª: Villatuerta-Murgia, 177 kms. ETB-1, 15:30 horas.

Lekunberri. Si el ciclismo es el deporte de equipo más individual que existe -el trabajo es conjunto; el sufrimiento, íntimo como una penitencia-, el Movistar lleva una temporada concentrado en redefinirlo. Ayer en Lekunberri, la chavalería de Unzue alcanzó la máxima expresión del grito que lleva impreso en el reverso del cuello del maillot: "Compartida, la vida es más". Es un mantra. Es el eslogan de la compañía global de telecomunicaciones que ha interiorizado el equipo ciclista como una pauta irrenunciable. Acostumbrados a morir por un líder, por el infalible Valverde, el destino único de los domésticos, los chicos se han reciclado, han reseteado el disco duro y, mientras esperan el regreso del murciano, han deducido de manera formidable que si un bloque es tan bueno como para empujar a un ciclista hacia la victoria, también puede lograr que gane cualquiera de ellos. El bielurruso Vasil Kiryienka, por ejemplo, ayer, en Lekunberri, donde Andreas Kloden volvió a ser líder de la Vuelta al País Vasco once años después de ganarla.

El Movistar corre como un equipo de fútbol que está obligado a levantar un resultado pésimo pero carece de un tipo resolutivo, uno de esos que llaman megacrack. Así que apila efectivos en la vanguardia. Cuantos más, mejor. Cuanto más duro sea el terreno, mejor. Cuanto más revuelta vaya la carrera, mejor. El barullo del área y la pelota por ahí, a ver quién le atiza. En el descontrol encuentra el conjunto de Eusebio Unzue su vergel. Es lo que fue la subida final y el descenso rapidísimo, veloz, un rayo, de Azpiroz.

Hasta allí, últimos cinco kilómetros, País Vasco fue País Vasco. O sea, 45 kilómetros por hora de media en la primera hora. O sea, cuesta arriba y cuesta abajo por Larraitz, por Altzo, por Azpiroz, Por Zuarrarrate, por Leaburu. O sea, una escapada, Rafa Valls, Maxim Inglinskiy, Amael Moinard y Dario Cataldo, y un pelotón que les deja soñar primero -llegaron a tener casi seis minutos de ventaja-, congela la diferencia después, y, finalmente, aprieta el acelerador para aplastarlos. Esta vez fue el Garmin de Bingen Fernández el que propulsó el pelotón a toda pastilla. De una manera asombrosa, por bestial. Por el llano mentiroso de Leitza hacia Lekunberri. Por Betelu, el pueblo del agua. Era un día de sed. Caluroso y veraniego. En eso no parecía la Vuelta al País Vasco. "Yo, al menos, no lo recordaba así", dijo Leipheimer rescatando los días fríos y húmedos de otras primaveras.

Al calor se le añadió una cuesta, Azpiroz, y floreció un colombiano. El escarabajo Duarte, campeón del mundo sub'23 en 2008 y el ciclista más entero del Geox que dirige en la Vuelta Matxín, un optimista irrenunciable acorralado por la desdicha. Tiene tres corredores en casa con gripe A, Durán, Blanco y Gutiérrez; a Carlos Sastre en cama con una infección pulmonar; a Menchov magullado por un brutal accidente hace unas semanas, y a Rafa Valls, que hace unos días abría un cráter en el pavimento cada vez que arrancaba y ahora no acaba de arrancar. Le queda Duarte, que está en una forma fenomenal. Una prueba: el lunes se cayó antes del muro de La Antigua, llegó allí con dos minutos perdidos y en meta había recuperado unos veinte segundos. Otra muestra: ayer en Azpiroz.

Duarte atacó pronto, mantuvo la ventaja y se encomendó a una tregua entre los patricios. Una quimera. Estaba el Movistar. Y la pelota en el área.

La anarquía Empezaron a darle patadas. La anarquía. La primera fue de López, el escalador vizcaíno de los muslos abruptos y la zancada lenta y portentosa. No se fue, pero desbarajó un pelotón que había menguado ya notablemente. Kiryienka fue el siguiente. Su zapatazo fue formidable. Duro. Solo el increíble Horner y Frank Schleck se le colgaron del dorsal. Lo intentó Cunego, pero feneció allí mismo. El impulso aplastó al escarabajo. Y encendió a Purito, que no necesita mucha mecha para entrar en ignición. A su rueda salió Samuel. A ninguno de los dos les dio para mucho más. "Ahí he gastado todos los duros", reconoció el ciclista catalán. Con un patadón de Tondo a la pelotita se acabó la subida. No fue muy lejos Xabi. Le sujetaron fuerte y se diluyó entre otros veinte dorsales.

En el descenso Lo que no pasó cuesta arriba, ocurrió en el descenso veloz hacia Lekunberri. Allí asomó Vinokourov, pero acabó escurriéndose Kiryienka, que resistió corajudo y llegó. La sexta del Movistar. "Ya te dije que ibas a ganar", le gritó Tondo en la piña que simboliza mejor que ninguna otra cosa el triunfo compartido de Kiryienka, bielorruso que desde hace tres años vive en Iruñea solo y a la espera de poder traer a su familia -tiene mujer y dos hijos, el último, de dieciocho meses-, que ganó una etapa en el Giro de 2007 y que con once años, le horroriza contarlo, no sabía aún andar en bicicleta.

El pelotón llegó a dos segundos y lo comandó Klöden, que hace once años ganó la Vuelta al País Vasco, pero ayer se vistió por primera vez de amarillo, pues entonces el líder lucía de blanco, una novedad que no cuajó. Klöden fue aquel año el blanco perfecto. "Y este año", dijo Chris Horner, "Klodi puede volver a hacerlo porque está perfecto y es fortísimo contrarreloj".