cuenta atrás. La rapidez de la Copa del Rey no da tregua y la mezcla de euforia y sudor da pie a volcar toda esperanza de alargar los días con los resultados del equipo. Ya falta poco, pero hoy toca más. Buen humor por la victoria y buena compañía con los amigos y la familia. Una sonrisa cómplice con los amigos de los equipos rivales y hasta una buena resaca. Por la noche, los gatos siguen siendo pardos. Hay que apurar los últimos cartuchos, quemar las últimas naves, descansar de lo vivido hasta ahora. Repintarse las pinturas de guerra, apretarse las banderas y disfrutar porque, hasta el año que viene, esto no se volverá a repetir. Snif, snif... ¡Qué tierno me estoy poniendo! Le pondré un poquito más de tabasco a estas letras y dedicaré las siguientes líneas a esos personajes dedicados a poner su opinión nada objetiva y real a lo que ellos, con la camiseta en mano, defienden como único criterio. No me gusta faltar a la verdad ni a la realidad de las cosas, ni se me ocurriría aprovechar a los medios de comunicación para vender más. Ni tan si quiera me metería en Michelin a decirle a un ingeniero cómo se hace una rueda. Dedicarse cada uno a lo suyo estaría bien. Así el público no culpara a nadie de ser anti-nada. Es más, gran parte del público agradecería que se les contase la verdadera realidad en lugar de una opinión frustrada. Me planteo muchas dudas. ¿Debo vender mi integridad a una camiseta o a un club? Por un lado, me parece que se manipula y que todos somos producto de la noticia, pero no tengo ningún problema en decir que soy tan baskonista como barcelonista (dígase otro color u otro club). No sé si a alguien le puede chocar lo que digo, pero esto es y será así mientras ame este deporte. Lo más grande que le puede pasar a un deportista es defender los colores del equipo que le paga, y lo mejor que pueden hacer todos los deportistas que hablan de deporte es defender el deporte de todos, con ayuda de los periodistas. Aunque también creo que decir la verdad trae consecuencias laborales y amistades rotas? le doy las gracias por esto a DNA. Me parece que el deporte lo elige cada uno, y la camiseta se la pone quien quiere. Y si se gana, por algo será. Defenderé esto aquí y en todas partes, incluidas las ciudades donde viva. Los clubs los hacen las aficiones. Ni los medios, ni las empresas, ni los políticos. No nos olvidemos jamás. Así que sólo me queda decir una cosa: ¡Aupa afición! ¡Enséñales quién manda!
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