bilbao. En 2007, Robert Kubica, polaco, 26 años y católico practicante, resucitó en la curva Gilles Villeneuve del circuito de Montreal. Antes de entrar en la horquilla se tocó con el Toyota de Jarno Trulli, salió despedido a 230 kilómetros hora y se empotró contra el muro. Su BMW se desintegró, el habitáculo quedó tirado en medio de la pista y Kubica permaneció inmóvil. El halo dramático que se instaló en el ambiente del circuito lo rompió un miembro de la escudería del piloto cuando anunció que este estaba estable, consciente y se movía. Le trasladaron en helicóptero al hospital y allí los médicos anunciaron que todo había quedado reducido a unos rasguños y dolores incómodos. Kubica corre con un casco que incluye el nombre de Juan Pablo II y por eso el Vaticano quiso atribuirle al Papa el mérito de que el piloto saliera ileso -los expertos señalaron que fue obra del sistema Hans, que estabiliza la cabeza y el cuello en caso de accidente- Decían que era un milagro. El milagro Kubica.
El piloto polaco necesita ahora otro milagro para no perder la funcionalidad de su mano derecha después del grave accidente que sufrió ayer por la mañana mientras conducía hacia la salida del rally Ronde di Andora, cerca de Génova, en el norte de Italia. El primer piloto de la escudería Lotus-Renault perdió el control de su Skoda Fabia, embistió el guardarrail y se empotró contra el muro de una iglesia. Allí, entre el muro del templo y el amasijo de hierros en que quedó convertido su vehículo quedó Kuica atrapado hasta que los bomberos le rescataron y pudo ser trasladado al hospital Santa Corona de Pietra Ligure. Fue ingresado de urgencia, en estado grave y trasladado directamente al quirófano.
"Tras haber sido sometido a exhaustivas pruebas médicas esta mañana, a Robert Kubica se le han diagnosticado múltiples fracturas en su brazo, pierna y mano derecha", explicaba la escudería Lotus-Renault en un comunicado. En principio, se temió que los médicos tuviesen que amputarle la mano drecha, dado el grave estado del hueso. Luego se comprobó que no habría que llegar a tal extremo. "Han revascularizado el miembro y han reparado el hueso. Ahora tienen que pensar en la función muscular pero Robert tiene un carácter muy fuerte y se recuperará", trató de tranquilizar Daniele Morelli, su representante. La intervención para recuperar la funcionalidad de la mano de Kubica se prolongó durante más de siete horas
Su acompañante, Jakub Gerber, salió ileso del impacto. "Estaba mirando las anotaciones y no me di cuenta de que el coche salía de la carretera. Solo en el momento del impacto vi a Robert que se tocaba el brazo. Después de pocos segundos se desmayó", explicó el copiloto de Kubica, también polaco. El rally, al que asisten 115 pilotos, quedó suspendido de forma temporal para poder retirar el vehículo del polaco, que fue entregado a los investigadores para que estos determinasen las causas del accidente. Se especula con que un fallo o avería del coche hubiese provocado que Kubica perdiese el control de este, aunque el accidente también pudo ser debido a las deficiencias que presentaba el piso en ese tramo.
No es una buena forma de comenzar el año para Kubica, que hace apenas cinco días participaba en la flamante puesta en escena del nuevo bólido de Lotus-Renault junto a su compañero Vitaly Petrov. A lo largo de su carrera, el piloto de Cracovia ha militado en BMW y Renault y ha conseguido una victoria (en el GP de Canadá de 2008) y 12 podios. En el último Mundial de F-1, concluyó en octava posición con 136 puntos.
perfil de ganador Un mini-todoterreno de dos marchas que le compró su padre cuando era un crío fue el detonante de la pasión de Robert Kubica por la velocidad. Nacido en Cracovia, se formó, como la nueva hornada de pilotos que ingresó en la Fórmula 1 avanzada la primera década del siglo, en el kárting. Ganó seis veces el campeonato polaco. Y una el italiano. Fue en 1998, cuando la estrechez económica era una soga al cuello de su padre y solo la irrupción de un fabricante de chasis de karts salvó su carrera. asfixiaba la mayoría de la nueva hornada que está llegando a la fórmula 1. Con la dificultad añadida, en su caso, de que en Polonia apenas se organizan carreras de coches. Pero él, ya desde niño, quedó prendado por los bólidos hasta el punto de que su padre le compró un mini-todoterreno de dos marchas. Fue el principio de su pasión por la competición.
Tras ganar seis veces el campeonato de kárting de su país, Kubica se convirtió en 1998 en el primer no italiano que inscribió su nombre en el historial del campeonato transalpino. "Mi padre lo ha pasado muy mal", cuenta; "después de tres carreras en Italia ya no tenía dinero. Sólo un contrato con un fabricante de chasis de karts me salvó". Un año después logró el mismo honor: ser el primer piloto extranjero en ganar el campeonato de fórmula 3 de Alemania. Después de brillar en la fórmula Renault y en el campeonato europeo de fórmula 3 en 2003 y 2004, de la mano de su mentor, Joan Villadelprat, pasó a las World Series by Renault, en las que definitivamente y gracias a sus magníficos resultados se catapultó a la Fórmula 1.