El entorno del Real Madrid entonaba ayer la marcha fúnebre por lo que muchos consideran que es un prematuro adiós al título de Liga. La derrota del equipo blanco en Pamplona ha sacado a relucir la versión más derrotista del madridismo. Pocos creen que el equipo de José Mourinho, plagado de estrellas y cincelado a golpe de talonario, pueda recortar en los próximos meses la renta de siete puntos con la que el Barcelona comanda la clasificación. A pesar de que todavía restan 17 jornadas por disputarse, lo que significa que hay 51 puntos en liza, ni siquiera el técnico luso confía demasiado en las opciones ligueras de su plantel.
Fue el propio Mourinho el que lo advirtió hace unos días. El portugués reconoció el pasado 22 de enero que el título quedaría sentenciado si la ventaja del Barcelona conseguía superar la barrera de los cinco puntos. Ahora la clasificación refleja una brecha de siete, más el goal average, que la mayoría considera como la rúbrica a un campeonato que acaba de superar su ecuador. Demasiado tiempo para dar por muerto al Madrid. Así lo ve Pep Guardiola, que durante el primer tramo del entrenamiento que ayer realizó el plantel azulgrana se esmeró en hacer ver a sus jugadores que había que mantener el umbral de exigencia para evitar sorpresas.
"El campeonato estará abierto con una distancia de entre cuatro o cinco puntos, pero si va a más, estará terminado", manifestó Mourinho el pasado 22 de enero, horas antes de que el Real Madrid recibiera en el Bernabéu al Mallorca. Al término del choque del Reyno de Navarra, aunque evitó referirse a estas declaraciones, el preparador luso se mostró apesadumbrado, reflejaba la imagen de la derrota, en un gesto poco habitual en un tipo con la vitola de ganador.
"Lo tenemos mucho más difícil que el primer clasificado, pero ahí estaremos para trabajar y lucharemos hasta el final", trató de mantener la esperanza del madridismo Mourinho, consciente en cualquier caso de que su equipo acababa de dar un paso en falso, quién sabe si definitivo.
abandonado por los números Y es que los números, argumento que los defensores de Mourinho enarbolaban para justificar los fines por encima de los medios, también le dan la espalda al Madrid. La pasada temporada, con Manuel Pellegrini al frente, el combinado merengue jamás estuvo tan distanciado del eterno rival. En ningún momento la brecha superó los cinco puntos. El equipo del chileno, de hecho, acechó al campeón hasta la última jornada. Guardiola tuvo que conducir a sus pupilos a una temporada para enmarcar, con récord de puntos incluido, para asegurarse el trofeo.
Precisamente fue a estas alturas de año, tras la jornada 21, cuando el Madrid de Pellegrini se hallaba más alejado del Barça, y entonces nadie dio por perdida la Liga, como sucede ahora. En contra de Mourinho juega el hecho de que el Barça de este año ha logrado lo que parecía imposible, superar sus propios registros (suma 58 por los 55 de la temporada pasada). El luso, de hecho, acumula a estas alturas de curso un punto más que su predecesor (51 del luso por 50 del chileno).
El cuerpo técnico del Madrid debe realizar ahora una profunda labor terapéutica y psicológica para recuperar anímicamente a sus jugadores. Seguramente se volverá a hablar de conjura en breve. Pero mientras ayer reinaba un ambiente depresivo en el entrenamiento de los blancos, en Barcelona se disparó el nivel de euforia y se comenzó a hablar de repetir el triplete.
"Es el objetivo de esta temporada. Siempre es complicado, pero no es imposible. Debemos seguir ganando porque este año también se puede hacer, pero el camino es muy largo. Tenemos que trabajar hasta el final si queremos ganarlo todo", manifestó Eric Abidal al término de la sesión matinal de trabajo del conjunto culé. "Todavía no hemos ganado nada", avisó el defensor francés, para quien el Madrid es un rival que nunca se da por vencido.
Ahora el equipo madrileño se centra en preparar la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey que mañana disputará en su feudo ante el Sevilla. Las caras largas con las que los jugadores merengues abandonaron El Sadar se habían suavizado ayer, aunque la sensación mayoritaria seguía siendo bastante pesimista.
Desde la distancia, desde Valencia, llegó una de las pocas voces que aún apostaban por conceder cierta emoción a la Liga. El seleccionador nacional, Vicente del Bosque, aseguró que "aún no está decidida porque quedan 51 puntos en juego y eso "es todavía mucha competición". El preparador salmantino evitó valorar el diferente estado de forma de ambos equipos, quién sabe si por su espíritu madridista o por su naturaleza comedida. Sea como fuere, la Liga y el Real Madrid han quedado tocados.