Duración: 71 minutos.

Saques: 1 de Berasaluze VIII.

Pelotazos: 637 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 8 de Berasaluze VIII, 6 de Xala y 3 de Barriola.

Errores: 8 de Berasaluze VIII, 3 de Apraiz, 1 de Xala y 1 de Barriola.

Marcador: 1-1, 2-2, 2-3, 3-3, 3-4, 4-5,

6-6, 7-6, 8-7, 9-9, 9-10, 10-11, 11-20, 11-21, 12-22.

Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada del Parejas. Llenazo en el frontón municipal de Mungia.

mungia. ¿Dónde está Xala? Derecha, izquierda, delante, atrás. Omnipresente. ¿Dónde está? Y aparece, templa los ánimos, frío, helado. Anda como bailando, con las puntas de los dedos. Destila elegancia. Corre sin aspavientos. Veloz. Parece fácil todo lo que hace. Pablo Berasaluze, mientras tanto, se desespera. Gancho al ancho y Xala aparece de la nada y conecta el cuero en el frontis, envenenado, como mordido, pero sin apenas esfuerzo. Mirar su juego es contemplar algo diferente. Algo delicado, aterciopelado, como su caminar, sencillo pero engalanado. Tal y como aparece, remata. Si no es así, se repliega en su volea y la utiliza con maestría. Toca el cuero y parece que lo acaricia, parece que se mueve lento, pero la realidad es diferente, coge una velocidad endiablada y un ángulo imposible. Y es que el lapurtarra conoce al delantero berriztarra y lo utiliza. Comienzan el duelo los vizcaínos enchufados. Pablo derrocha energía. Apraiz derrama golpe. El delantero inicia su andadura con un remate al ancho. Xala lo apunta. Quizás por jugar en su terreno, Bizkaia, quizás por tratarse de un frontón repleto de gente a favor de los de Asegarce, quizás por las ganas, pero el hecho es que Berasaluze VIII llega al inicio como un martillo pilón. Remata, defiende, anima..., pero sin contar con las características del frontón: áspero y seco, el berriztarra se lanza a la batalla con suerte. Acumula méritos a modo de tantos. Sin embargo, la cancha comienza a impartir cátedra. Los cueros comienzan a perder brillo, poco a poco.

Xala y Barriola, frente a la explosión de majestuosidad de Berasaluze, apresan su ímpetu. Se recogen. El de Lekuine afina su defensa, poco a poco, sin ambages, con el swing que le caracteriza, piernas inquietas, pero con ritmo. Atrás, Barriola, sin recurrir a arabescos, empieza a dictar su propia partitura. Comienza pegando atrás y, después, se doctora ocupando territorio. Apraiz no se achanta y le enseña la matrícula, pero el leitzarra, curtido en mil batallas, sabio conoce los tiempos del juego y no se precipita. Aprovecha Pablo, estos minutos de incertidumbre, de dudas, de cohesión entre las parejas, para ejercer su labor. Berasaluze suma tantos, de bella factura, fundamentando su juego en la bravura. Llega el 10-11. Xala resbala en un golpeo al ancho. Sexto tanto del berriztarra. Entonces, en este impasse, el vizcaino se desploma y se endurece el encuentro. Mientras, como un rodillo, los de Aspe comienzan a dictar sentencia. El lapurtarra se coloca en el ancho. El leitzarra se escora hacia la pared izquierda, cercando el txoko, para aplacar las embestidas del delantero de Berriz. Con esta receta, caminando sobre el alambre Pablo, los azules comenzaban a abrir brechas en el luminoso.