QUE el Saski Baskonia está en una crisis de resultados nadie lo pone en duda. Nunca se había encajado cinco tropiezos consecutivos en Europa. A pesar de que el grupo era muy complicado por el nombre de los rivales, ni los más pesimistas se hubieran imaginado una situación tan crítica. Ni siquiera el club, que como todos los años ofrece a sus abonados los tres partidos en casa del Top 16.

Pero lo peor de todo no son las derrotas, son las sensaciones que transmite el equipo azulgrana. Las últimas derrotas ante el Prokom y el Cajasol, sobre todo cómo se produjeron, han puesto sobre aviso a los aficionados. Es cierto que en Euroliga los partidos son más físicos y el arbitraje es diferente que en la ACB, pero esto no quita para ver a encuentros donde los jugadores baskonistas no está bien en defensa (y ésta es la seña de Dusko Ivanovic) y en ataque se abusa de las individualidades.

Con Stanko Barac como único cinco, por cierto grandísimo mes de noviembre que realizó el croata, con valoraciones de 30, y las penetraciones de Fernando San Emeterio pocos partidos se pueden ganar. Ahora los jugadores apelan al espíritu ganador de la final contra el Barcelona para vencer en los tres partidos de Euroliga y lograr el pasaporte al Top 16. Pero aquí se dan tres diferencias fundamentale ante esa situación. La primera es tan clara como significativa. No es lo mismo luchar por ganar un título que por ser eliminado de una competición por sorpresa a las primeras de cambio. La presión es diferente, maligna diría yo, y pesa mucho más en las mentes de los jugadores.

La segunda es que la pasada temporada en la final el Baskonia no era el favorito. Los más optimistas soñaban con que forzaran el quinto partido. En este caso, se da un vuelco de 180º, el Caja Laboral partía como favorito para luchar por la primera plaza con el Maccabi. Y ahora lucha por la supervivencia.

La tercera es fundamental. Es cierto que en las semifinales del pasado año contra el Real Madrid, el equipo blanco tuvo oportunidades de pasar a la final y que el juego no parecía comparable al del intratable Barcelona. Pero es que ahora practicamente no hay juego en estático, no hay movimiento del balón. En definitiva no se está jugando bien.

Sólo queda apelar al CARÁCTER BASKONIA, aún por aparecer (salvo el encuentro frente al Barcelona de este año). Sin él tendremos que ver el Top 16 por la televisión.